La inmoralidad de López Obrador y la crisis de su sexenio –

/ Verónica Malo Guzmán /

El elegido del pueblo, el que barrería con la corrupción y sería diferente a todos sus predecesores, ha resultado ser una pésima copia del priista de los 70s. Además, uno capaz de lo inimaginable con tal de concentrar el poder. Su desprecio por la población vulnerable es real; ha confesado que el ayudarles es tan solo una estrategia política para asegurar votos.

‘El movimiento se demuestra andando’, reza el refrán y en su diario caminar —hablar—, lo único que ha quedado claro por parte de López Obrador es que no le importa México. Ni su gente. Que no tiene escrúpulos y que, al conocer de sobra la mentalidad del mexicano, domina el arte de la manipulación. Su único interés: mantener “el control” gubernamental y continuar escuchando su propia voz.

La inmoralidad es la marca de Andrés Manuel. Ante la tragedia de otros, la víctima es él. Si le reclaman, diluye responsabilidades. Siempre hay un pretexto, una mentira, una justificación ante el legítimo cuestionamiento. El sexenio se le ha ido en hablar, hablar y hablar; divagar, señalar, reír. Verdaderamente inmoral es cobrar por echar labia que nada soluciona.

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Andrés Manuel enfrenta el momento más crítico de lo que va del sexenio. El asesinato de 39 migrantes que eran custodiados por SU gobierno.

El día que compartió la noticia, culpó a los muertos. Tuvo que aparecer un video donde se ve la desidia de los guardias de seguridad, para que conociéramos la verdad. Solo entonces el presidente “humanista” dijo que estaba triste y que le “había roto el alma”. Encima pronunció estas palabras: “me ayuda a enfrentar este dolor lo que hemos venido haciendo para ayudar a los migrantes”. Pamplinas.

Una mentira que se suma a la ya larga lista; más de 4000 recomendaciones por parte de la CNDH relativas a cómo el gobierno trata a los migrantes subrayan lo poco que la 4T ayuda a estos. Ninguna recomendación, ni una sola, ha sido cabalmente atendida.

Lo que el gobierno sí ha venido haciendo es disminuir el presupuesto destinado al INM, mismo a sabiendas de que el número de migrantes se ha incrementado (este año, 30 mil al mes de todas las nacionalidades que deporta Estados Unidos y que López Obrador ha aceptado recibir —y por lo visto, encarcelar—). No se ha construido infraestructura para recibir a los crecientes éxodos y deportaciones, y no se ha incrementado ningún rubro para atenderlos. Eso es lo que “hacen para ayudarlos”.

No es la primera tragedia que enfrenta López Obrador, pero sin duda esta ha dejado al descubierto la insensatez, la desfachatez, la inmoralidad de su persona y de todo lo que significada la administración federal cuatroteísta.

T
Adán Augusto López Hernández, ¡secretario de Gobernación!, puso el tono. Se enojó porque se dio a conocer el referido video, ¡no por por la criminalidad de las acciones de las autoridades! De ahí deslizó culpas y responsabilidades a Marcelo Ebrard. Ante la tragedia no se condolió por las víctimas, ¡qué va! Tan solo se promocionó como candidato.

Se sabe que la instrucción en el INM fue que se mantuvieran cerradas las puertas del referido centro; que no se dejara salir a los migrantes. 39 muertos como resultado de SUS órdenes, siendo López Hernández titular de la dependencia encargada.

Inmoral que la empresa que “operaba” dicho centro de detención migratoria pertenezca a un cónsul honorario de Nicaragua en nuestro país. Más de tres mil millones de pesos de nuestros impuestos se le ha transferido a dicho personaje; viendo la situación en que tenían a los migrantes, la pregunta es ¿a dónde ha ido esa ingente cantidad de dinero?

¡Pero también la obscenidad de pagarle a un “empresario” que representa a un régimen dictatorial!

La desfachatez de nuestro presidente de la República de haber soltado “es culpa de una empresa”, pero cuando se supo de cuál se trataba, tapar el hecho con una gran, grandísima, cortina de silencio. Y el cinismo hacer mutis cuando le preguntan del asunto; él, que siempre habla hasta de lo que tiene que callar.

La inmoralidad de no hacer ningún despido de gran calado, ¡pero tampoco ningún cambio de RELEVANCIA en la política migratoria!

¡Una burla como no he visto otra de nombrar al ¿padre? Solalinde como presidente honorario de un nuevo consejo en defensa de los derechos humanos de los migrantes! Sí, el mismo “defensor” que celebró la política de Donald Trump en contra de ellos.

Ya en la tragedia de Tlahuelilpan con 137 muertos calcinados, había señales de que vendrían solo palabras… no se abrió entonces ni siquiera una carpeta de investigación. Menos aún hubo detenidos o algún consignado. Impunidad total ante la muerte.

Ahora, en Ciudad Juárez, el viernes López Obrador no quiso ver ni escuchar a los desconsolados. Tal vez hoy sábado publiquen alguna foto suya en algún hospital, pero ya lo dijo: hablará con los doctores, no con las víctimas. ¿Será que los doctores están en la nómina gubernamental?…

Ante el reclamo doliente, López Obrador se convirtió en victimario respondiendo: “te mandó Maru” (refiriéndose, por supuesto, a la gobernadora panista de Chihuahua. A ella a la que presumen en las fotos para hacer un conteo de cuántas mujeres son hoy, con la 4T, gobernadoras de una entidad de la República, pero a la que a la primera de cambio AMLO llama “adversaria”).

La mujer que le reclamaba ayer al mandatario simple y genuinamente estaba indignada.

¿Algún día podrá López Obrador dejar de echar culpas y asumir su responsabilidad? Se dice que no lo hizo cuando niño ni de joven; supongo que menos lo hará ahora.

Tan “conmovido” el titular del Ejecutivo federal que sigue sin exigir la renuncia de Francisco Garduño, el director del INM. ¡Este individuo ni siquiera ha rendido cuentas, no se diga haya sido cesado o investigado! La inmundicia de este señor y de la situación que le rodea es tal que no puede aventurarse a ofrecer una rueda de prensa. No, que va, para ello mandan a Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad Pública y Ciudadana (SSPC). Su nueva encomienda: servir de tapadera a Garduño (de tapadera de López Obrador ya lo era desde mucho tiempo antes). Así la protección de los mandos responsables, encubriendo la corrupción del INM y de esa otra empresa a la cual también nadie investiga.

Lo que veremos este fin de semana y en los días venideros será una que otra narrativa insulsa, la victimización permanente, culpar a otros, y después, aprovechando la Semana Santa, apostar por un olvido que nada tendrá de divino.

Cuando lo que urgía era un despido de altos vuelos, así sea con fines meramente “didácticos”, se protegerá a la caterva de culpables. Porque la corrupción en la 4T se barre a la vista de todos, pero debajo de la alfombra.

López Obrador pudo instruir al Poder Legislativo —sí, s esa bancada mayoritaria que solo es un apéndice de él— que aceptaran la comparecencia de Adán Agusto y de Marcelo, pero no. Lo rechazaron. Al igual que se negaron a condenar la tragedia. En un acto de “humanidad” en el Senado, Morena no permitió que se emitieran condolencias públicas a los familiares de los muertos o a sus naciones de origen.

Durante cuatro años, Andrés Manuel ha desaparecido el dinero de fideicomisos, endeudado al erario, construido elefantes blancos, arrasado con selvas y manglares, reducido presupuestos y reventado procesos que han hecho que la salud y la educación zozobre. Ha condenado al país a no mejorar.

Ante la crisis de su sexenio, López Obrador juega al olvido y actúa con absoluta inmoralidad. Es lo único que sabe hacer.