**Zurda .
/ Ruth Zavaleta Salgado /
El fenómeno de las desapariciones forzadas en México es de tal magnitud que hasta parece normal que sucedan. Miles de niñas, niños, adolescentes, hombres y mujeres desaparecen de la noche a la mañana cada año y no sucede nada. Tal vez por eso ha pasado casi desapercibida la feminización de las desapariciones forzadas desde el sexenio de Felipe Calderón. En ese entonces, de 40 mil 589 denuncias, 15 mil 498 fueron de mujeres; en el sexenio de Enrique Peña Nieto se duplicaron las denuncias: 98 mil 64. De éstas, 43 mil 37 fueron mujeres. La tendencia se mantiene en este sexenio del presidente López Obrador: desde 2019 a la fecha, suman 92 mil 567 denuncias, de las cuales, 35 mil 500 son mujeres.
Podrá decirse que a mayor participación de las mujeres en diversas actividades (incluyendo las ilícitas), mayores son los riesgos de ser parte de estas estadísticas, sin embargo, el incremento de feminicidios, homicidios dolosos y hasta homicidios culposos de mujeres pueden estar indicando que, detrás del incremento de desapariciones forzadas de mujeres puede estar la violencia en razón de género, pero también, otros delitos que no se están analizando lo suficiente, por ejemplo, la trata de personas.
Las gráficas del Registro Nacional de Personas Desaparecidas son transparentes, el rango de edad de las mujeres que más desaparecen oscila entre los 15 y 19 años, mientras que el de los hombres, en este rango, representa la mitad que el de las mujeres. Pero lo más escandaloso salta a la vista cuando se compara el número de mujeres y hombres que presuntamente desaparecen por estado. No sólo por el hecho de que en varios de los estados en donde desaparecen más mujeres que hombres también se ha declarado la Alerta de Violencia de Género, sino porque algunas de estas entidades son gobernadas con aparente gran éxito en temas relacionados con la economía, la educación, la seguridad y el combate a la pobreza.
Me refiero en este caso a Yucatán. Nadie duda que el gobernador actual goza de una percepción de buen gobierno, tan bueno que, incluso, los banqueros trasladaron su tradicional reunión anual de Acapulco a Mérida. Sin embargo, los datos del Registro evidencian que Yucatán, proporcionalmente, tiene mayor número de denuncias de mujeres desaparecidas que de hombres: 2 mil 209 hombres y 4 mil 303 mujeres. No quiere decir que en ese estado haya mayor número de desapariciones en general. El Estado de México tiene 22 mil 34 denuncias de hombres desaparecidos y 25 mil 200 mujeres. Le sigue Guanajuato con 7 mil 687 hombres y 8 mil 14 mujeres; Puebla con 5 mil 862 y 6 mil 463; Chiapas con 2 mil 259 y 2 mil 957; Aguascalientes, mil 883 hombres y 2 mil 571 mujeres; Hidalgo con mil 741 y mil 972; Oaxaca con mil 649 y 2 mil 294, y Quintana Roo con mil 285 y mil 449; Campeche con 503 y 724, y Tabasco con 382 y 534 (cito los diez estados con mayor número de denuncias de desaparecidas mujeres que de hombres).
El caso de Yucatán es emblemático por varias razones, la primera es histórica. En otras ocasiones he escrito en este mismo espacio sobre los dos primeros congresos feministas que se realizaron en esa entidad a principios del siglo pasado; el decreto del gobernador socialista Felipe Carrillo Puerto en 1922 para que las mujeres votaran y fueran electas, es decir, mucho antes de la reforma de 1953 a nivel federal.
Por otra parte, esa entidad fue una de las más seguras para las mujeres; si mal no recuerdo, en la administración de la actual diputada Ivonne Ortega hubo un solo feminicidio y, actualmente, sigue siendo uno de los lugares en donde menos delitos se denuncian.
Sobre otras entidades no podemos decir lo mismo, no causa sorpresa que en Guanajuato desaparezcan las mujeres por grupos, tal y como sucedió la semana pasada con Paulina B. Reséndiz, Mariana G. Gutiérrez, Yoselin D. Paredes. Gabriela Barbosa, Rosa M. Pérez y Sandra Martínez. Lo que causa frustración y coraje es que, ya sea por incapacidad o por corrupción, ni la autoridad local ni la federal se hagan responsables de frenar la crisis de las criminales desapariciones.