La Danza De Las Libélulas .

*Proyecciones en el espejo.

/ Por Paula Roca /

 «Una libélula vino para recordarme que a pesar de que estamos separados, tu espíritu siempre está conmigo y para siempre en mi corazón». Anónimo.

En este día especial para los mexicanos, dedicado a quienes ya no están entre nosotros, quiero rendirles un homenaje a través de un recuerdo que aún me llena de paz. Fue un día ordinario, cuando llegaba a casa después de recoger a mi hija de la escuela, y en el jardín ocurrió algo que no puedo explicar. Fue como si una presencia me visitara, una señal suave pero llena de energía y significado, que trajo consuelo en esos momentos a mi corazón tras la partida reciente de mi ser querido.

Desde entonces, cada año espero su regreso, sin embargo, esa experiencia fue única ya que no ha vuelto a repetirse.

Quizás, en ese momento, vinieron a darme un último adiós envuelto en armonía… y en el fondo, guardo la esperanza de que algún día regresen.

La danza de las libélulas

Un día de primavera, cuando el calor abrasaba con fuerza, la vida me regaló un espectáculo inesperado. Bajando por un inmenso jardín, miles de libélulas aparecieron ante mí, rodeándome y envolviéndome en su danza. Parecían quedarse estáticas frente a mis ojos, como si quisieran decirme algo.

Existe una metáfora conocida que dice que las libélulas vienen del más allá, trayendo un mensaje de un ser querido que partió, dejando algo inconcluso entre la vida y la muerte. No sé si eso sea verdad, pero lo que sí puedo afirmar es que cada libélula en ese momento despertó en mí un sinfín de pensamientos.

Su vuelo, veloz y sincronizado, me hacía sentir parte de algo más grande, como si ese vaivén perfecto me indicara que un cambio profundo estaba sucediendo en mi interior. Era una metamorfosis, una liberación de emociones. Me vi reflejada en sus colores azules y verdes, deseando ser como ellas: ligera, libre, parte de esa danza sutil que me envolvía.

Las libélulas me conectaron en ese momento, alejándome de todo lo que en el día a día nos atrapa y paraliza dentro de la rutina, para llevarme a un lugar mágico.

Hoy, aunque hubo testigos que vieron lo mismo, sigo sintiendo que fue una ilusión… Esa experiencia despertó en mí una infinidad de sensaciones acompañadas de escalofríos. Al recordar ese momento, encuentro paz, al pensar que quizá algún ser del más allá me ofreció esa sintonía perfecta. Si cada libélula pudiera hablar, estoy segura de que me diría el mensaje más hermoso, cargado de amor, enviado desde el otro lado.

No sé si eran almas que despertaron al unísono, transformadas en libélulas, llevándome a un pensamiento claro: “la vida continúa”. Y el espíritu, en cualquiera de sus formas, siempre encuentra una manera de bailar en el universo, con la misma gracia y amor con la que lo hicieron en ese día las libélulas.

Abrazo ese momento para siempre…