El tejido social está roto .

**Bajo Sospecha .

/Bibiana Belsasso /

¿Qué está pasando en la sociedad mexicana que cada día la gente está más violenta? ¿Por qué tenemos tantas peleas entre los estudiantes con consecuencias en donde se llega incluso a perder la vida? ¿Por qué cuando hay una pelea, los mismos estudiantes la fomentan, aplauden y graban? ¿Por qué las autoridades escolares no le están dando la importancia que tendría que tener este tema?

Si bien siempre han existido peleas en las secundarias y preparatorias, siempre ha habido un alumno que moleste a otro, la saña, el coraje y la belicosidad que se vive ahora es de unos años para acá, y es grotesca.

Es verdad, algunos pueden decir que antes no había redes sociales y que no se hacían virales estas peleas, lo cierto es que hoy son mucho más violentas y hay más niños y niñas con lesiones graves o muertos. Un dato: cada día hay más riñas entre mujeres.

Estoy convencida, sobre todo ahora que acabo de ver algunos de los nuevos libros de texto gratuito, que se deberían de incluir más valores y menos adoctrinamiento.

Estamos viendo el reflejo de la descomposición del tejido social que afecta a todo el país.

La semana pasada platicaba el caso de Norma Lizbeth, de tan sólo 14 años, que falleció tras ser agredida y golpeada por su compañera de escuela. Apenas tenía 14 años y cursaba tercero de secundaria. Antes de la pelea, Norma Lizbeth había acudido con sus maestros y directora del plantel y nadie le hizo caso.

Esa misma semana, y en la misma zona del Estado de México, sucedió lo mismo en otra pelea entre niñas.

Decíamos que la semana pasada se vieron peleas que tuvieron consecuencias graves en Michoacán, Zacatecas, Tamaulipas entre otros estados.

El caso más grave se grabó en el puerto de Lázaro Cárdenas, donde dos alumnas de las secundarias técnicas 12 y 110 se pelearon al interior de un centro comercial, y aunque la pelea no duró mucho, una de las jóvenes de 13 años quedó inconsciente.

Esta misma semana nos enteramos de otro caso, el de Axel.

Axel sufrió acoso escolar por varios meses. En una de esas ocasiones su agresor lo aventó contra un restirador, una de las mesas que usan en los talleres de dibujo. Axel narró que respondió con un reglazo y que después no recuerda más.

Su mamá fue notificada de lo ocurrido, pero quien vio primero al niño fue su abuelita, quien lo encontró aturdido y con un fuerte dolor.

Ocurrió el pasado 23 de febrero, y hoy este joven sufrió un hematoma epidural, lo operaron para corregir una fractura en su cráneo y aliviar el sangrado al interior de su cabeza.

Su familia habló con la directora de la escuela, pero la respuesta fue que no se podía entrometer en discusiones entre alumnos, que “sólo estaba para cubrir la parte pedagógica”.

Es decir, que las autoridades escolares no eran capaces de resolver el acoso escolar, que en más de una ocasión ya había sido denunciado y que no sólo ocurría contra Axel, sino con otros alumnos.

Ante esta situación, la mamá de Axel decidió interponer una denuncia porque en la escuela no le brindaron la atención correcta y pidió que los padres del menor que agredió a su hijo paguen por los gastos hospitalarios.

Cuando Axel salió de la cirugía, el doctor dijo que era un milagro que hubiera sobrevivido porque el golpe le pudo haber causado un derrame cerebral.

Por su parte, Axel narra que tras la operación su cabeza es más sensible, “tengo dolores, me levanto en la noche, a veces no me puedo dormir, no me puedo acomodar”.

De por vida, este joven tendrá secuelas de un bullying que pudo ser prevenido por las autoridades escolares, pero que prefirieron quedarse calladas, pese a que hablamos de la salud física y psicológica de un menor de edad.

Esa misma semana, la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció medidas contra la violencia en los planteles educativos. Lo que no hemos visto es que se está implementando.

A la violencia entre alumnos se suman las agresiones entre maestros y estudiantes, como lo ocurrido en el CBTIS 83, de Actopan, Hidalgo. En redes sociales se viralizó el momento en que un maestro encara a uno de sus alumnos, lo insulta y amenaza con irse a los golpes si no se queda callado.

La discusión comenzó porque el alumno se burló del profesor y éste, en vez de decirle que así no se le hablaba y ponerle un reporte, lo amenazó con golpearlo.

Pero es una problemática que también compete a los padres de familia, que son el primer ejemplo que los menores observan y de quienes aprenden las acciones que reflejan en las escuelas. Si los pequeños ven que su padre o madre son agresivos, el menor replicará esas acciones.

No se puede controlar lo que sucede en los hogares mexicanos, pero la SEP sí pude decidir qué se le enseña a los alumnos y cómo deben reaccionar para poder reducir esta violencia.

Recientemente, la SEP presentó a los titulares de Educación de las 32 entidades del país la Estrategia en el Aula para la Prevención de Adicciones, para inhibir el consumo de sustancias adictivas entre estudiantes de secundaria y nivel Medio Superior de escuelas públicas y privadas. Se dijo que para evitar que los jóvenes engrosen las filas de grupos criminales.

Explicó que la estrategia dispondrá de una guía para docentes con información y características de las distintas sustancias tóxicas, que compartirán con alumnos diariamente en sesiones de 10 a 15 minutos durante las asignaturas de Formación Cívica y Ética; Biología y Vida Saludable, en las secundarias de jornada regular y de horario extendido, así como en las asignaturas de ciencias para las y los alumnos de bachillerato.

Los estudiantes recibirán materiales impresos, infografías, audiovisuales y recursos gráficos para reforzar las sesiones con las y los maestros frente a grupo, donde se les informará sobre la importancia de la prevención y el autocuidado; las consecuencias del consumo, a fin de propiciar su sensibilización y reflexión sobre las adicciones.

No se sabe bien cuál es la preparación que los maestros están recibiendo sobre drogas y adicciones para poder transmitirla a los alumnos, pero lo primero que se tiene que hacer es trabajar con los maestros para que éstos, a su vez, conversen con los alumnos para que disminuya el acoso y la violencia escolar.