AMLO, ahí está el detalle

*Sin tacto . 

 / Por Sergio González Levet / 

 

Al Presidente de la República se le ve preocupado, muy intranquilo por un tema que no lo deja dormir, que ha despertado sus instintos, que lo lleva a dar órdenes tajantes. Tiene que ver con el huracán Otis y Acapulco, ciertamente.

¿Es el rescate y la reconstrucción del bello, histórico e internacional destino turístico? ¿Es la salvaguarda de las 800 mil personas que habitan la ciudad y el puerto y que perdieron todo? ¿Es la impaciencia por dotar de agua y comida a los cientos de miles de damnificados? ¿De reponer los servicios de luz eléctrica y telefonía?

No, para nada.

A Andrés Manuel López Obrador le inquieta en demasía que los medios de comunicación importantes de México están hablando mal de él y de su errática conducta frente al ciclón más grave que se ha cernido sobre el Pacífico mexicano.

Otro igual que ése, de categoría 5 y con daños tan monumentales, solamente el Janet, que se formó en el Caribe en 1955, destruyó Chetumal, sobrepasó la Península de Yucatán, volvió a tomar fuerza en el Golfo y se enderezó contra Tampico y muchas ciudades veracruzanas.

A grandes males, grandes remedios, reza el dicho popular, pero AMLO se quedó pasmado, más interesado en lo que iba a decir en la Mañanera ese día después y en minimizar la destrucción de Acapulco y otros municipios aledaños, como Coyuca de Benítez.

Desde la palestra presidencial, el tema central ha sido no hablar del tema central; ésa es la política de Gobierno respecto a la tragedia.

Y a partir de ahí, el discurso desde Palacio ha sido el regaño, la denostación, el insulto hacia quienes han reporteado profesionalmente la peor calamidad natural de México en este sexenio, en el que ha habido tantas otras desgracias producidas por la mano (armada) del hombre.

Como en el Black Jack, el Presidente se plantó en 27 muertos y cuatro desaparecidos, que fueron la cifra oficial desde la que se justificó la poca ayuda, la abulia para intervenir con apoyos, la incapacidad, la insensibilidad, la pereza.

Y las cifras se desmadejaron ante el tamaño de la desventura. Poco a poco, los enviados de AMLO y las autoridades estatales de Guerrero tuvieron que ir ajustando los números con la realidad que no se puede tapar con un dedo.

Hasta ahora, oficialmente se han reconocido 47 muertos y 37 desaparecidos. Este último número tuvo una pasmosa evolución, porque pasó de los cuatro iniciales a 10 reconocidos, y después la gobernadora macedonia dijo que habían encontrado ya a 152 desaparecidos, que nadie sabe de qué recoveco de su imaginación o su locuacidad los sacó y los rescató.

AMLO terminó por quejarse de que los periodistas “viles y conservadores” habían magnificado los daños, cuando “¡No nos fue tan mal!”, y como comparación pretextó que en otro huracán categoría 4 en Acapulco había habido 400 muertos.

Habrá que ver en qué acaba esta tragedia de errores cuando terminen de contar los muertos, muchos debido a su desidia.

 

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