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/ Guadalupe Loaeza /
Claudia Sheinbaum no tiene voz propia. De allí que cuando la escuchamos en sus peroratas, el timbre de su voz nos parece tan distorsionado. Se diría que desde que empezó la campaña recurre a una voz que le es totalmente ajena, no es la suya, es la de su mentor, pero por más que quiera imitarla, no le sale bien. La de Claudia es una voz desprovista de emoción, plana, metálica y sin fuerza. Tal vez se deba a que tiene una caja torácica muy estrecha, por eso, aunque haga un enorme esfuerzo para que se escuche muy lejos, simplemente resulta desagradable pero sobre todo falsa, porque puja. No le queda, quién sabe de qué parte del cuerpo le saldrá, es como si hubiera sido grabada y reproducida cada vez que quiere hablar en público.
Claudia Sheinbaum no tiene voz propia. Lo que sale de su boca no es más que una repetición ad infinitum de las consignas de su titiritero. Tanto trabajo que nos ha costado a las mujeres encontrar nuestra propia voz; resulta muy decepcionante que la candidata a la Presidencia por Morena no tenga una voz propia; qué lástima porque la voz es identidad. A veces reconocemos a alguien exclusivamente por su voz. No hay nada más ridículo que una voz impostada. La voz enamora o es repulsiva, nos acerca o nos aleja, la de Claudia es “fake”, no le sale del corazón, le sale del cerebro.
Claudia Sheinbaum no tiene voz propia, por lo tanto, no tiene personalidad. Es una repetidora. Tiene una voz de merolico que repite la misma cantaleta sin cesar. Quiero pensar que ni a Andrés Manuel López Obrador le gusta, ni tampoco a muchos morenistas, pero no se atreven a decirle a la candidata que su tono de voz es una mala copia del jefe. Tampoco él tiene un timbre de voz agradable, con el paso del tiempo se le ha ido cascando; esto se percibe más cuando López Obrador se echa sus carcajadas como de bruja vieja y mala igual a la de la película “Blanca Nieves”.
Claudia Sheinbaum no tiene voz propia, la suya es prestada. Cree que si imita y dice exactamente lo que pregona AMLO, va a obtener más votos, cuando a mi manera de ver es totalmente contraproducente, porque si de algo estamos cansados los y las mexicanas es de las “mañaneras”. Éstas son cada vez más insulsas, repetitivas y aburridas. A estas alturas del partido, lo que dice el Presidente ya no interesa. Él ya va de salida y con muchos negativos en su haber, por ello, a Claudia ya no le conviene imitarlo y, sin embargo, lo hace porque carece de voz propia. Tal vez ya se le olvidó cómo era la suya. Tengo entendido que tocaba la guitarra y cantaba, seguramente con una voz menos estridente. No es lo mismo cantar que gritar.
Claudia no tiene voz propia. Tal vez ella piensa que si se expresa de la misma manera y en el mismo tono que el Presidente, el pueblo la sentirá más cercana, más suya y más leal a López Obrador. ¿O será que le tiene miedo y no se atreve a ser ella misma? Allí está la trampa. Como ha advertido Macario Schettino: Claudia enfrenta dilemas profundos, si decide no distanciarse de AMLO, el crepúsculo de éste la arrastrará; pero si toma distancia, carecerá de las condiciones para ganar. Y en caso de querer distanciarse, señala el analista, tendría que convencernos de que podrá llevar a cabo un programa propio, pero no lo tiene… y tampoco voz propia.
Qué diferencia con su contrincante, Xóchitl Gálvez, candidata de la oposición. Las concentraciones de sus seguidores son masivas, siempre está dispuesta a asistir a reuniones públicas, universidades, donde le pueden preguntar lo que sea. Ella sí que tiene voz propia, por eso llena plazas, estadios, le aplauden a morir, la ovacionan y en las redes, la cobijan. Y con su voz maravillosa, potente, fresca y genuina, Xóchitl canta: “Vida, verdad y libertad”, una de cuyas estrofas dice así: “Dejemos atrás la división, dejemos atrás el odio. Yo quiero un país que recupere la seguridad, que recupere la justicia para todos. México con las mujeres sí lo va a lograr, lo vamos a hacer porque México se merece más, ya basta, todos merecemos más”.
Qué importante es la voz propia de las mujeres: independientes, autónomas, aguerridas, pero sobre todo libres. Si queremos una voz que nos represente y sea democrática, votemos por Xóchitl el próximo 2 de junio.
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