“DEBO, NO NIEGO; PAGO, LO JUSTO”
/ Teresa Carbajal /
Ni de ningún otro documento relativo a tu identidad personal como credenciales, pasaportes, claves curp, estados de cuenta bancarios, constancia de situación fiscal, números de seguridad social, actas de nacimiento o documentos en donde aparezca tu firma, talones de cheque; no, ni siquiera en copia.
Qué fácil nos resulta compartir imágenes al instante vía de what’s app, ya ni siquiera por correo electrónico, de cuanto documento nos pidan, para hacer cualquier tipo de trámite.
No me mienta, no diga, que no, ni gire la cabeza en sentido negativo, porque bien sabe que a eso estamos mal acostumbrados a partir de la inmediatez de las comunicaciones.
Es verdad, si vamos a tramitar un crédito o a gestionar la compraventa de un inmueble o de cualquier bien, ponemos a disposición del gestor o intermediario contratado, información sensible para que nos ayude en llevar a cabo la operación.
En muchas ocasiones son personas que apenas conocemos, o que ni siquiera conocemos y ponemos a su entera disposición nuestra información que se encuentra clasificada como confidencial, sin tener la certeza del uso que se le dará o si la ocuparán en algo lícito, o peor aún si no será, como dice el dicho de las películas “usada en nuestra contra”.
Los que me conocen de plática, saben que siempre les digo que no hago uso de netflix o plataformas de entretenimiento para conocer casos de la vida, real, pues basta tomar uno solo de los muchos expedientes que tenemos en el Barzón para conocer lo que sucede en la vida cotidiana y en sus intrincados que derivan en conflictos legales. A veces sin querer, otras sin saber, y muchas más, las mayores y más tristes por exceso de confianza.
Conocí apenas al caso, de una persona que en la intención de vender su casa acudió a una inmobiliaria de confianza para promover la venta, Juanita, le llamaremos para proteger su verdadera identidad, a consecuencia del inicio del trámite le pidieron las escrituras del terreno, los pagos de prediales, derechos, constancias, y demás como sus identificaciones, datos generales, y casi, casi que fotografía de frente y de perfil.
Documentos todos, los que entregó sin una sola gota de desconfianza, sobre que alguien pudiera hacer mal uso de dichos documentos, el motivo; según le dijeron, era confirmar que el bien estuviera a su nombre, y que tuviera el derecho para venderlo, aunado a confirmar su identidad como legítima dueña y que la propiedad estuviera libre de gravamen o carga alguna, como un embargo o una hipoteca por pagar por ejemplo.
Confió en que, el posible comprador tenía todo el derecho de confirmar que no le fueran a dar “gato por liebre” ya saben, con tanto fraude, todo se puede esperar.
El trámite siguió adelante y dentro de los pasos a seguir le indicaron que tenía que permitir el acceso al inmueble con la finalidad de poder tomar fotos, y obtener un avalúo que confirmara que el precio que pedía por la venta, fuera justo, y sobre todo actual.
Así lo hizo, entre todo resultó que el valuador también era un conocido de una amiga, por lo que pronto entró en confianza, ¿qué podía salir mal? Solo restaba según le decía la gestora que el banco autorizara el crédito del interesado en la compra, para recibir el importe de la venta en su cuenta.
Eso sí, advertida de la comisión que tendría que desembolsar por el servicio prestado por la inmobiliaria, lo cual también gustosa aceptó, pues pensaba era lo justo por no haber tenido que hacer ella misma la propaganda, pagar los anuncios, entrevistarse con los interesados, o exponerse a alguna extorsión de esas que ahora, ya no faltan.
Así las cosas, cierta mañana de un día, que daría lo que fuera por olvidar; recibió la llamada de reclamo, una voz del otro lado de la línea la acusaba sin cesar de falta de palabra, honor y moral, entre otras cosas más.
No podía siquiera identificar de quién se trataba, hasta que por fin logró entender que la causa de la molestia era, haber vendido su propiedad “por fuera” y sin tomar en cuenta a quien hizo todo el trabajo, para sin su comisión, por el servicio prestado.
En efecto con los días confirmó que la venta se había llevado a cabo en una notaría de otra ciudad y que el dinero le había sido pagado a ella en una cuenta abierta recientemente a su nombre…
Continuará…
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