- Coordinación de la Unidad de Género y CUO de la UV organizaron la mesa redonda “Acoso sexual en los espacios universitarios”
- Rubén Hernández, de la UNAM, dijo que las universidades han avanzado en materia de erradicación de todo tipo de violencia, pero hace falta hacer en prevención .
Paola Cortés Pérez
Fotos: Paola Cortés y Omar Portilla Palacios
28/02/2023, Xalapa, Ver.- Las Coordinaciones de la Unidad de Género y Universitaria de Observatorios (CUO) de la Universidad Veracruzana (UV) realizaron la mesa redonda “Acoso sexual en los espacios universitarios. Medición, prevención y aprendizajes sobre la actuación en casos de denuncia”, con el objetivo de favorecer la generación de propuestas en el campo preventivo, la remediación y la no repetición.
La charla tuvo lugar en el Auditorio “Héctor Fix Zamudio” del Instituto de Investigaciones Jurídicas de esta casa de estudios, con la participación de: Rocío López Lara, responsable del Observatorio de Igualdad de Género; Rubén Hernández Duarte, director de Planeación, Vinculación y Proyectos Especiales de la Coordinación para la Igualdad de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Además, Benno de Keijzer Fokker y Karina Martínez Meza, investigadores de los Institutos de Salud Pública y de Investigaciones Jurídicas, respectivamente, y Karla García Espriella e Iraís Molina Vela, estudiantes de la Maestría en Salud Pública de la UV.
A través de Zoom, Rubén Hernández dijo que existen diferentes mecanismos teóricos, analíticos y metodológicos para observar a la violencia por razones de género; en particular, hay tres fuentes principales de investigación para caracterizar este fenómeno: estudios de medición de prevalencia de violencia por razones de género, información proveniente de las quejas formales y las denuncias públicas de carácter anónimo en espacios de tránsito común y en espacios virtuales.
Compartió que en la UNAM las alumnas reportan una mayor prevalencia de violencia por razones de género (50%), seguidas por las mujeres que laboran en las áreas administrativas y académicas.
Asimismo, al hacer el análisis de la información, encontraron que los hombres son la principal figura agresora, tanto hacia sus pares como a mujeres.
En un diagnóstico focalizado en las diversidades y disidencias sexogenéricas de la UNAM, conocieron que 72.56% de quienes se reconocen como parte de la comunidad LGBTTTIQ+ reportaron haber vivido al menos una forma de discriminación en su vida universitaria.
“Es cierto que las instituciones de educación superior dirigen buena parte de su trabajo a la erradicación de los diferentes tipos de violencia, pero se ha reaccionado en menor media en materia de prevención.”
Por ello, consideró que es importante construir análisis sobre la realidad de la violencia, ya que nos muestra el horizonte de investigación y estudio en que las IES enfrentan esta situación.
En tanto, Rocío López destacó que en las mediciones realizadas sobre igualdad y la desigualdad de género en los espacios de la UV, encontraron que 66.9% de las personas que han sufrido acoso sexual ha sido por parte de una persona desconocida y cerca del 30%, de un compañero o compañera de trabajo o estudiante.
Del primer porcentaje, si consideramos sólo a las mujeres estudiantes, que son las más vulneradas, el acoso sexual que proviene de personas desconocidas incrementa hasta en 81%.
”Esto me hace pensar que necesitamos trabajar en la seguridad de los espacios universitarios, porque el acoso proviene de gente desconocida que interactúa con la población estudiantil.”
Benno de Keijzer habló de la prevención del acoso sexual desde el trabajo con los hombres, ya que crecen en contextos que incorporan –como mandatos– conceptos de superioridad y rechazo hacia la femineidad y la diversidad sexogenérica.
“Es momento de que los hombres miren hacia dentro, hagan una introspección sobre lo que no entienden y por qué no escuchan a las mujeres, ya sea en forma de estadísticas o manifestaciones.”
Acoso sexual y psicológico en la Facultad de Medicina
Karla García Espriella e Iraís Molina Vela, estudiantes de la Maestría en Salud Pública de la UV, junto con otros compañeros desarrollaron en 2021 una investigación sobre acoso sexual y psicológico entre estudiantes de la Facultad de Medicina, región Xalapa.
Comentaron que forma parte de una actividad académica y se trata de un análisis de la situación de la salud comunitaria. Se realizó con una metodología integral, es decir, trabajaron desde tres enfoques: participativo con la comunidad, cuantitativo y cualitativo; este último lo trabajaron a través de talleres.
El Análisis de Situación de Salud (Asis) tiene por objetivo identificar y describir el estado de salud de una población específica, los determinantes sociales, factores de riesgo, acceso a servicios sanitarios y las dificultades e inequidades de salud.
Explicaron que hicieron un abordaje participativo a través de dos talleres que impartieron, uno en primer semestre y el segundo en séptimo semestre. La mayoría de las mujeres dijeron que uno de los principales factores de riesgos fue el acoso sexual, además de la ansiedad y el insomnio.
Realizaron una encuesta en la plataforma Google Forms, en la que participaron 101 estudiantes (56 y 44% mujeres y hombres, respectivamente). El 22.2% de los participantes sufrieron un tipo de violencia y 32.7% fueron testigos de algún tipo de violencia en la Facultad.
Los resultados arrojados por el Asis destacan que gran parte de la violencia y el acoso se viven en los primeros semestres de la licenciatura. Con respecto a la violencia psicológica, se da desde el ingreso a la Facultad y en ocasiones se mantiene durante todo el transcurso de la licenciatura.
Identificaron que las agresiones no sólo se presentan en horario de clases y comienzan con invitaciones, amabilidades, gestos que la víctima al principio no identifica que pueden llegar a ser acoso sexual. Los victimarios son personas influyentes y en posiciones de poder.
“Una vez que las actividades se movieron a la virtualidad, la violencia psicológica, humillaciones y agresión verbal se mantuvieron, fueron más violentas y más constantes.”
Destacaron que las víctimas tienen miedo a las represalias de parte de los docentes y por lo mismo prefieren no denunciar. Además, esta situación deja secuelas psicológicas que van desde ataques de ansiedad hasta episodios depresivos, lo que genera inseguridad, sentimientos de enojo, culpabilidad e impotencia.
“El apoyo principal de las personas violentadas siempre fueron sus amigos dentro de la Facultad; además, entre las alumnas han construido redes de apoyo”, finalizaron.