*CON SINGULAR ALEGRÍA.
/ POR GILDA MONTAÑO/
El Padre Nuestro en Arameo es la oración más bella que conozco. Es la oración por excelencia de los católicos y cristianos, protestantes, que fue dicha por Jesús de Nazareth, cuando sus alumnos le preguntaron… pero Señor… ¿cómo nos comunicamos por el padre celestial? Entonces, Jesús les dijo: Hablen así con Él:
Padre-Madre, Respiración de la Vida ¡Fuente del sonido, Acción sin palabras, ¡Creador del Cosmos! Haz brillar tu luz dentro de nosotros, entre nosotros y fuera de nosotros, para que podamos hacerla útil. Ayúdanos a seguir nuestro camino, respirando tan sólo el sentimiento que emana de Ti. Nuestro Yo, en el mismo paso, pueda estar con el Tuyo, para que caminemos como Reyes y Reinas con todas las otras criaturas. Que tu deseo y el nuestro, sean uno sólo, en toda la Luz, así como en todas las formas, en toda existencia individual, así como en todas las comunidades.
Haznos sentir el alma de la Tierra dentro de nosotros, pues, de esta forma, sentiremos la sabiduría que existe en todo. No permitas que la superficialidad y la apariencia de las cosas del mundo nos engañen, y nos libere de todo aquello que impide nuestro crecimiento. No nos dejes caer en el olvido de que Tú eres el poder y la gloria del mundo, la canción que se renueva de tiempo en tiempo y que todo lo embellece. Que Tu amor esté sólo donde crecen nuestras acciones. ¡Qué así sea!
Esto era lo que sabía yo del Padre Nuestro en Arameo, antes de encontrarme, de pura casualidad y sin ningún mérito mío, y como caído del cielo, por puritita obra y gracia del Espíritu Santo, –pura Serendipia: Serendipia pura–, a un hombre que, de no conocerlo hace ya más de 44 años, pensaría que no era de este plano. Que estaría en la estratósfera y que de allí ya nadie lo bajaría a la realidad en la que vivimos los humanos.
Conocí a Miguel Ángel Olguín Salgado, hace ya la friolera de 44 años, en el INAP, (Instituto Nacional de Administración Pública) en donde los dos trabajábamos, en el tiempo de Luis García Cárdenas. Luego lo volví a ver, un día que, con el ex gobernador de Guerrero, José Francisco Ruiz Massieu. Nos regresamos con él, de Chilpancingo, Ignacio Pichardo Pagaza, Miguel Ángel y yo, a la Ciudad de México. El era su principal asesor, y había sido Rector de la Universidad de Guerrero.
Lo volví a ver en la Ciudad de Toluca, hace ya más de 30 años. Siempre vivía a mil revoluciones por minuto, y entregado a su posición de hacer lo mejor, cómo y con quién podía. Daba cursos entonces de programación neurolingüística. Como servidor público en este Estado, había hecho el diseño de lo que es ahora el Centro Cultural Mexiquense. Logro extraordinario. Eso me lo recordó Pepe Rangel, hace unos tres meses, y fue cuando me di a la tarea de buscarlo. Lo encontré al fin…
Un día entendió, para qué estaba en esta vida. “Desde los 5 años quería hablar con Dios, porque mi abuela Rossi invitaba a cenar al párroco de la iglesia de Santa María, ella y sus amigas decían que él hablaba con Dios. Y yo también quería. Pero por muchos años, se me olvidó. Me formé como abogado y como administrador Público, y como master en Dirección de Empresas. La UNAM, el INAP y el IPADE, fueron mis escuelas. Luego, pues luego le di una vuelta a mi historia y aprendí: programación neurolingüística; hipnosis ericksoniana y terapia colaborativa. Practiqué sanación pránica, meditación dinámica y cursos y más cursos con excelentes exponentes de cada disciplina. Los mejores. Total, he sido servidor público, consultor de empresas, terapeuta y ahora… ahora me enorgullezco de ser maestro adjunto de Na Sá: Cúrate Tu, la escuela que formamos cuatro personas y yo”.
Él es de otro mundo. Hace lo que le viene en gana, y eso lo llena de luz, paz, inteligencia para entender, ganas de perdonar y ánimo para enseñar. ¿Qué? El Padre Nuestro en Arameo. La traducción del mismo, paso a paso que hemos estado estudiando hace ya tres clases. Párrafo, por párrafo; letra por letra. Algo que ha sido escrito hace más de dos mil años, no es fácil.
Vale la pena que usted, querido lector lo vea, aunque no sea cantado. Así se escribe en Arameo, la lengua que Jeshua hablaba:
1. Ahboon d ́bwashamaya
2. Neeta Kadasha Shmach
3. Tay-tay malkootha
4. Ne-whey t-savee-yanak eye kana d ́washmaya opfbaraha
5. How-lahn lachma d ́soonkahnan yow-manna
6. Wash wo-klan how-bane eye-kanna daph
hahnan shwaken el-high-ya-bane
7. Oo-lah tah-lahn el-nees-yanah
Ella pah-sahn min besha
8. Metahl dih-lah-kee mal-koota oo-high-la oo-teshbohk-ta
9. La-alhm, ahl-meen, ah-mayn.
Esto que le regalo, es una joya. Abrácelo con el alma. Yo sí creo en Jeshua. El que vino a darnos vida. Y en abundancia.
gildamh@hotmail.com