/ Genaro Lozano /
Ociel Baena vivía con un enorme abanico a la mano con el que desafiaba la homofobia, el odio al lenguaje incluyente, los roles de género y el machismo. “¡Y la que-so porte!” decía en sus videos después de algún mensaje en el que educaba sobre temas electorales, derechos humanos o de diversidad sexual. Ociel construyó una presencia imposible de ignorar en las redes sociales en el último par de años. Sus videos se hacían virales y detonaban el odio verbal. Baena también hizo historia al convertirse en la primera persona no binaria en acceder a un tribunal electoral. Ociel era magistrade electoral y desde ahí profundizó su activismo. Ayer por la mañana encontraron a Ociel y a su novio sin vida en su hogar en un fraccionamiento de Aguascalientes
“Mataron a quien mi papá me enviaba sus noticias para mostrarme que a personas como yo les puede ir bien”, escribió ayer una persona no binaria en X (antes Twitter) y justo ése es el dolor que deja la muerte de Ociel. Un profundo dolor porque Ociel visibilizaba y representaba con mucha dignidad a un sector de las poblaciones LGBT. Elle se reconoció como una persona no binaria en el 2020 y desde entonces usaba la ropa, el maquillaje y el lenguaje, su expresión de género, para incomodar, inconformar y desafiar al mundo. Le magistrade impulsó amparos en su estado para el reconocimiento de la identidad no binaria, fue de las primeras personas en tener un pasaporte mexicano con el reconocimiento a su identidad y de las primeras en obtener una credencial de elector con casillero no binario.
La identidad no binaria es hoy de las más contenciosas en la arena pública. Una persona no binaria no se reconoce ni como mujer ni como hombre y de hecho combina lo que conocemos como masculinidad y feminidad en su expresión de género indistintamente. No tiene nada que ver con la orientación sexual. Se puede ser una persona no binaria y ser una persona hetero, lésbica, homosexual, bisexual o asexual. También hay personas trans que son no binarias. La no conformidad con el género y sus roles, con la actuación del género que nos dictan desde que nacemos, no es nada nueva. De hecho, con los lentes con los que hoy nombramos conceptos podríamos decir que Juan Gabriel, David Bowie y Marlene Dietrich encajan dentro del espectro no binario. La diferencia es que hoy las personas no binarias utilizan el lenguaje neutro para reconocerse, visibilizarse y politizar su identidad, exigiendo un reconocimiento, que dicho sea de paso, no violenta a nadie. El lenguaje incluyente no mata; el odio sí.
Ociel había recibido amenazas de muerte en su estado. Por esa razón le acompañaba una persona de seguridad. Su notoriedad nacional le hacía víctima diaria del odio en las redes sociales. Por todo eso, desde julio elle estaba en el mecanismo de protección a personas defensoras de derechos humanos. Las autoridades del estado han sugerido violencia doméstica, un “crimen pasional”, concepto que en las leyes mexicanas estaba tipificado hasta los años 70 como “homicidio por pasión” y que literalmente fue una herramienta jurídica heteropatriarcal usada para invisibilizar los crímenes de odio, principalmente feminicidios y asesinatos de personas LGBT.
Escribo estas líneas poco antes de ir a una velada para honrar a le magistrade. Su muerte tocó a las poblaciones LGBT. Espontánea y rápidamente se organizaron veladas en todo el país. El odio no respeta el duelo. Nuevamente las redes se inundaron de mensajes que se burlaban de la expresión de género y la identidad de Ociel, mensajes que no respetaban sus pronombres.
Las redes volvieron a llenarse de mensajes amenazadores contra quienes osamos escribir “le magistrade”. Da miedo leer esos mensajes, pero la comunidad es resiliente y el mejor homenaje a Ociel y a las personas defensoras de derechos que han sido asesinadas es seguir trabajando por un país sin odio y, pese a la polarización, seguir apostando un sentido comunitario entre las poblaciones LGBT. Nuevamente hasta que la dignidad de todas las personas, incluidas las no binarias, se haga costumbre.