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/Delia Angélica Ortiz/
Conocí a Kenya Cuevas en 2021. La entrevisté en la virtualidad obligada por la pandemia de Covid. Como directora de la asociación civil Casa de las Muñecas Tiresias y del albergue Paola Buenrostro, ella ha visto y ha vivido en carne propia las violencias a las que comunidad trans se enfrenta todos los días. Son vejaciones que se deben nombrar y denunciar.
La reciente aprobación de la Ley Paola Buenrostro, en la Ciudad de México, es resultado del trabajo de 8 años del activismo de Kenya para que se tipifique el delito de transfeminicidio y se reconozca a la familia social de las víctimas.
Esto se refiere a que las autoridades judiciales reconozcan que el asesinato de una persona trans se da en condiciones particulares en las que el victimario queda libre. La historia de Paola Buenrostro, amiga de Kenya, ha tenido que contarse una y otra vez para que quede claro que lo que a ella le pasó no debe de ocurrir.
Paola era una mujer trans de 25 años de edad, originaria de Campeche, que ejercía el trabajo sexual en la ciudad de México. La madrugada del 30 de septiembre de 2016, abordó el auto de un hombre que buscaba sus servicios. Él le disparó a quemarropa.
Kenya y otras dos compañeras de Paola atestiguaron el crimen. Retuvieron a quien luego fue identificado como Arturo Felipe “N” para que no escapara, pero el asesino fue liberado a las 48 horas. La falta de justicia motivó una acción inédita.
La mejor amiga de la mujer que ya no podía reclamar sus derechos, decidió bajar su ataúd para bloquear una de las avenida principales en la ciudad. Así comenzó su activismo para visibilizar y detener los crímenes de odio.
Gracias a esta nueva ley, aprobada en julio de 2024, en la ciudad de México se define transfeminicidio como el asesinato de una mujer trans cometido en razón de su identidad o expresión de género. La pena es de 35 a 70 años de prisión para quienes cometan el delito.
La ocasión que platiqué con Kenya fue para escribir sobre maternidades trans. Ella recordó la historia de Paola por quien se fundó el albergue que lleva su nombre y me platicó de la labor que ahora hace para acompañar a las mujeres trans.
“He luchado desde mi postura como una mamá trans, buscando oportunidades para mis hijas, a través de los programas que he impulsado como persona trans. Tenemos la Casa Hogar Paola Buenrostro como un lugar seguro y con herramientas para reinsertarse en esta sociedad”, me dijo en aquella entrevista.
Su propia historia es también impactante. A los 9 años de edad, salió de su casa huyendo de la violencia y de la pobreza. A esa edad, comenzó a prostituirse y a consumir drogas.
Vive con VIH desde los 13 años. Durante 11 años estuvo privada de su libertad en la “Celda 10” del penal de Santa Martha Acatitla, en Iztapalapa. Durante 30 años se dedicó al trabajo sexual como mujer trans.
En 2016, la muerte de Paola cambió la vida de Kenya Cuevas para siempre.