Periodistas vulnerables.

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/Por Ángel Álvaro Peña/

La situación de los periodistas en México preocupa al gremio en todo el mundo, si asesinatos y desapariciones, amenazas e intimidaciones no estuvieran impunes esta situación no privaría.

En general, en el planeta inexplicablemente la impunidad ante las agresiones a los periodistas es más alta que en cualquier otro gremio. Según la UNESCO 85% de todos los asesinatos registrados por la Organización desde 2006, se consideran no resueltos.

Dentro de esta condición criminal, México ocupa un lugar todavía más alto en casos de impunidad, aunque para los organismos internacionales esta condición avanza, ya que hace un año la tasa promedio era de 89 por ciento de impunidad.

Estudio reciente de Reporteros sin Fronteras, que tiene su sede en París, Francia, señala que México no sólo es de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo, sino que es la nación donde más periodistas son víctimas de desaparición, por encima de territorios en guerra o con represión.

Según esta organización, fundada en 1985, en la última década, han desaparecido cinco periodistas en México, esto es más del 30% del total de casos a nivel mundial.

Se considera que las desapariciones son atribuibles a gobiernos autoritarios o negligentes, por lo que debe aumentarse la protección de los periodistas y luchar contra la impunidad.

La atención de organismos nacionales e internacionales que protegen a los comunicadores colocan principal atención en nuestro país.

Seguido de México, en Siria se reportan tres desapariciones de comunicadores en el mismo periodo, al igual que en Malí; luego República Democrática del Congo, Palestina e Irak tienen registros de dos periodistas desaparecidos cada uno.

Artículo 19, otra organización que concentra y recopila cifras de agresiones a periodistas, acredita que desde el año 2014 al 2023, siete periodistas están en calidad de desaparecidos en México.

De 2003 a 2023, este organismo registró la desaparición de 2 periodistas en México, 18, durante el sexenio de Felipe Calderón; 5 con Vicente Fox, Peña Nieto con 4; 5 con Andrés Manuel López Obrador.

“El trabajo de los periodistas es vital para el ejercicio de la democracia. En consecuencia, las desapariciones de periodistas representan para la prensa una represalia a su labor, que concluye con la autocensura”, señalan en su portal oficial.

La primera desaparición reportada, en lo que va del siglo, fue el 10 de julio de 2003, cuando un periodista del noticiero A Primera Hora desapareció en el municipio Martínez de la Torre, Veracruz. Su nombre es Jesús Mejía Lechuga y hasta la fecha, se desconoce su paradero.

No existe un espacio para conocer los nombres de los periodistas asesinados y desaparecidos, tampoco su ubicación, ni siquiera se reproducen sus últimos trabajos, menos aún el porcentaje de impunidad y los delitos que se han aclarado.

En México existe tristemente el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, dependiente de la Secretaría de Gobernación, cuya junta de gobierno está encabezada por Enrique Irazoque, quien ha mostrado falta de sensibilidad en un cargo tan delicado y negligencia a la hora de asignar protección a los comunicadores, a quienes les condiciona la protección y permanentemente los supervisa para ver si todavía necesitan dicho servicio, que es un derecho y no un obsequio de nadie.

Sólo a una burocracia amafiada puede ocurrírsele que una persona amenazada pueda alejarse del peligro con el tiempo, como si amagar fuera una acción que prescribe antes de cumplirse el atentado. Es decir, en las reuniones de la Junta de Gobierno, hay un tema permanente: la reevaluación de los periodistas asignados, que consiste en ver si todavía necesita la protección o ya fue asesinado.

Si el Mecanismo da de alta a alguien es porque se determinó que su protección es caso de vida o muerte, y que, por ningún motivo, pueden abandonarlo a su suerte, porque es probable que quienes quieren desaparecerlo o matarlo estén esperando que el Mecanismo lo deje solo para ejecutarlo, pero la lógica de estos mafiosos que se convierten en cómplices de asesinato es la siguiente: Si en cierto tiempo no lo han asesinado es que ya no lo tocaron y está a salvo. Piensan que ya se olvidaron de él sus enemigos y es cuando actúan.

Algunos comunicadores ha tenido que recurrir al amparo para continuar con su protección y en todos los casos han ganado el juicio.

La página del Mecanismo en internet no informa nada, sólo da cuenta de las reuniones de la Junta, el orden del día y, a veces, de sus integrantes, cuando debe ser una guía para todo el país, al considerarse que la actividad de informar es parte esencial de la democracia.

Se carece de todo tipo de información, no hay datos de las muertes, las causas, los casos resueltos, el número de afiliados a este beneficio, las causas de los asesinatos, nada.

Se olvida el Mecanismo que trabaja con comunicadores, quienes confían en sus servicios, los cuales deben garantizarle la integridad física y mental y poder desarrollar plenamente su trabajo profesional. Lo malo es que cuando se busca información respecto al trabajo del Mecanismo en otros medios los integrantes de la Junta de Gobierno, empezando por el chamaco Enrique Irazoque desmiente y señala que se trata de malos entendidos, tergiversación de hechos o simple manipulación política.

Cómo saber si trabajan si las reuniones de la Junta de Gobierno, según su página ocurren en promedio cada dos meses, se desconoce qué hacen el resto del tiempo, porque está claro que a cuidar periodistas no. Ni siquiera son capaces de actualizar su página para informar a la población. Es urgente que se conozca quién supervisa esa junta de gobierno y el nombre de los responsables de que estas personas continúen trabajando ahí desde el sexenio de Peña Nieto.

Prueba de que no hacen su trabajo es el hecho de que el sexenio pasado asesinaron a 47 periodistas y en los dos meses y medio que lleva la administración de Claudia Sheinbaum han ocurrido dos homicidios contra los comunicadores.

Las cifras, estadísticas, causas posibles, sospechosos, circunstancias, etc. son recabadas por instancias gremiales particulares, en lugar de ser difundidas por el mecanismo, que es el único organismo de gobierno que puede informar sobre este problema que ha dado la vuelta al mundo y sólo informa de sus reuniones como una añeja burocracia conformada por parásitos y no por servidores públicos.

La irresponsabilidad de la única instancia de gobierno relacionada con la actividad periodística atraviesa las fronteras y se convierte en una amenaza para un gremio que ha sido pieza esencial en el desarrollo de nuestra democracia y paz social.

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