Xóchitl, “desafiando al oleaje” .

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/Clara Scherer/

Así lo diría Joaquín Sabina. La Marea Rosa, cada vez más rosa, empujó y lo seguirá haciendo, a su candidata. En todas las ciudades, familias completas, niñas, jóvenes, muchachos y viejos, personas con alguna discapacidad, salimos para insistir en que el voto es nuestro recurso para poner al centro las vidas, las libertades y las verdades, tan vapuleadas en estos cinco años.

Nuestras voces se han levantado, nuestro silencio no los acompañará. Queremos las vidas, “nos queremos vivas” y no estar en una estadística simulada de “muertes por otras causas”. Las escurridizas verdades complejas, porque no hay que nombrarlas como sustantivo, ya que la verdad no se dice de manera única y exclusiva. Ha costado mucho sufrimiento entenderlo y se ha podido concluir que el poder, por más que quiera, no las puede expropiar. Y con los impulsos iniciales de cualquier ser humano, humana, hacia las libertades, afortunadamente, ellas seguirán paseando orondas por nuestras calles, montes y desiertos.
A las vidas y a las libertades, como dice Rosario Castellanos, “Las am(amos) hasta la pared de enfrente y que conste que est(amos) a la orilla del mar”. Esta marcha ratificó eso de que “juntas, juntos, somos más fuertes” y por supuesto que esta semana la furia, la rabia y el coraje sacaron la mala espuma que fermenta en el fondo de rencores y complejos nunca superados. Igual, la “heredera”. El debate y la marea la enfurecieron.

La alegría invade nuestra esperanza. Las flores, aun con olas de calor, siguen embelleciendo el paisaje por el que caminaremos para llegar a la victoria anhelada. Sólo los votos cuentan, lo demás, ruido que intenta desalentar. Pero ya lo vimos por todo el territorio nacional, los caminos nos llevaron a sumarnos a la Marea Rosa.

Dicen que el rosa es un color amable, que aleja preocupaciones y acompaña con suavidad. Cómo hemos extrañado esa cualidad, después de tanta diatriba contra todo, esa voz ríspida, ese coraje encerrado por años y que intenta cobrar agravios añejos que su fantasía inventa ante sus muy numerosos fracasos. Con burlas y sarcasmos, constata el respeto que, a su pesar, le tiene a quien ataca.

Si el arquitecto Barragán viviera se sumaría a la Marea Rosa. Estaría muy a gusto con la sensación de bienestar que nos abrazó cuando Xóchitl tomó la palabra y dijo que “antes que partido, tenemos República y democracia. Antes que partido, está México”. El rosa de Barragán ha cruzado mares y encanta en cualquier sitio, pero en ninguno tiene ese halo emocional tan fuerte como aquí. La Marea Rosa se ha levantado por encima de las diferencias.

El rosa, como Xóchitl, tiene historia. En textos: “La (grana cochinilla) fina se domesticó y crió en pueblos de las provincias de Oaxaca, Puebla y Tlaxcala, mientras que la silvestre se recogió en localidades de las provincias de Guerrero, Michoacán, Jalisco y Yucatán”. Siglo XVII, XVIII. https://ceh.colmich.edu.mx/files/publicaciones/larrioja/pdf/2013_Baetica…

Se ve en textiles de los pueblos originarios; en el papel picado; en suspiros de merengue, en alfeñiques, en bienmesabe con rosas y hasta en tamales. Inolvidable, Juan Diego y la tilma de rosas oscuras. Ramón Valdiosera, artista destacado, creó una marca de moda mexicana. La presentó en Nueva York, 1949. Un cronista preguntó por qué tanto color bugambilia. La respuesta pudo ser: “Dese una vuelta por México y lo sabrá”. Tarareamos, divertidos, Agujetas de color de rosa. Nos encanta la Pantera Rosa y su música.

Dicen que las rosas rosadas son símbolo de respeto, tolerancia y agradecimiento. Debemos mandar millones de estas rosas a Xóchitl por esta gran hazaña, que habrá que escribir al modo de aquellas historias heroicas de tiempos masculinos, porque seguramente, Xóchitl logrará los votos necesarios para el triunfo.