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/ Por Marisol Escárcega/
¿Alguna vez se han preguntado a qué edad se casaron sus abuelas o sus madres? Probablemente, las primeras a los 17, si no es que mucho antes, mientras que las segundas a los 22, y seguramente, ambas ya tenían un@ o vari@s hij@s antes de los 25.
Sí, ya sé que me dirán que “eran otras épocas”, que respondían a “otras circunstancias”, pero ¿no me digan que no se alarman al enterarse de que su abuela se casó (o la casaron) a los 16 con un hombre cinco o diez años mayor que ella?
Esa tendencia ha cambiado radicalmente en los últimos años, tanto que ahora, para muchas, el estado favorito es la soltería.
Seguramente, tod@s conocemos a una mujer así, que ya rebasó la “edad reproductiva” y que vive sola y nunca se casó, quizás es una vecina, una tía, una prima o una amiga.
Son mujeres mayores de 30 que viven con sus papás o por su cuenta, pero que son independientes económicamente y muchas siguen estudiando, aunque, ojo, no es lo mismo una mujer soltera que vive con sus padres a una que vive sola. Sin duda, la segunda siempre será mal vista, no importa que tenga novio, porque dirán que la primera ayuda a sus papás, mientras que la otra vive sin responsabilidades.
La realidad es que, en estos tiempos, las mujeres tenemos mayores posibilidades de estudiar una carrera y/o enfocarnos en nosotras; casarse, tener hij@s y dedicarse sólo a la familia ha quedado relegado, de hecho, muchas ya ni se casan ni tienen hij@s. La soltería es el denominador común.
Y, seamos honestas, toda nuestra vida nos han dicho que debemos estar con alguien, casadas o no. ¿Solas? Ni pensarlo, porque ¿quién nos va a cuidar cuando seamos ancianas, si ni tuvimos hij@s?
También nos venden la idea de que podemos tener todo (carrera, pareja e hij@s), pero siempre acompañadas.
Nos pintan a las mujeres sin pareja, mal llamadas, solteronas o quedadas, como aquellas que viven rodeadas de mil gatos o perros y, además, tristes.
Jamás nos dijeron que una mujer soltera no es sinónimo de estar sola o que, si no tiene pareja, no quiere decir que está amargada y triste. Nunca nos han dicho que las mujeres solteras también son productivas, exitosas, y sobre todo felices, porque, ¿se imaginan cuántas querrían estar así? ¡Adiós, familia tradicional!
Jamás nos dijeron que teníamos otra opción, la de la soltería.
Ser soltera y, encima, sin pareja ni hij@s, sin duda, es una afrenta a la sociedad que nos preparó toda la vida para ser la madresposa, como diría Marcela Lagarde.
Estar solteras es un acto de rebeldía, pues, “la soltería es un estado de bienestar y plenitud” al que no todas nos atrevemos a conocer porque, quizá nos dé miedo descubrir que, al no tener pareja, también somos muy felices, incluso más.
De hecho, hay estudios que revelan que las mujeres que nunca se casaron ni tuvieron hij@s tienen una vida más saludable y feliz, por el contrario, los hombres que son solteros y sin hij@s tienen mala salud, quizá, porque quienes se dedican a mantenerlos sanos y estables son las esposas o parejas, y ojo, no es que quien esté con alguien viva amarg@, pero estadísticamente cuando una mujer vive en pareja “gana” siete horas más de trabajo al día, mientras que un hombre las pierde.
¿Cuántos ejemplos conocemos de mujeres que se quedaron en relaciones tóxicas, violentas o mediocres, ya que separarse después de 10, 20, 30 o más años de casada era impensable? Y, es que “¿qué va a decir la familia?, ¿qué voy hacer a mi edad?”.
La soltería no es un sinónimo de irresponsabilidad ni de amargura. Dejemos de pensar que de-be-mos estar en pareja y/o con hij@s para estar realizadas o completas.
Cualquier estado es revolucionario y subversivo si se elige en libertad, la soltería es una opción más.
marisol.escarcegagimm.com.mx