/ María Elena Morera /
El Presidente se ha empecinado en reducir las estadísticas, no las desapariciones. Todo indica que finalmente este año cayó en cuenta que en su sexenio no hay una política pública para prevenir las desapariciones. Le resultó insoportable el dato de 47,178 personas desaparecidas no localizadas en lo que va de su sexenio, 176% más que en el sexenio de Felipe Calderón (17,076) por lo que sin presentar evidencias afirmó que la cifra de desaparecidos en realidad es menor al dato oficial generado en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).
Su estrategia ahora es rasurar el número de personas desaparecidas sin atender el problema real que es encontrar a los miles de desaparecidos. Instruyó que los siervos de la nación dirigidos por la Secretaría del Bienestar, que no es institución responsable en la ley de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), hicieran un “censo” sin ningún rigor metodológico; para él son más importantes sus intereses políticos que las víctimas y la ley.
Pero antes de ser copartícipe de la vileza de Palacio, la excomisionada de la CNB, Karla Quintana, decidió renunciar. En su primera aparición pública señaló que su renuncia se debió a las “diferencias sustantivas en torno a la forma y el objetivo que persigue dicha actualización”. ¡Que razón tuvo!
Primero, en el censo los Siervos de la Nación, que hacen de todo, pero no son técnicos en nada, están cometiendo muchos errores. Por ejemplo, como denunció la organización A donde Van los Desaparecidos, cruzaron el RNPDNO con el Registro de vacunados por Covid-19, y sin verificar que se trataba de homónimos las fiscalías llamaron a los familiares para decirles que su desaparecido se vacunó, ante la grata sorpresa los familiares quisieron localizarlos y constataron que era falso.
Segundo, el censo lo están haciendo en las entidades gobernadas por Morena. Por las declaraciones del Presidente y por el sesgo político del instrumento podemos deducir que se trata de reducir los reportes de desaparición durante el actual sexenio.
Por último, tras la renuncia de Karla, el Presidente nombró a Teresa Reyes Sahagún como titular, sin experiencia en búsqueda de desaparecidos. Fue suficiente ser exdirectora de la Unidad de Coordinación de la Secretaría del Bienestar. Con el nombramiento de una inexperta está latente el riesgo que se de instrucciones al código fuente que no estén acordes a la ley; como en los casos que mencioné, que con un solo indicio y sin verificar se bajen de la plataforma a miles de desaparecidos del Registro.
El censo pretende desaparecer a los desaparecidos sin atender el problema de fondo que es el subregistro, no el sobre-registro. Si bien puede haber algunos sobre-registros ya sea porque la autoridad no actualizó la información, o por que la persona haya regresado a su casa y no dieron aviso, lo cierto es que muchas víctimas afirman que, por cada persona registrada, al menos hay dos o tres que por miedo a los criminales o por desconfianza en la autoridad no son registradas.
Sin duda hay enormes retos para desarrollar las capacidades del Estado que atiendan la crisis humanitaria en curso. El principal es fortalecer los centros de identificación humana para entregar los restos a los familiares y que puedan cerrar su círculo de dolor. Pero en lo inmediato queda denunciar en instancias internacionales la intención del Presidente de destruir RNPDNO, sabemos que cuando se trata de demoler es implacable.
Las madres buscadoras una y otra vez han señalado el desprecio del Presidente a su dolor. Contrario a esto el Presidente afirmó: “mi gobierno no le ha quedado a deber a los colectivos de búsqueda”. Su perversidad se verá coronada cuando las personas desaparecidas sean borradas de los registros oficiales de un plumazo. (Colaboró Fernando Escobar Ayala)