Quién limpia tu casa .

* Zurda .

/ Ruth Zavaleta Salgado /

Limpiar una casa, cocinar, lavar, planchar la ropa y cuidar a los hijos son actividades domésticas y de cuidados que forman parte del trabajo no remunerado que realizan de manera cotidiana la gran mayoría de las mujeres en los hogares, que es muy poco valorado, pero al tercer trimestre de 2022 tuvo un valor económico de 7.2 billones de pesos, lo que equivalió a 24.3% del PIB nacional (Inegi, 2023). De este monto total, las mujeres aportaron 72%, lo que representó 77 mil 192 pesos al año por cada una de ellas. Pero, si bien es cierto, estos datos evidencian la desigualdad que enfrentan las mujeres al interior de sus hogares, hay otros datos que transparentan una mayor desigualdad para las mujeres que son contratadas para realizar estas mismas labores.

Hoy, 30 de junio, se conmemora el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar. A propósito de ello, el Inegi dio a conocer que, al tercer trimestre de 2023, 2.5 millones de personas de 15 años y más son trabajadoras del hogar. De éstas, sólo 123 mil 785 lo hacen bajo el régimen formal; 96.3% son mujeres y 88% realizan trabajos de limpieza, cuidado de los niños, adultos mayores y personas con alguna discapacidad o enfermedad. El 67.8% percibe un salario mínimo, es decir, 249 pesos al día, pero, 70% de las mujeres recibe menos de un salario mínimo.

Estos datos confirman una parte de lo que ya se conocía con la primer Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (Inegi), pero lo que queremos resaltar es el problema que siguen enfrentando las trabajadoras del hogar a pesar de que, desde julio de 2019 se publicaron las reformas a las Leyes del Seguro social y Federal del Trabajo, para reconocer que las personas que realizan actividades domésticas (limpiar la casa, cuidar personas, ser chofer, jardinero, vigilante o portero), tienen derecho a ser registradas ante el Seguro Social para tener garantizados sus beneficios como trabajadores formales. Para realizar el registro sólo se requiere firmar un contrato por escrito que establezca el tipo de trabajo, la remuneración pactada, las horas de trabajo y las prestaciones de derecho ¿suena sencillo no? A pesar de ello, el total de personas registradas desde esa fecha, hasta junio de 2022, fue sólo de 49 mil inscritos (IMSS), una cifra muy pobre si consideramos la dimensión del problema: 2 mil 376, 215 de personas.

No inscribir a los trabajadores es motivo de sanción para el patrón, con una multa que puede ser de 20 a 350 veces el valor de la Unidad de Mercado y Actualización (108.57 pesos diarios), es decir, de 2 mil 171.14 a 37 mil 999.5 peso, entonces, ¿por qué hay tan pocos registros? No hay datos oficiales para conocer cuáles son los motivos, pero, los podemos deducir a partir de otros datos, por ejemplo, sobre falta de empleos o la caída de la actividad económica.

Seguramente, las personas que trabajan en el hogar prefieren no exigir ser registrados y no tener las prestaciones de ley, si eso implica perder el empleo, o tal vez, implique una disminución de sus ingresos. Por otra parte, a los patrones no se la ponen fácil, cientos de familias que contratan personas para realizar trabajos en el hogar, no lo hacen porque tengan los recursos suficientes, sino porque no existe un sistema de cuidados, por ejemplo, las mujeres que tenían a sus hijos en las estancias infantiles o en las Escuelas de Tiempo Completo que fueron cerradas tuvieron que contratar a alguien para realizar parte de las labores del hogar, para seguir haciendo sus actividades laborales. Peor aún, si son madres solteras, tienen menos ingresos que los hogares de parejas; igualmente, la gran mayoría que tiene trabajo, lo tiene en el régimen informal. Es decir, el esquema de desigualdad de género se repite y se reproduce en los diferentes espacios de desarrollo de las mujeres, toda vez que, para lograr romper este círculo vicioso que sigue generando y polarizando la desigualdad de género, se requieren cambios radicales en el diseño de las políticas públicas y en la forma de ejercerlas.