Tijuana también llora .

/ Por: MÓNICA GARZA /

Cuando Adolfo López Mateos era candidato a la Presidencia de la República (1960), visitó Tijuana, Baja California, como parte de sus recorridos de campaña y ahí dijo: “Aquí empieza la Patria”, y desde entonces la frase se quedó como lema de la emblemática ciudad fronteriza.

Es la más poblada del estado y en 2020 el censo del Inegi la registró como el municipio con mayor número de habitantes del país (1 millón 922 mil 523), siendo además parte de la zona metropolitana transnacional más grande de México.

“La esquina de América Latina” le llaman también por su vecindad con Estados Unidos, que representa un punto cultural, comercial y productivo fundamental, porque además alberga instalaciones de empresas multinacionales.

Por su cruce fronterizo pasan cada año 50 millones de personas y es el único punto que tiene un puente peatonal cerrado para ir de un país a otro, donde el Colegio de la Frontera estima que, entre las estaciones de San Diego y Tijuana hay hasta 300,000 cruces diarios.

Pero Tijuana también es la quinta ciudad más peligrosa del mundo, según el Ranking Mundial que basa sus datos en la media de homicidios registrados por cada 100 mil habitantes. En 2022 se cometieron ahí, tres de cada cuatro asesinatos de hombres y mujeres en toda la entidad.

De los 2 mil 750 homicidios y feminicidios registrados en Baja California el año pasado, el 74% se cometieron en Tijuana, es decir, 2 mil 51 crímenes. Y en este 2023, de enero a abril se registraron 596 asesinatos, de los 721 de toda la entidad.

Apenas el lunes pasado fue hallada en Tijuana una camioneta con 7 cadáveres al interior, 6 de ellos escondidos en la caja trasera entre tablas y llantas. Al día siguiente un menor de edad murió en calles de la colonia Colinas de La Mesa.

Era un niño que esperaba afuera de un domicilio, a su padre que estaba trabajando como payaso en una fiesta infantil. Una balacera callejera alcanzó al niño y lo mató.

Y así puedo seguir y seguir con la lista roja, en un escenario de mucho temor entre los habitantes, incluidas sus autoridades, como la propia alcaldesa tijuanense.

“Uno no es de hule”, dijo Montserrat Caballero en la conferencia de prensa donde dio a conocer que, por recomendación de la Guardia Nacional, se fue a vivir al Cuartel Morelos (28 Batallón de Infantería).

La alcaldesa refiere estar amenazada a consecuencia de sus acciones contra la delincuencia, que según sus datos, han derivado en el decomiso de 1,721 armas y la detención de 785 generadores de violencia. “Los maleantes están enojados”, aseguró.

Pero la realidad es que la hermosa y singular Tijuana arde, quizá como nunca antes y la contención de la inseguridad no parece ser tan efectiva como se presume.

Montserrat Caballero, escuda su resguardo en un cuartel militar argumentando que “no es la seguridad de una ciudadana, sino de quien procura la seguridad de todos los ciudadanos tijuanenses”…

Pero son ellos mismos quienes reclaman seguridad para sus familias, quienes mientras la alcaldesa es protegida por los militares, en la calle se sufren las consecuencias del desamparo, sin las medidas de protección necesarias.

“En el cuartel no cabemos 2 millones de tijuanenses. Ella que tiene acceso a esa protección, que la goce; los demás no la tenemos”, dijo esta semana Roberto Quijano, presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Baja California, quien subrayó el miedo al que sobreviven miles de familias, sin el privilegio de otro tipo de seguridad.

Quijano ha advertido en más de una ocasión, la urgencia de cambiar la estrategia de seguridad bajacaliforniana, porque claramente no ha funcionado, pero se enfrenta a un gobierno que alude a “otros datos” y a un cuento de Narnia.

Como cuando a sólo a unos días de ocurrida la terrible masacre a pie de carretera, donde a plena luz del día fueron acribilladas 10 personas y 9 más resultaron heridas, la gobernadora del estado, Marina del Pilar Ávila Olmeda, descartó una crisis y simplemente habló de “retos”.

La realidad es que hoy una de las capitales más importantes del país, en la frontera norte más amplia, tiene una alcaldesa bajo resguardo militar por así convenir a su seguridad, mientras que para los dos millones de personas que hay detrás de los muros de ese cuartel, la vida es un volado de todos los días.

Es lo que hay…