/ Martha Bárcena/
En 2023 murieron figuras importantes: Henry Kissinger, personaje controvertido con más sombras que luces. Silvio Berlusconi, significativo en la política italiana. Cristina Pacheco, quien con sus programas “Conversando”, “Aquí nos tocó vivir” y su “Mar de Historias” nos acompañó a lo largo de años.
Rindo un homenaje en especial a dos personas muy importantes en mi vida y mi formación: el gran Porfirio Muñoz Ledo, mi mentor en la política y la diplomacia, y Andrea de Granda, mi maestra de ballet.
A Porfirio Muñoz Ledo se le reconocerá más conforme transcurran los años, no sólo como un parlamentario de excelencia, gran político y hábil diplomático, sino como uno de los grandes constructores de instituciones y del sistema democrático mexicano.
Su gran objetivo fue la Reforma del Estado, para transitar de un sistema presidencialista que puede llevar al abuso de poder, a uno con características parlamentarias, que propicie la negociación y la búsqueda de consensos y no la imposición de la mayoría.
Gran defensor del municipio estaría desolado ante la creciente centralización del poder, la penetración del crimen organizado y la falta de capacitación que caracteriza a la mayoría de los municipios mexicanos.
Fiel creyente en la grandeza de la gran nación mexicana que se extiende más allá de las fronteras, mucho antes de que se hablara de la nación transfronteriza mexicana, sabía de la fuerza de la comunidad mexicoamericana en los EU.
Fue gran impulsor de la participación de México en el Consejo de Seguridad, donde se desempeñó brillantemente como
Representante Permanente de México. Convencido multilateralista, seguía, hasta su muerte, la transición a un mundo multipolar en el que México debe jugar e insertarse.
Crítico a ultranza, le gustaba citar el dicho: “cuando la perra es brava, hasta los de casa muerde”, porque estaba convencido de la libertad de expresión y pensamiento, del necesario debate.
En el otro extremo de esa figura pública, respetada y controvertida estuvo Andrea de Granda. Su mundo era más cercano y familiar.
No salía en la prensa, ni provocaba debates o críticas, pero nos formó en el hermoso arte de la danza, del ballet clásico a varias generaciones. Algunas llegamos a ser parte de la Compañía Nacional de Danza, otras no, pero todas conservamos ese espíritu de entrega, de disciplina, de sacrificio que imbuye la danza clásica y que aprendimos de ella.
Miss Nea (se le conocía también con ese nombre, pues ella, junto con Ana del Castillo y Martha O´Reilly, fueron quienes difundieron y enseñaron la escuela inglesa de ballet en la Ciudad de México) fue maestra de generaciones.
Sus alumnas iban de los 4 o 5 años hasta los 20 y más. Creó en torno a ella y a la Academia de Ballet San Angel Inn, un ambiente de solidaridad y compañerismo, una familia que la hemos despedido con la música de Giselle y el Cascanueces.