El espejismo.

/ Carlos Elizondo Mayer-Serra. /

El enorme éxito político, electoral y retórico de AMLO ha llevado a un espejismo que difumina sus muchos fracasos. Tuvo mucho poder para ejecutar; muy poca capacidad para hacerlo bien y sobre todo para hacer lo que el país más necesitaba. La falta de planeación y evaluación de los proyectos emprendidos por su gobierno combinada con su deseo de tener un Estado más interventor ha sido muy costosa.

Una muestra particularmente dolorosa de lo anterior fue la decisión de monopolizar la distribución del antiviral contra el Covid, Paxlovid, prohibiendo su importación por parte de empresas privadas. Muchos enfermos no tuvieron acceso a él, mientras en las bodegas del gobierno caducaban 138 mil dosis del medicamento y morían 15 mil mexicanos por Covid.

Morena ganó la reciente elección prometiendo un segundo piso a esa forma de gobernar. Sheinbaum ha construido una imagen de gobernante competente. ¿Cómo usará los recursos monetarios y regulatorios del gobierno federal que estarán a su disposición?

Comparte con AMLO su recelo hacia el sector privado y su optimismo respecto a las capacidades del gobierno para hacer bien las cosas. Su visión de Pemex es reveladora: dado que la empresa del Estado pierde dinero, ha propuesto darle nuevas áreas de negocio -como la explotación del litio- que le permitan generar ingresos adicionales.
Hay dos errores detrás de esa visión. El primero, no entender uno de los grandes problemas estructurales de Pemex: pierde dinero en todo lo que no es producción de crudo. Así ha sido en casi toda su historia, antes, durante y después del neoliberalismo.

La refinación es un negocio intensivo en capital, pero con márgenes pequeños. Se gana poco por barril refinado cuando se es eficiente, aunque dado que el volumen de producción es alto, las empresas bien administradas ganan mucho dinero.

El Estado mexicano no está organizado para ser eficiente. Pemex lleva poco más de un billón de pesos de pérdidas en el sexenio por procesar crudo. Dos Bocas no costó los 8 mil millones de dólares prometidos, sino más de 20 mil, y todavía no está refinando crudo. Nadie ha perdido su trabajo por ello, ni se ha modificado la estrategia de la empresa de producir el mayor volumen posible de gasolinas sin importar si con ello se pierde más dinero.

El segundo error es que ni la organización más eficaz puede sola hacerlo todo. Las capacidades administrativas y los recursos financieros son siempre finitos. Si el Estado mexicano se quiere dedicar a extraer litio, dejará de hacer otras cosas. Mientras AMLO impulsaba con giras quincenales el Tren Maya, se derrumbaba la capacidad de vacunar a la infancia mexicana y en educación básica abandonan los estudios 1.58 millones de estudiantes en su sexenio. Para colmo el Tren lleva gastado más de tres veces lo presupuestado, los costos de operación son siete veces más altos que los ingresos por venta de boletos y mueve sólo 1,160 pasajeros al día.

El contundente triunfo electoral de Sheinbaum le dio una gran legitimidad. Pero tendrá que dar resultados para mantener el apoyo ciudadano. Sin haber aún empezado a gobernar, la aprobación sobre su desempeño pasó del 68 por ciento a 54 en julio, según una encuesta de El Financiero. Difícilmente tendrá el talento de AMLO para crear espejismos que ocultan megaerrores, como inaugurar una megafarmacia que no contribuye en nada a mejorar la distribución de medicinas, sin pagar un costo político por ello.

En Morena habrá quienes piensen que si controlan las instituciones electorales no importa en qué estado llegue el país a la elección intermedia del 2027. Sin embargo, supongo que Sheinbaum aspira no sólo a ser la primera presidenta del país, sino a mejorar el bienestar de los mexicanos. Para ello, deberá calcular bien en dónde poner el foco de su gobierno. Si el espejismo no le permite ver los errores de su antecesor, difícilmente alcanzará sus metas.