*Texto: Diana Hernández Gómez Edición: Viétnika Batres.
07.05.2024 /Cimac Noticias.com/ México.- “Escribo para la gente”, dice María Teresa Montaño y define así, más que el objetivo de su trabajo periodístico, el mantra que la guía. Sus reportajes sobre corrupción en instituciones gubernamentales y por parte de servidores públicos en el Estado de México prueban su empeño en perseguir el dato, la evidencia, el documento que sustente los hechos que revelarán una verdad incómoda para el poder político o económico. Incluso a riesgo de su vida.
“Cuando estoy detrás de una pista soy como un perro: no lo suelto. Y me puede llevar años, como el último trabajo que hice, y así me siento por dentro: como un perro de caza”, confiesa.
Y sí, podría decirse que su perseverancia es casi animal, visceral. Acepta que le mueve el coraje, “mucho coraje frente a los excesos del poder”. No es para menos. En el fondo de sus motivaciones está un origen humilde. “Yo formo parte de esos que han sido saqueados en el Estado de México por 94 años”, precisa.
Con más de tres décadas de experiencia periodística, el momento más difícil que le ha tocado vivir fue un “secuestro exprés” en 2021 relacionado con una investigación que estaba desarrollando.
“Mientras estuve retenida sin poder moverme y con la cara cubierta, le di gracias a Dios por la vida que me ha dado y le pedí que cuidara a mis hijos y también a mis hermanos. Pensé que eran los últimos minutos de mi vida”, relató en su discurso de aceptación del Premio internacional de Libertad de Prensa, otorgado por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) el 16 de noviembre de 2023 en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos.
Ante aquel público conformado sobre todo por colegas de distintas partes del mundo, Montaño se describió como “una anomalía del sistema”, porque ha logrado sobrevivir a “la violencia contra periodistas en México, donde prevalece el acoso, el hostigamiento y linchamiento mediático y digital contra periodistas que incomodan al poder y la narcopolítica”.
Teresa es una anomalía, pero no sólo por todo eso que enumera. Para esta mujer de piel cetrina y cabello plateado, no hay otra forma de mirar el periodismo si no es a través del compromiso social. “Quizá por eso me gustó mucho vender tortas y ser mesera”, admite en entrevista con Cimacnoticias y comparte un recuerdo que le hace sonreír: siendo alumna de preparatoria, deambular entre mesas con platos de comida le hizo descubrir la grata sensación de ofrecer algo a alguien.
Ahora ofrece información sustentada en evidencias en una entidad de la República mexicana donde la opacidad es regla; la corrupción, costumbre, y la palabra, uno de los medios para remover ese statu quo pese a la furiosa reacción que pueda provocar en la clase política.
Además, al “escribir para la gente”, Teresa Montaño les acerca herramientas con las que puedan exigir transparencia y acción a sus gobernantes.
Cómo elegir “los temas correctos”
Instinto. Con esta palabra Teresa Montaño describe eso que la orilló a convertirse en periodista. Un interés que ha transmutado a lo largo de los años y que la ha llevado a realizar trabajos de largo aliento sobre violencia contra las mujeres, casos de feminicidio, violaciones a derechos humanos y, destacadamente, los excesos de las élites políticas que forman parte de las redes de corrupción en el Estado de México.
“Siempre sentí que eran los temas correctos”, dice a Cimacnoticias. “Por alguna razón siempre sentí que era lo que tenía que hacer un periodista: investigar o centrarse en esos temas”.
En sus años de preparatoria, Tere –como le llaman dos de sus amigas, Mónica Hurtado y Violeta Huerta López– fue asistente de una periodista a cargo de una sección de espectáculos y sociales. Después trabajó para un medio local “en las notas diarias”. Con el tiempo formalizaría sus estudios en comunicación y periodismo.
Poco a poco se fue especializando en los temas que le apasionan ahora, movida por una firme convicción personal que nace de su propia historia de vida: la carencia económica y la experiencia de habitar una entidad que tiene los índices más elevados de incidencia delictiva, a decir del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
“Vengo del centro de México, donde he hecho periodismo durante más de 30 años, en un lugar con uno de los regímenes más corruptos del planeta, que ha estado en el poder durante más de 90 años y donde, a pesar de la alternancia, la justicia se sigue vendiendo, la pobreza se criminaliza, se fabrican culpables, las élites políticas y empresariales desvían los recursos públicos y doonde la prensa independiente es algo fuera de lo normal”, rersumía en su discurso ante el CPJ.
Ser mujer y sobrevivir a la pobreza
El Estado de México (Edomex) es la entidad más poblada de la República mexicana; según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), tiene más de 16 millones de habitantes, lo que la convierte en un punto estratégico de la política nacional.
Hacia el norte, este y oeste, el territorio mexiquense rodea a la Ciudad de México y se funde con la capital del país en una apretada mancha urbana que se alimenta del ir y venir de millones de personas que viven en el primero y trabajan en la segunda.
El resto de los más de 22 mil kilómetros cuadrados del Edomex delimita sus fronteras con Hidalgo, Tlaxcala, Morelos, Querétaro, Michoacán y Guerrero. Estos últimos son dos de los estados más violentos en México, ya que grupos del crimen organizado se disputan su dominio.
Aparte de ubicarse cada año entre las entidades con mayor número de delitos del fuero común, el Edomex también se caracteriza por la violencia, particularmente en contra de las mujeres, niñas y adolescentes. En 2023, en la lista de los 100 municipios con mayor índice de feminicidio figuraron 10 de sus 125 municipios. El año anterior, 2022, fue la entidad con los registros más altos de los delitos de feminicidio, trata de personas, secuestro, extorsión y lesiones contra mujeres.
A la violencia se suma la pobreza, que afecta y limita a la mitad de las y los mexiquenses. En 2020, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) estableció que 48.9 por ciento de los 16 millones 992 mil habitantes del Estado de México se encontraban en situación de pobreza. Para 2022, de acuerdo con el registro de la Secretaría de Bienestar, la cifra ya llegaba a 50.8 por ciento.
“Yo formo parte de este volumen”, afirma Teresa Montaño. Nacida en la capital del país, donde residió hasta poco antes de terminar la preparatoria, se mudó con su familia al Valle de Toluca, Estado de México, tras la muerte de su padre. Uno de sus recuerdos de infancia es verlo llegar con un periódico bajo el brazo después de terminar sus jornadas como electricista de la compañía Luz y Fuerza del Centro. Los diarios La Prensa y Ovaciones, que él llevaba a casa, se convirtieron en los primeros acercamientos de Teresa hacia el periodismo.
“Yo formo parte de este volumen”, afirma Teresa Montaño. Nacida en la capital del país, donde residió hasta poco antes de terminar la preparatoria, se mudó con su familia al Valle de Toluca, Estado de México, tras la muerte de su padre. Uno de sus recuerdos de infancia es verlo llegar con un periódico bajo el brazo después de terminar sus jornadas como electricista de la compañía Luz y Fuerza del Centro. Los diarios La Prensa y Ovaciones, que él llevaba a casa, se convirtieron en los primeros acercamientos de Teresa hacia el periodismo. El cambio de entorno –en parte, por razones económicas– contribuyó a reafirmar su interés en el mundo informativo.
Las penurias que sorteaban sus hermanos, su madre y Tere la llevaron a buscar trabajos “de lo que fuera”, hasta que se acercó a los medios de comunicación. Desde el principio su interés, vinculado con las limitaciones que rodeaban a su núcleo familiar, le llevó a exponer en su trabajo periodístico las causas de los graves niveles de pobreza y violencia en el Estado de México.
“Mi familia era modesta, mi padre electricista, mi madre ama de casa –describió ante colegas de distintas partes del mundo reunidos en Nueva York–. Estudié periodismo asistiendo a clases sólo los fines de semana y leyendo libros. Sin embargo aprendí que el periodismo debe de estar del lado de la gente, como un servicio social que debe contribuir a la democracia y al pueblo. No puedo entender el periodismo de otra forma”.
Mónica Hurtado conoce la trayectoria de Teresa Montaño desde los noventa. Es psicóloga social y una de las fundadoras de la Asociación de Derechos Humanos en el Estado de México, surgida a mediados de esa década. Esta asociación ofrece asistencia y acompañamiento a comunidades indígenas, presas y presos políticos, así como a mujeres víctimas de violencia. Montaño ha dado seguimiento a sus denuncias.
“Ella confiaba en el trabajo de defensa que nosotros hacíamos y nos pedía opiniones en torno a lo que sucedía en el Estado de México. Y bueno, nosotros sabíamos de su profesionalismo. Si conoces a muchos periodistas, (sabes que) no son a veces tan apegados al trabajo que tú vas desarrollando, y ella sí lo fue. Tenía la sensibilidad suficiente, sobre todo en notas que estaban relacionadas con violaciones a mujeres en la cuestión de feminicidio”, comenta Mónica Hurtado a Cimacnoticias.
Ese motor contra los excesos del poder
Habitar un estado donde la violencia y la pobreza comparten una base en común: la corrupción de las élites políticas, afinó el olfato periodístico de Teresa. Su investigación “Empresas ´tapa saqueos´ o el robo del dinero público en Edomex”, difundida a través del medio digital The Observer el 31 de mayo de 2023, es un trabajo de largo aliento que dejó al descubierto la existencia de 14 empresas fantasma a nombre de las cuales el ahora exgobernador mexiquense Alfredo del Mazo Maza justificó gastos por un total de 5 mil 300 millones de pesos.
El reportaje –realizado con la colaboración de Nina Lakhani y Lilia Saúl– no sólo apunta como responsable del desfalco al erario mexiquense a Del Mazo Maza; menciona también a otros miembros del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó al Edomex incluso desde antes de llamarse PRI.
Desde la época de la Revolución, las mismas familias políticas –extraoficialmente conocidas como “Grupo Atlacomulco”– concentraron el poder político económico en el estado sin que hubiera alternancia, hasta el triunfo de la candidata del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Delfina Gómez Álvarez, quien asumió la gubernatura el pasado 16 de septiembre.
En las elecciones del 4 de junio de 2023, el PRI buscó dar continuidad a su monopolio político con la postulación de Alejandra del Moral Vela, quien perdió con una diferencia cercana a los 10 puntos porcentuales frente a Delfina Gómez. Aunque el PRI era el partido en el poder en el Edomex, la candidata de Morena –que venía de encabezar la Secretaría de Educación Pública federal– gozaba del apoyo explícito del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y contaba con su propia popularidad, pues era ampliamente conocida en la entidad debido a su primer intento de alcanzar la gubernatura seis años atrás, en 2017.
Antes de personificar la debacle electoral del PRI mexiquense después de más de 100 años de dominio, el nombre de Alejandra del Moral apareció entre los políticos a quienes Teresa Montaño exhibió como responsables del desvío multimillonario mediante empresas fantasma, un mecanismo de fraude –asegura la periodista– característico del Grupo Atlacomulco.
Cuando se le pregunta de dónde viene su afán por desmontar las estrategias de saqueo de la esfera política, la respuesta es rotunda: del coraje, “mucho coraje frente a los excesos del poder”.
“Ese coraje me mueve, es eléctrico –describe–. Yo formo parte de esos que han sido saqueados en el Estado de México por 94 años”.
Pero hay algo que distingue a Teresa Montaño de la gran mayoría de las y los mexiquenses: el periodismo, una disciplina que la coloca cerca del poder para conocerlo y desentrañarlo. Y, también, para denunciar lo que sea necesario dejar de callar. Ella lo asume como una responsabilidad social.
Desde su perspectiva, hacer periodismo dejando de lado dicha responsabilidad equivale, prácticamente, a subvertir los principios de la labor informativa. “El periodismo nació, de hecho, como un servicio para la gente”, sentencia al caminar por los pasillos blancos del lugar elegido para conversar con Cimacnoticias.
“Siempre me ha quedado claro que escribo para la gente”, declara con auténtica naturalidad. Bajo esa máxima, la comunicadora mexiquense ha abierto las puertas al periodismo de transparencia en el Estado de México. Y la gente se lo reconoce. Luego de la publicación de su último reportaje, dice, sus vecinos la abrazaban y personas con que se topaba en la calle le llenaban los oídos –el alma– con palabras de agradecimiento.
La publicación del reportaje condensó ese “coraje” del que habla Teresa Montaño, compartido con millones de mexiquenses que durante años han intuido, y también denunciado, el robo de recursos públicos por parte de los gobiernos priistas.
El reportaje que publicó el 31 de mayo de 2023 en The Observer –junto con el diario británico The Guardian y en colaboración con Forbidden Stories y OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project)– le dio un sustento bien documentado a las conjeturas que se hacía la gente y le puso caras y nombres a la corrupción.
Solo tres días después –el 4 de junio– el PRI viviría la derrota de Alejandra del Moral y, con ello, la pérdida del control político histórico en el Edomex.
Hacer efectiva la rendición de cuentas
“Empresas ´tapa saqueos´ o el robo del dinero público en Edomex” es uno de los trabajos de los que Teresa Montaño se siente más orgullosa, al lado de “Peña con derecho a ‘pensión secreta’ de exgobernadores del Edomex”, que fue publicado en 2018 en The Observer y cuya investigación había comenzado desde una década antes.
Fue un escándalo: el reportaje develó la existencia del decreto número 86 del Congreso local mexiquense, emitido el 7 de mayo de 1993, el cual establecía que a partir de la administración del entonces gobernador Ignacio Pichardo Pagaza quienes ocuparan ese mismo cargo tendrían “derecho”, al terminar su sexenio, a una pensión de por vida. Además de un monto mensual, dicha pensión incluía los salarios de jefes de ayudantes, choferes y personal de seguridad contratados como subdirectores, choferes del secretario general de Gobierno y oficiales de seguridad pública. Todos estos servicios eran pagados con el erario.
Pichardo Pagaza se había asegurado de garantizar, discretamente, este privilegio para él y sus sucesores sólo 120 días antes de concluir su mandato.
Gracias a la investigación de Montaño, en marzo de 2019 el Congreso del Estado de México abrogó por unanimidad el decreto de las “pensiones secretas”. Así, los cinco gobernadores que hubo entre el mandato de Pichardo Pagaza y el de Peña Nieto se quedaron sin el “derecho” a disponer del dinero de la cuenta pública para sus comodidades vitalicias personales.
La eliminación del decreto constituyó un logro y significó mucho para Montaño, admite con una franca sonrisa. El silencio impregnado por el olor a tierra mojada del jardín hace relucir aún más el brillo de sus ojos cuando habla de ese momento: “Me mostró el camino”. Ese hecho definió el rumbo que tomaría su carrera periodística.
Los mecanismos de transparencia forman parte central en la investigación de las “pensiones secretas” y atraviesan de pies a cabeza la carrera de Montaño. Son parte de las herramientas con que empezaron a contar las y los periodistas en México a partir de 2002, año en que fue creado el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI), que en 2014 se transformó en Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai).
A nivel local, el Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado de México y Municipios (Infoem) nació en 2004, sólo dos años después del IFAI.
Sin embargo, la creación de una Ley de Transparencia y Acceso a la Información demoró más de una década en el estado: apareció en el Periódico Oficial Gaceta del Gobierno hasta mayo de 2016. Antes de esa fecha no había ningún mecanismo normativo que garantizara –por lo menos en papel– el acceso a la información pública en el Estado de México.
Teresa Montaño inició sus trabajos de investigación acerca de la corrupción y el despilfarro económico del Grupo Atlacomulco mucho antes de la Ley de Transparencia o de la creación del Infoem. Pero aun contando con ambos respaldos legales, la labor periodística sigue siendo complicada cuando se trata de hacer efectiva la rendición de cuentas a la que están obligadas las personas dedicadas al servicio público.
Como un sabueso: “Si tengo una pista, no la suelto”
Desde su experiencia, Teresa advierte que el sistema de transparencia mexiquense ha ido generando candados cuyo fin no es la protección de datos personales o el mejoramiento de los mecanismos de rendición de cuentas sino todo lo contrario.
Paradójicamente, el Estado de México tiene una transparencia sumamente opaca, dice Montaño: se caracteriza por plazos de espera larguísimos que impiden la circulación de información, así como el ocultamiento de cientos de datos que deberían ser públicos pero que, por alguna razón, se mantienen inaccesibles para las y los ciudadanos.
Esto la ha llevado a crear su propia metodología y a consultar numerosas fuentes cuando se trata de la fiscalización del gobierno. Además de las pensiones a exgobernadores y empresas fantasmas, sus estrategias le han ayudado a informar sobre el saqueo presupuestal al Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM).
Detrás de este trabajo también hubo una extensa labor de documentación que incluyó la revisión de la Cuenta Pública de 2008 a 2012 y la exposición, nuevamente, de políticos de Atlacomulco que se sirvieron de la aprobación de reformas sin discusión para desviar millones de pesos de origen público.
“Cuando estoy detrás de una pista soy como un perro: no la suelto. Me puede llevar años, como el último trabajo que hice, y así me siento por dentro: como un perro de caza”, confiesa Teresa.
Ahora sentada en un amplio sillón, enumera la lista de medios para los que ha trabajado como corresponsal: El Universal, Notimex –recientemente extinguida por el gobierno federal–, Radio Red, El Financiero, Milenio. “Casi todos los medios importantes en México –presume–, menos Excélsior”.
No dejar de informar, pese al miedo
En sus primeros años, conforme su trabajo se hacía más crítico del discurso oficial, más excluida del periodismo local se sentía Teresa Montaño. Así ha sido, hasta en años recientes. En 2020, la empresa para la que trabajaba la despidió y le prohibió a sus excompañeros tener contacto con ella. ¿Por qué? En el Estado de México –explican ella y Mónica Hurtado– lo tradicional es hacer un periodismo oficialista, cercano al poder, en el que las verdades oficiales están hechas para ser celebradas, no investigadas.
“El monstruo es muy grande, el control mediático del Estado de México es muy grande”, reflexiona Mónica Hurtado. Pero Montaño llegó para mirar el reverso de esas verdades incuestionables y, junto con el hecho de ser mujer, su ética de trabajo la alejó de las posibilidades de acceder a mejores salarios o a puestos de mayor nivel.
Aun con salarios marginales, Teresa se ha negado a entrar al círculo del periodismo basado en las relaciones sociales, por lo que en muchas ocasiones ha tenido que combinar su labor informativa con otras fuentes de ingresos. “Por ejemplo, el año pasado estuve vendiendo café y tortas y al mismo tiempo trabajaba para una revista muy importante, pero pues el dinero no alcanza”.
De acuerdo con Data México, en México el salario promedio de una persona periodista es de $8 mil 87 pesos al mes por 36 horas laborales a la semana. En un mes de cuatro semanas, esto equivale a ganar $56 pesos al día, cerca de la tercera parte del salario mínimo en la República Mexicana.
La exclusión y la precarización salarial no son lo único que ha afectado a Teresa Montaño en su desempeño como periodista. En 2016, un político mexiquense la demandó por 5 millones de pesos después de que ella publicara una investigación donde expuso la extracción de recursos públicos para el crecimiento de los negocios privados de la élite política. Y cuatro años después, en 2020, fue víctima de un “secuestro exprés”.
Por respeto a la situación que atraviesa Teresa Montaño, omitimos dar más detalles de los que ella ya ha ofrecido. En la entrevista no hablamos mucho sobre este episodio. El dolor que aún le provoca es evidente. Pero lo ha narrado una y otra vez en diferentes oportunidades: no se trató de un secuestro cualquiera.
Durante las horas en las que su vida estuvo a disposición de los captores, éstos dejaron claro que habían ido por un objetivo en específico. “¿Eres periodista?”, le preguntaron en diversas ocasiones mientras ella permanecía con los ojos vendados. Y ya en su casa, lo único que se llevaron fue una caja con libretas y documentos, su grabadora, una tableta y su teléfono celular; básicamente, las herramientas de trabajo con las que en ese tiempo estaba por dejar al descubierto la red de empresas fantasma del gobierno priista.
Después del secuestro, la vida de Teresa se transformó. La impresión de mirar a alguien con un chaleco antibalas a su lado, al saludarla, es una imagen que ha estado rondando la escritura de este texto. Pero no es la única. La sonrisa noble y una voz determinante también prevalecen. Igual que la palabra “valiente”, un adjetivo que ha quedado indeseablemente adherido al sustantivo “periodista” en un país donde las redes solidarias son esenciales para informar en medio de la violencia.
Así lo evidencia el testimonio de la periodista Violeta Huerta López, quien conoció a Teresa Montaño cuando ambas eran corresponsales. En entrevista para Cimacnoticias, Huerta –quien actualmente trabaja para El Sol de Toluca– cuenta que tanto ella como Montaño participaron recurrentemente en diversas manifestaciones que hubo durante el gobierno de Eruviel Ávila Villegas (2011-2017), hoy expriista y recién incorporado al Partido Verde para apoyar, desde ahí, a la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum.
El motivo de las protestas era el asesinato de varios colegas, pero también el reclamo permanente contra la censura que intentó silenciar a la propia Teresa. Estos intentos, sin embargo, han sido infructuosos, afortunadamente, con lo que la voz de Tere –“una voz fundamental”, afirma Violeta Huerta– sigue más vigente que nunca.
“Mi trabajo es de 10, nunca me he traicionado”
“Realmente después del secuestro no planeo mucho”, dice Teresa Montaño pasados unos segundos en que piensa la respuesta a “¿Y qué viene después?”. Pero no significa que su trabajo quede a la deriva.
En 2017 fundó The Observer, un medio digital que también hace fast check-in o verificación del discurso público de las figuras políticas en el Edomex (incluido Del Mazo Maza, cuyas promesas de campaña pasaron por este meticuloso filtro antes de que se convirtiera en gobernador de la entidad).
Montaño pudo echar a andar este proyecto en equipo gracias a un fondeo de Google y al asesoramiento de un proyecto argentino con una línea similar. El grupo de periodistas de The Observer ha generado metodologías de acuerdo con el contexto local mexiquense, las cuales están respaldadas por el uso de fuentes confiables, miradas críticas y la agilidad necesaria para retratar una realidad convulsa, en el Estado de México y el país entero.
Los trabajos de Tere Montaño mencionados aquí se encuentran en The Observer, que sigue en funcionamiento. Pero el inicio del proyecto no fue fácil, en particular por las brechas de género que prevalecen en la esfera periodística nacional.
En México, sólo 5 por ciento de los medios de comunicación tienen a mujeres en puestos de toma de decisiones –como jefas de áreas de redacción, directoras o equivalentes–, revela el estudio Mujeres y liderazgo en los medios informativos en 2023, realizado por el Reuters Institute. En 2020, únicamente 40 por ciento de las noticias a nivel global fueron redactadas por mujeres, según datos del 6º Proyecto de Monitoreo Global de Medios. Los hombres, por su parte, continuaron liderando el terreno en la cobertura de temas de política y gobierno (los que cubre Montaño).
“La realidad es que los apoyos a los proyectos para mujeres son marginales –lamenta Teresa– y sobre todo en los estados”. Esta situación no hace más que destacar el esfuerzo de la periodista. “Mi trabajo demuestra que no importa que seamos mujeres: somos capaces de construir proyectos novedosos, inteligentes y que rompen con estructuras”.
La voz de Teresa cambia cuando se trata de reconocer su trabajo. Adquiere entonces el tono de alguien que valora lo que tiene porque sabe cuánto le ha costado llegar hasta ahí.
Y no sólo se ocupa de violencia, desigualdad o corrupción: esa voz tiene aliento para hablar de las redes de apoyo y la colectividad. Teresa Montaño reconoció su importancia después de recibir la demanda millonaria de 2016, a raíz de la cual conoció a Marcela Turati, otra periodista mexicana que ha centrado su carrera en impulsar un periodismo de investigación independiente. Fue ella quien puso a Teresa en contacto con redes de periodistas que la hicieron sentir segura y arropada.
En 2020, tras el secuestro, varios compañeros del Estado de México salieron a manifestarse en respaldo a Teresa. Ese mismo año, Artículo 19 y Comunicación e Información de la Mujer A. C (CIMAC) le ayudaron a salir del país ante el peligro que suponía quedarse luego de las amenazas de muerte que recibió aquel día. Y ahora que está de regreso reconoce que las redes han sido esenciales para sostenerse. Sin ellas “hubiera sido no sólo invisibilizada sino pulverizada”.
Muchas de las frases de Teresa Montaño son así: breves y contundentes. Es transparente, como su trabajo y el sentido crítico que tiene, empezando con ella misma. “Creo que las personas somos seres con claros y oscuros y que somos un proceso de construcción. Así creo que soy yo”.
Montaño tiene capacidad de investigar, pero cuentan más su sensibilidad y sus oídos dispuestos a escuchar las denuncias provenientes de la ciudadanía. Así lo percibe Mónica Hurtado, para quien detrás de la faceta de periodista de Tere hay una mujer sencilla, simpática y honesta que ha logrado ganarse la confianza de la sociedad civil y las organizaciones defensoras de derechos humanos en el Estado de México.
“Es una voz crítica necesaria –opina Violeta Huerta– y espero que suene muy fuerte”.
Siempre al tanto de lo que sucede en el Edomex, Teresa menciona que justo ahora existe un grave problema de fabricación de delitos contra la población civil. “Nadie lo ve”, dice con más desesperación que tristeza. En tanto estas situaciones permanezcan invisibles, su trabajo periodístico seguirá siendo fundamental en territorio mexiquense.
Entre sus publicaciones más recientes se encuentra un capítulo del libro El regreso al infierno electoral: Las elecciones de 2023 y el juicio final del PRI (Amazon, Edición Kindle, coordinado por Bernardo Barranco y con la colaboración de Alberto Aziz Nassif, Julio Hernández y Álvaro Delgado, entre otros coautores).
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A María Teresa Montaño la apoyan sus redes solidarias, su familia, sus amistades. La sostiene su fe en el periodismo. Y su voz, que mantiene viva una exigencia que la ciudadanía no debe olvidar: la rendición de cuentas, la transparencia. Contra la violencia y la pobreza, la información nos debe servir como herramienta.
Acostumbrada a cuestionar, la periodista tiene una certeza: “En el contexto actual del Estado de México, mi trabajo es de nueve o 10. Porque ha sido de resistencia y nunca me he traicionado”.