ESTRICTAMENTE PERSONAL
/ Raymundo Riva Palacio /
*El principal tema que se discutirá, la seguridad, es el más delicado para Sheinbaum, que deberá defender la peor política de López Obrador.*
Xóchitl Gálvez llegará al tercero y último debate presidencial el próximo domingo para enfrentar a tres adversarios. La natural y legal, Claudia Sheinbaum; el ilegal, el presidente Andrés Manuel López Obrador, jefe de su campaña presidencial y la de Clara Brugada en la Ciudad de México, y el esquirol Jorge Álvarez Máynez, candidato de Movimiento Ciudadano, que está teniendo éxito en el diseño original de la candidatura que acordó el dueño del partido, Dante Delgado, con el fiscal general, Alejandro Gertz Manero: dividir el voto de la oposición.
Gálvez llega con el mejor momentum en su campaña presidencial, que ha dejado mucho qué desear por la desarticulación interna, el desorden y los conflictos en el cuarto de guerra, su indisciplina inicial y sus errores. Gálvez perdió aquella primera cita al presentarse nerviosa, sin mucho control sobre sus emociones –el día anterior incluso, en su último ensayo con su equipo, había tenido una crisis de nervios–, y cayó más con su memorable declaración, días después, que “si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio, eres bien güey”, que en una semana le hizo perder, de acuerdo con expertos, cuatro puntos. Sin embargo, desde el primer debate, hace cinco semanas, mucho ha sucedido.
Aunque en el agregador de encuestas de Oraculus parece predominar la estabilidad en las diferencias y la casi inamovilidad de los porcentajes, en los detalles hay algunas variaciones. Sheinbaum, por ejemplo, perdió 10 puntos entre enero y mayo, mientras que Álvarez Máynez, que entró tardíamente en la contienda, subió tres puntos, particularmente después del primer debate. Gálvez está prácticamente estancada, al subir de 33 a 34% en el periodo. Oraculus promedia la estimación efectiva, que ignora la no respuesta y redefine matemáticamente los porcentajes. Pero la no respuesta es grande y no hay coincidencia entre las encuestadoras, al oscilar entre 10 y 25%.
Los simpatizantes de Gálvez aseguran que la mayoría silenciosa en las encuestas no corresponde con la efervescencia opositora en WhatsApp, y que hay un voto oculto que no reflejan los estudios demoscópicos.