/Ana María Salazar./
Quedan pocas horas para que el 2023 finalmente concluya. Y, aunque la naturaleza humana nos lleva a despedir el año soltando un suspiro de agradecimiento de que enfrentamos los retos y las dificultades, la mayoría de los humanos asumen que el año entrante será mejor, mucho mejor, ¿verdad? Hace años, en este espacio, subrayaba la importancia de la esperanza, como un sentimiento fundamental que permitió a nuestros ancestros primates envalentonarse lo suficientemente para tomar riesgos, emergiendo de la cueva -sabiendo que había muchas posibilidades que serían devorados.
Sí, la esperanza de que las cosas cambiarán y mejorarán, será mejor que también nos dé valentía para iniciar el 2024 y mejor que este año que termina.
No quiero ser aguafiestas, ni doña “pesimista”. Tampoco estoy sugiriendo que cunda el pánico colectivo. Pero sí es importante considerar el contexto nacional e internacional, y tomar una actitud realista ante las eventualidades que seguramente se nos presentarán en los siguientes doce meses y así tomar los pasos pertinentes.
Hay información encontrada sobre que pasará con la economía nacional e internacional-aunque sí hay que reconocer que en México y en Estados Unidos la mayoría de los datos indican un balance positivo al concluir este año- y de hecho debería de reconocerse a los presidentes Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador por estos resultados.
Pero el problema que enfrentan ambos mandatarios al iniciar el 2024 que hay factores, fuera de su control, que podrían destruir la estabilidad económica de ambos países: Acto terrorista, magnicidios, la salud de los mandatarios, filtración de información que podría ser muy perjudicial para la credibilidad de los mandatarios o que transparentaría la debilidad de algunos aspectos de las finanzas públicas (ej. Pemex). También no debería sorprendernos que gobiernos antagónicos a los Estados Unidos, aprovechen la percepción de la debilidad política del mandatario estadounidense para llevar a cabo actos o ataques que podrían detonar inestabilidad en diferentes regiones del mundo impactando la economía mundial.
Obviamente jamás podemos descartar una venganza de la madre naturaleza enviando un desastre natural, o un accidente por una negligencia catastrófica que podría impactar a millones de mexicanos.
Todo esto recalca lo impredecible que es el futuro. Más que criticar por ser demasiados optimistas o pesimistas, lo que le urge al País es un Gobierno que esté preparado y con capacidades para detener o mitigar el efecto en la población y en la economía y de las catástrofes por venir.
Y esto me lleva a las siguientes consideraciones cuando pensemos en el proceso electoral en el 2024 que definirá el futuro de México: Más que odios o amores a un candidato o candidata y su partido, el voto debe de enfocarse en las capacidades, los objetivos, la visión y razones por querer gobernar. En segundo debemos imaginarnos cómo reaccionarían las candidatas o candidatos ante una eventualidad catastrófica o una amenaza de seguridad nacional que podría impactar la vida de millones de personas. Esta consideración también debe de incluir las capacidades del equipo que rodeará a los siguientes gobernantes. Ante una crisis económica, desastre natural o de seguridad nacional, los gobernantes, aunque sean extraordinarios, no lo pueden enfrentar en la soledad y sin equipo. Sus asesores y allegados más cercanos casi siempre definirán el éxito o el fracaso del mandato del Presidente, Gobernador o Gobernadora, además de los gobiernos locales.
Al concluir este año, aunque debemos de reconocer nuestras diferencias, también tenemos que escuchar y tratar de entender las diferencias que han creado un abismo entre los mexicanos. Y aunque polarizar es una forma de buscar votos y eventualmente gobernar, también es un camino al fracaso. La innecesaria polarización promovida por Andrés Manuel López Obrador afectará la gobernabilidad del País a partir de este nuevo año. Candidatas a la Presidencia y los y las que buscan gobernar el País no pueden caer en los mismos errores.
Y estos serían mis deseos para los que buscan gobernar a México: Mucha luz para que vean el camino, conocimiento para que puedan tomar decisiones en momentos difíciles, y mucho amor a México para que sea más fácil aceptar los sacrificios de gobernar un país tan complejo como el nuestro. A todos ustedes, estimados lectores también les deseo mucha luz, paz y seguridad. Feliz Año Nuevo.