Por Yamiri Rodríguez Madrid
La hemorragia continúa. Veracruz se desangra y las autoridades no tienen ni idea de lo que es un torniquete. Otra vez fue el sur de Veracruz, Coatzacoalcos, donde la barbarie, la tragedia, se hizo presente, aunque lo cierto es que nunca se ha ido. Por el contrario, se ha instalado cómodamente, sin que nadie la moleste, cada vez más sanguinaria.
Como sociedad aun no nos reponíamos de la matanza de 13 personas en Minatitlán, entre ellas un bebé de un año, el pasado mes de abril, cuando la noche de este miércoles un comando armado prendió fuego a un table dance en Coatza. El saldo de la nueva masacre en Caballo Blanco son 26 muertos y por lo menos una decena de heridos.
Lo que ahí sucedió fue una escena de terror, algo inédito, dantesco. Las versiones de testigos es que unos sujetos entraron, acorralaron a los que estaban ahí, entre ellas a varias mujeres que laboraban, los rociaron con gasolina y prendieron fuego.
La tragedia descarnada puso en evidencia dos cosas: la ineficiencia y la necedad de nuestras autoridades en seguir enfrascados en una disputa estéril que en nada abona a calmar a Veracruz y que a la gente no le importa.
Un rato después de los hechos, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) fue la única en salir, como Tehuacán destapado, a “lamentar” lo sucedido en el bar y a decir que había ya un operativo de búsqueda de los responsables y que en “breve” haría un comunicado de prensa, cosa que pasó 14 horas después. Unas poco más tarde, el gobernador Cuitláhuac García mandó un tweet condenando los hechos y un par más al otro día responsabilizando a la Fiscalía estatal, de Jorge Winckler, de haber liberado en menos de 48 horas, en el mes de julio, a uno de los presuntos responsables de la quema del bar. Incluso, dada la gravedad del asunto, fue tema en la mañanera presidencial, donde Andrés Manuel López Obrador reiteró una vez más la supuesta responsabilidad de Winckler.
Tras la pifia, puesto que el delincuente fue liberado por un ministerio público federal, comenzó otra vez la avalancha de acusaciones de ambos lados, en redes sociales principalmente, sin que al momento haya detenidos o como si eso bajara los índices delictivos. No es que Miguel Ángel Yunes haya sido la panacea como gobernador, pues tampoco pudo con la violencia, pero mínimo nos hubiese dado atole con el dedo haciendo una transmisión desde su camioneta diciendo que en ese momento iba hacia Coatzacoalcos, cosa que en esta ocasión no sucedió; pareciera que el comunity manager oficial fue el que sacó los tweets los cuales, por cierto, iban hasta con errores porque dijo el mandatario que pediría la atracción del caso a la PGR cuando ya cambió su nombre de Procuraduría a Fiscalía. Pero este es de los males el menor, luego de la exhibida que se dieron con la liberación del presunto responsable.
Mientras ellos siguen peleando, odiándose por ser morenistas y panistas, Veracruz sigue siendo ejemplo mundial de carnicería, de violencia, de un estado sin gobierno.
@YamiriRodríguez