La libertad de expresión

Norma Meraz

Decir que hoy en día hay o no hay libertad de expresión es negar una realidad.

En México siempre ha habido libertad para exponer las ideas, cualesquiera que estas sean y durante toda la historia de este nuestro país.

Nunca a nadie se le ha consignado el impedimento para decir lo que piensa o quiere bajo amenaza de privarlo de su libertad individual ..

Habrá que distinguir entre coartar esa libertad de manera explícita enmarcada en una ley –cosa que hasta hoy no contempla nuestra Constitución—y, por otra parte, no ejercer ese derecho de manifestar las ideas por otras causas como serían las propias limitaciones que imponen los medios de comunicación, sean estos, públicos o privados.

Todos obedecen a los intereses de cada cual.

Los tiempos modernos permiten con mayor holgura la expresión de ideas, consignas, agravios o halagos, sin que se castigue física o legalmente por manifestarlos. A excepción de cuando se trata de poner al desnudo, las actividades del crimen, la corrupción y otros, que conducen al asesinato de muchos periodistas, por cierto, sin que se les haga justicia.

Cada uno responde al hilo que los mueve.

En una democracia debe existir una diversidad de opiniones. Sólo en los regímenes autoritarios se cancela el ejercicio de esa libertad.

Por fortuna en nuestro país aún no padecemos esa castración periodística.

Los comunicadores pueden y deben transmitir los mensajes acorde a sus convicciones e intereses… se vale.

El derecho de réplica existe, más no siempre es equitativo, también hay que decirlo.

Que como nunca –dicen por ahí– en México se ejerce absoluta libertad de expresión, es cierto. Sin embargo, lo que no es aceptable es que el Presidente Andrés Manuel López Obrador desde su púlpito de poder señale abiertamente que hay medios de comunicación que no lo han tratado bien, aunque aclara: “no es reproche”. ¿Viniendo de él

Y añade: “es muy fácil ubicarse –los comunicadores– como independientes”. Me parece que es más fácil decirlo que ejercerlo.

Debo apuntar que en el ejercicio de un periodismo responsable es más difícil mantenerse como independiente. Eso lo sé porque lo ejerzo.

Que los buenos periodistas siempre deben tomar partido, dice López Obrador. Pero eso es admitir que tienen que alinearse del lado del que es “tocado” por sus expresiones poco favorables.

Cierto es que la comunicación periodística exige como nunca antes someterse a un ejercicio de autocrítica, más no de autocomplacencia o sumisión.

Los tiempos corren con gran velocidad y, con la misma, la tecnología por lo que debemos ir adecuándonos a los modernos mecanismos de comunicación social.

Informar y comunicar requieren de reglas escritas y no escritas, aun cuando se ejerza a plenitud el derecho a expresarlas libremente.

El Presidente López Obrador ha estrenado un nuevo vehículo para hacer llegar su agenda comunicativa. Las diarias conferencias de prensa, bautizadas como “las mañaneras “.

Para unos es un estilo novedoso y eficaz. Otros opinan que este ejercicio comunicativo desgastará al Presidente y se agotará más pronto que tarde.

La realidad es que tenemos que acostumbrarnos a este formato impuesto por el comandante de la Cuarta Transformación. El tiempo se encargará de evaluarlo .

El lenguaje lanzado desde Palacio Nacional debiera ser un lenguaje directo, sin ambigüedades, con la pulcritud que exige el uso de una lengua tan rica como la nuestra. Sin el abuso de las frases en exceso coloquiales como si fuéramos un país que sólo conoce las frases callejeras.

Si el Presidente de la República quiere hacer un llamado a los medios de comunicación a que ejerzan con responsabilidad y ética su profesión, no necesita acusar a los periodistas de que no se han portado –o tratado– bien con su movimiento, ya que la interpretación de sus palabras puede generar distintas acepciones.

Si en estos momentos, con el tema de la inconstitucionalidad flagrante en el caso de la prolongación de mandato del gobernador electo de Baja California –amigo de López Obrador– de dos a cinco años, votado por el Congreso de ese Estado, el Presidente de la República manifiesta –como lo hizo al señalar—“a mí no me involucren en esto”, ¿cómo lo interpretaría si los medios de comunicación –en gran mayoría– le exigieran que se pronuncie al respecto?, ¿lo tomaría como un ataque de sus adversarios hipócritas, conservadores y prensa fifí?

¿Reaccionaria diferente si se tratara de un gobernador electo de otro partido distinto al suyo quien estuviera en entredicho?

¿Se desmarcaría de su responsabilidad como lo hace ahora? ¿Se mantendría neutral u omiso aun cuando a las claras, se trata de una violación a nuestra Carta Magna?

¿Qué clase de comunicación le gustaría al Presidente López Obrador que replicaran los medios?

¿Por qué no el ejercicio de una verdadera libertad de expresión sin adjetivos?

¡Digamos la Verdad!