Por Cecilia González*
Cada vez que anuncian la recuperación de un nieto o una nieta, la noticia se viraliza. Al escribir la palabra “Abuelas” en cualquier buscador de Internet, su página web es la primera que aparece. Tienen más de un millón de seguidores en redes sociales. Dan charlas y entrevistas por Zoom. Graban mensajes de audio y videos en teléfonos celulares. Organizan concursos y difunden campañas por Twitter, Facebook, Instagram.
Nada de ello podían siquiera imaginar las Abuelas de Plaza de Mayo en 1977, cuando, a fuerza de dolor, decidieron organizarse y diseñaron estrategias de comunicación para difundir una lucha que, 46 años después, todavía tiene como objetivo principal encontrar a cientos de nietos y nietas secuestradosapropiados por los represores de la última dictadura militar.
El aprendizaje ha sido arduo. En sus primeras reuniones, estas señoras que primero se bautizaron como Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos se preguntaban cómo lograr que sus denuncias se conocieran, cómo publicar despegados en los diarios.
Partieron de cero.
Era la época del teléfono fijo, las máquinas de escribir, las cartas redactadas a mano y entregadas por carteros. Además, sabían que corrían peligro. Se juntaban en lugares públicos para no despertar sospechas. Fingían celebraciones o actuaban como las típicas amigas que salen a tomar el té. Hasta inventaron un lenguaje en código para que nadie más que ellas supiera que estaban hablando de sus hijas o nueras embarazadas y desaparecidas, de sus nietos o nietas robados. La creatividad fue inagotable. En un viaje a Brasil, por ejemplo, obtuvieron testimonios que demostraban la existencia de un plan sistemático de apropiación de bebés. Antes de regresar a la Argentina, copiaron los datos en papel de seda y los pusieron en una caja simulando que eran bombones. Nadie sospechó de “las viejitas” que volvían de sus vacaciones.
De a poco se fueron vinculando con periodistas a pesar de que, salvo el Buenos Aires Herald, ningún medio quería publicar sus denuncias. Aprendieron a hacer folletos, afiches que pegaban en las calles o donde podían. Les escribieron cartas a Papas, jueces, diplomáticos, organizaciones internacionales. En la Argentina se entrevistaron con militares, obispos y políticos. Tocaron todas las puertas de todas las formas posibles. En el camino, cada tanto recuperaban un nieto, una nieta. Era su mayor aliciente.
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Las tareas estaban repartidas. Clara Jurado armaba los carteles para las marchas y llevaba fotos a los medios, mientras que Raquel Radío de Maricurrena recortaba los diarios para armar un archivo. Ambas Abuelas fundadoras, a quienes les habían secuestrado a sus hijos y a sus nueras embarazadas, crearon así una incipiente área de prensa y difusión.
Ya en democracia, las Abuelas comenzaron a contratar avisos en diarios, revistas, radios y canales de televisión. La difusión de la búsqueda, por fin, comenzaba a ser masiva. En 1987, Página 12 empezó a publicar recordatorios de los desaparecidos, política editorial que todavía hoy mantiene y que es excepcional en la prensa argentina.
En la década de 1990, la actividad de Abuelas se intensificó. Incluyó exposiciones en el Centro Cultural San Martín; charlas y congresos en escuelas y universidades; la muestra Memoria Gráfica, que resumía sus logros; el Concurso literario ”Identidad: De las huellas a la palabra“; el Congreso Internacional “Juventud e Identidad, 20 años de Abuelas de Plaza de Mayo”; la publicación periódica de un tabloide y el documental Botín de Guerra, pieza indispensable para conocer su historia.
La obra ¿Vos sabés quién sos? se convirtió en el germen de Teatro por la Identidad. Desde entonces, basta colocar la leyenda “por la Identidad” a cualquier tipo de acción cultural para que de inmediato se entienda que se trata de un proyecto solidario en apoyo a las Abuelas, ya sea música, rock, danza, tango, deporte, fotografía, historieta, televisión o arte.
Después de dos décadas de militancia, su lucha ya se conocía en la Argentina y en el mundo. La solidaridad y los reconocimientos se multiplicaban. Entonces llegó la era de Internet. Y las Abuelas encontraron una nueva y fundamental herramienta para seguir difundiendo su causa.
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A finales de la década de 1980, el crecimiento de Internet en la Argentina se aceleró. En 2001 las Abuelas lanzaron un sencillo sitio web que, al principio, solo contaba los casos de apropiación que estaban pendientes y los reencuentros. Ya habían recuperado a 71 nietos.
La página se enriqueció cada tanto a partir de rediseños que incorporaban cada vez más información. En 2013 se consolidó como una web moderna, con múltiples contenidos y de consulta obligada para periodistas, investigadores, y especialmente para las personas que tienen dudas sobre su identidad.
Una década más tarde, Clarisa Veiga, coordinadora de Prensa y Difusión, explica que la apuesta a corto plazo es que la página sea más dinámica, se adapte a cualquier dispositivo digital, aumente contenidos e incluya narrativas transmedia. También aclara que cada decisión sobre el uso de la tecnología se toma con cautela. Por ejemplo, con las redes sociales.
“Siempre evaluamos la repercusión para tener una respuesta responsable. Sin ser tecnofóbicas, analizamos si nos suma o resta. No queremos subirnos a las modas porque nos puede jugar en contra, como que banalice. Si miramos cuándo nacieron las redes sociales y qué han hecho las instituciones, nosotras nos sumamos más despacio. Primero abrimos la cuenta de Twitter, luego Facebook y por último Instagram”, recuerda. Todo ello ocurrió entre 2010 y 2015.
En abril de 2023, la red más popular de Abuelas es Facebook, que es seguida por 429 mil personas; luego está Twitter, que supera los 328 mil seguidores, e Instagram, que rebasa los 307 mil. Entre las tres, suman 1 millón 64 mil cuentas que las apoyan, promueven y participan de sus actividades y celebran con posteos, afiches y memes cada vez que anuncian la recuperación de un nieto o de una nieta.
A TikTok todavía no se han animado. “Es una duda si da, si no da, porque Abuelas es una institución con mucho prestigio, hay una cuestión de imagen, de seriedad. Es muy importante evaluar cómo impacta en la imagen institucional, no subirnos a la ola sólo porque es masivo. Para nosotras se trata de construir comunidad, conciencia, no solo ser trending topic, sino generar una participación genuina”, dice Clarisa.
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Las redes fueron un nuevo incentivo para la creatividad. En 2012 iniciaron la saga de TwitteRelatos por la Identidad, un concurso que tuvo siete ediciones y que desafiaba a escribir en esa red y durante 24 horas historias en 140 caracteres (que luego se ampliaron a 280). El jurado lo integraban escritores y los textos ganadores eran ilustrados por artistas.
“Todo era solidario y el premio era formar parte de una muestra. Había una ceremonia de premiación y un acto inaugural. Las Abuelas dejaban los certificados para los ganadores y ellos se sacaban una foto con su ilustrador. En general había mucha emoción. Lo que tenía de bueno es que después seguía generando nuevas acciones, derivaba en muestras gráficas que se exponían en el sur, en el norte, en otros países. Generaba otros encuentros”, recuerda Natalia Monterubbianesi, integrante del área de Prensa y Comunicación.
Cuando TwitteRelatos se agotó, intercambiaron el formato. Lo llamaron Insta por la Identidad y consistió en postular ilustraciones o fotografías en las que escritores o escritoras se inspiraban para crear historias.
Clarisa explica que tanto el objetivo de estos concursos como de la estrategia de comunicación en general, es lograr que otras personas se sumen y sientan la lucha de Abuelas como propia, que hablen de la temática y se comprometan.
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Durante la pandemia por COVID-19, en Abuelas pensaron que debían usar de alguna manera el tema de la vacuna, en particular cuando a los nietos y nietas recuperados les llegaron sus turnos. De ahí nació la campaña “Una dosis de identidad”, que consistía en que se sacaran selfies mientras los inmunizaban y las postearan con la leyenda: “Si te estás vacunando en estos días, y naciste entre 1975 y 1980, podés ser uno de los nietos o nietas que buscamos”. La viralización fue inmediata.
“Empezamos a subir las fotos a las redes y pegó mucho, fue un golazo, tuvo muchísimo impacto”, cuenta Natalia. “Fue una de las campañas más exitosas porque supimos leer el momento que estaba atravesando la sociedad para poder meter el mensaje de la búsqueda de los nietos y nietas”, reflexiona Clarisa.
Algo similar pasó con “La receta de la Abuela”, que también diseñaron durante la pandemia para que cocineros famosos prepararan recetas de las Abuelas que ellas soñaban con cocinarles algún día a los nietos y nietas que estaban buscando. En medio de la cuarentena, la cocina se había vuelto una actividad central. Era el momento justo. A la saga se sumó “El mejor encuentro”, un mensaje en el que pedían a las audiencias que contaran una experiencia especial que hubieran vivido con sus abuelas y abuelos en cualquier etapa de su vida.
“Era un momento en el que no se podía ver a las abuelas y abuelos por la pandemia. Convocamos a pensar cómo sería el momento de reencontrarse con ellos y hacíamos un poco el paralelismo de que era algo que las Abuelas estaban buscando hacía 40 años y muchas de ellas todavía no lograban. Apelábamos a sensibilizar”, cuenta Natalia.
En los primeros años de Abuelas, los mensajes estaban dirigidos a personas que tuvieran alguna información, a testigos de las apropiaciones de bebés o niños que no podían reclamar por sí mismos. Por eso, en su primer spot pedían: “Si usted sabe algo, ayúdenos a encontrarlo”.
Fue Abel Madariaga, un hombre que se había sumado a la mesa directiva de Abuelas y que buscaba a su hijo nacido en cautiverio, quien, a mediados de la década de 1990, se dio cuenta de que era momento de convocar a las nietas y nietos en sus mensajes. Algunos ya rondaban los 20 años. Había que interpelarlos directamente para que, si tenían dudas de su identidad, se acercaran a Abuelas. Ese fue el caso de un joven que en 2010 acudió a realizarse los exámenes porque creía que era hijo de desaparecidos. Tenía razón. Era Francisco Madariaga, el hijo que Abel había buscado durante 32 años.
A través de décadas de lucha, los anuncios de Abuelas han mutado para adaptarse a las edades que van cumpliendo los nietos y nietas, con spots que llevan títulos como “Resolvé tu identidad ahora”, “Buscá la verdad” o “Animate a dar el paso”. Pero hoy que ya son adultos de 40 y tantos años y que cientos siguen sin acercarse, están tratando de llegar a las y los bisnietos. A ellos también les robaron su identidad. Por eso, en 2022 lanzaron el spot “La pregunta”, en el que una niña cuenta en su casa que su maestra les enseñó quiénes son las Abuelas de Plaza de Mayo. Entonces pregunta si su papá fue adoptado o apropiado. “¿Y si una de esas abuelas te está buscando, no te gustaría conocerla?”, lo interpela. La duda queda latente.
La mejor campaña, sin embargo, es el anuncio de la recuperación de un nieto o nieta. Ahí sí, las consultas siempre se incrementan.
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Las estrategias de comunicación deben pasar por el aval de las Abuelas, quienes valoran la importancia de tener una página web o de contar con redes sociales, aunque en lo individual su relación con la tecnología ha sido dispar.
“Delia [Giovanola] era una genia. Tenía Facebook, Instagram… todo el tiempo estaba con el teléfono, como una adolescente”, dice Natalia al recordar a una de las fundadoras de Abuelas que murió el 18 de julio de 2022, a los 96 años. En 2015, luego de 39 años de búsqueda, había encontrado a su nieto Martín.
“Buscarita [Roa] solo tiene Facebook. Estela [de Carlotto] es tecnofóbica, pero confía en lo que hacemos. Antes tenías que llamarla por teléfono o verla y ahora te puede mandar un video, un audio. Entiende que hay que usarlo. Ella y todas las abuelas acompañan. En pandemia se tuvieron que adaptar a un millón de situaciones, por ejemplo, daban charlas por Zoom. A nada dicen que no”, añade.
Y es cierto. Las Abuelas se adaptan a lo que haga falta. En marzo de 2023, en el marco de las conmemoraciones por los 40 años de democracia ininterrumpida que celebra el país, lanzaron un concurso para que programadores desarrollen un software que permita organizar el vasto archivo de la organización, que consta de miles de recortes de diarios y revistas sobre su trabajo. La compilación abarca desde los años setenta, pero como los documentos están digitalizados con distintos programas y formatos, el archivo todavía no puede ser consultado.
Es todo un reto. Pero si alguien sabe lo que es superar desafíos que parecen inalcanzable,s son estas Abuelas que un día, con la angustia a cuestas, salieron de sus casas y, sin proponérselo, se convirtieron en símbolo de los derechos humanos, impulsaron avances científicos en la genética forense y la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos y lograron la incorporación de artículos por el derecho a la identidad en la Convención Internacional por los Derechos del Niño y en las leyes nacionales de adopción.
Unas Abuelas que, sin pedir venganza, apenas justicia, han recuperado a 133 nietas y nietos. Y que, 46 años después, siguen peleando para encontrar a los que faltan.
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“Este artículo se publicó originalmente en Andrea Ramos (comp.), Democracia en red. Internet, sociedad y política en la Argentina. Buenos Aires: NIC Argentina, 2023”. El libro es de acceso libre. Se puede descargar aquí.
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Cecilia González es una periodista mexicana radicada en Argentina. Escribe para medios argentinos y extranjeros. Es docente de talleres de periodismo y autora de “Narcosur”, “Todo lo que necesitas saber sobre narcotráfico”, “Narcofugas” y “Al gran pueblo argentino. Crónicas”, entre otros libros. Ha participado en proyectos colectivos que rescatan historias de víctimas de la violencia en México. Coorganizó las cuatro ediciones del Festival de Literatura de No Ficción Basado en Hechos Reales (Buenos Aires, de 2017 a 2020). Realizó la producción periodística de los documentales “Los días de Ayotzinapa” y “Ernesto Guevara, también conocido como El Che”, emitidos en Netflix.
La opinión vertida en esta columna es responsabilidad de quien la escribe. No necesariamente refleja la posición de adondevanlosdesaparecidos.org
**Foto de portada: Las Abuelas Chela Fontana, Raquel Radío de Marizcurrena, Clara Jurado y Eva Castillo Barrios marchan junto a las Madres de Plaza de Mayo, 05.05.1982.
Fuente: ABUELAS