La Mtra. Tania Santamaría, psicoterapeuta grupal, convirtió su conferencia Sororidad en una charla colectiva al invitar al público, conformado prácticamente en su totalidad por alumnas de la IBERO, a compartir sus propias reflexiones sobre lo que significa el patriarcado, la historia y los objetivos del feminismo y de sus diferentes vertientes, la forma en que los hombres pueden sumarse a este movimiento y cómo es que las mujeres pueden apoyarse unas a otras.
Este encuentro tuvo lugar en el mes de marzo en la IBERO Ciudad de México a iniciativa de la Clínica de Bienestar Universitario de esta casa de estudios, en el marco del 8M, Día Internacional de las Mujeres.
La especialista remarcó que, después de tres olas de feminismo a lo largo de la historia, “pareciera que lo más relevante ya lo logramos”, y que las metas de la cuarta ola son más intangibles, muchas veces en el terreno de lo simbólico, porque ahora se trata de desmontar la estructura patriarcal, que atraviesa todo de manera transversal y que ataca a todo aquel que no es hombre, no sólo a las mujeres sino también a niños, niñas, personas de la disidencia sexogenérica, o un hombre que no cumple las características patriarcales de lo que se considera como hombre.
La primera ola, explicó, surgió con la Revolución Francesa. Mientras se exigía igualdad, libertad y fraternidad, las mujeres se daban cuenta de que se les consideraba ciudadanas de segunda que pasaban desapercibidas, por lo que se perdían de derechos y de oportunidades. La segunda fue la de las sufragistas, comenzando en 1948, y la tercera significó un resurgimiento a mediados del siglo XX.
La Mtra. Santamaría señaló que la estructura patriarcal promueve las jerarquías verticales, y que la violencia es su herramienta favorita porque en esta estructura siempre hay alguien que domina, privilegiando las identidades hegemónicas -heterosexualidad, persona blanca, joven, género binario, con educación superior, de clase media a alta, u hombre- sobre las identidades subalternas –mujer, persona vieja, género no binario, con discapacidad, sin o con poca educación, homosexualidad, o pobreza-. Por ello, destacó la importancia de la horizontalidad que busca el feminismo.
Las participantes en la audiencia destacaron que tanto mujeres como hombres sufren la opresión de esta estructura, y que todas y todos formamos parte del mismo problema. A los hombres, consideraron, les corresponde deconstruirse y generar nuevas masculinidades, a lo que Tania Santamaría agregó que ellos pueden cuestionar las violencias que sus amigos ejercen o los roles en la casa y en las familias, y que escuchen desde la horizontalidad y no desde la verticalidad; es necesario que ellos construyan estos espacios, ya que se trata de perder su privilegio.
En el caso de las mujeres, señaló que se puede actuar desde trincheras distintas; marchar, denunciar, estudiar teoría, cuidar de una misma y de otras personas, discutir y debatir, voluntariar en causas o hablar de las violencias son algunas de ellas. Sobre todo, enfatizó la especialista, procurar “que todo nuestro ser y quehacer en este mundo sea feminista”.
Al hablar de sororidad, término acuñado por Marcela Lagarde, recordó que se trata de una hermandad entre mujeres, un “pacto político”. La sororidad, explicó, no significa que tenga que haber relación de amistad entre todas las mujeres, o que tengan que estar de acuerdo en todo, pero sí que haya respeto y que cada una les dé a las otras mujeres validez, espacio y su lugar en este mundo.
Por ello, insistió en que “las verdades universales existen, pero sólo son individuales”, por lo que no es necesario que todas las corrientes feministas estén de acuerdo para ser sororas, porque “todas son piezas del rompecabezas con lentes diferentes”.
Concluyó recordando que todas las luchas sociales tienen un punto de intersección, y que lo importante es buscar comunidad desde tu feminismo.
Texto y Fotos: Yazmín Mendoza