Detener la guerra, cambiar el mundo, con un pensamiento diferente.

Romper el Cerco.

/ Andrea Cegna /

 

La guerra hace estragos en Oriente Medio, una guerra brutal la del Estado sionista de Israel. Una guerra sin cuartel que «no se contenta» con masacrar al pueblo palestino sino que tiene como objetivo toda la zona. Una guerra de civilizaciones, en la que Occidente calla ante la acción genocida y beligerante del gobierno israelí, al tiempo que sacrifica a Ucrania y la lleva cada vez más al enfrentamiento con Rusia. Un cuadro dramático que choca con las elecciones estadounidenses y la crisis del capital.

En este escenario sombrío y violento, los movimientos pacifistas no consiguen retomar el ritmo de la alternativa, y en el caso palestino en particular dudan en adoptar una posición más amplia y compleja, que no se limite a denunciar el genocidio en curso, sino que mire también a una perspectiva de paz. Y si tanto el movimiento confederal del norte de Siria como el EZLN no han dudado en decir «ni con el Estado de Israel, ni con Hamas» el resto del mundo militante teme pronunciarse en este sentido por miedo a replicar esquemas colonialistas e «imponer» su propia cosmovisión. Palestina debe ser libre y su pueblo debe decidir por sí mismo, el genocidio debe ser detenido y denunciado sin peros, pero al mismo tiempo para ir más allá, para ser solidarios y cómplices con un futuro diferente, es necesaria la claridad sobre la perspectiva de liberación. Por eso la propuesta del Confederalismo Democrático parece, a día de hoy, la postura más poderosa, lúcida y revolucionaria a poner en marcha para liberar Palestina e impedir que una lógica perversa transforme la paz en una represalia deflagradora contra todo el pueblo israelí, incluso contra aquellos que hoy se manifiestan por el fin de la guerra.

Este es un nudo gordiano que nos presentan las lógicas decoloniales, que saben respetar los modos, la orientación y las culturas de los demás sin volverse enjuiciadoras e invasivas, pero que al mismo tiempo reivindican la necesidad de un debate cercano y complejo que sepa dar respuestas nuevas, innovadoras y decisivas, capaces de oponerse a la lógica de acumulación de riquezas y privilegios que gobierna el mundo de arriba. Un año después del 7 de octubre, quizás sea necesario abrir el debate y entender cómo parar la guerra, desde abajo.