*Escrito por Arantza Díaz .
16.12.2024 /CimacNoticias.com/ Ciudad de México En 2022, 17 mil 858 personas con VIH-sida fueron diagnosticados en México, la cifra más alta en la historia nacional, según el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de VIH de la Secretaría de Salud. Si bien el contagio tiene mayor incidencia entre hombres, la violencia sexual es vehículo para que adolescentes, niñas, mujeres y adultas mayores se enfrenten a circunstancias de mayor vulnerabilidad.
De acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el sida, las mujeres de dos a cuatro veces más vulnerable a contraer una infección por VIH a través de su pareja masculina. La transmisión de hombre a mujer tiende a ser más frecuente, pues durante el coito vaginal, la genitalidad femenina está más expuesta a secreciones; la concentración de VIH es más alta en el semen, que en el flujo vaginal, según refiere el órgano nacional.
Aunque el acceso universal y gratuito a terapia antirretroviral contra el VIH llegó a México desde el 2003, la mortalidad de las mujeres no pareció disminuir -a diferencia de sus congéneres-, por el contrario, se recrudeció, aumentando considerablemente desde 1988 hasta 1996, cuando alcanzó una mortalidad de 1.19 y para el 2012, llegó al 1.64 (10 mil muertes). En ese mismo periodo de tiempo, la mortalidad de los hombres disminuyó 1 punto porcentual completo.
El primer caso de una mujer con VIH en nuestro país se registró en 1984 y en 30 años -2014-, alcanzó los 44 mil 395 casos; el 34.8% de estas mujeres murieron. El 90.6% de todas estas mujeres fueron contagiadas sexualmente, un buen porcentaje, tenía entre 15 y 29 años (37%) y el 5.1% de estos casos tenía menos de 15 años.
De acuerdo con información oficial del Gobierno de México, las mujeres que viven con VIH son, usualmente, contagiadas por su pareja estable con quien establecen relaciones sexuales sin ninguna protección bajo la premisa de ser una pareja monogámica.
Según reconoce gobernación, factores como la pobreza, la edad, la desigualdad social, la pertenencia a una comunidad indígena, la brecha informativa, el constante trabajo de cuidados y la nula autonomía (sobre sus cuerpos y económica), permea en que muchas mujeres y adolescentes, estén lejos de recibir tratamiento oportuno, información veraz, apoyo y cuidados que les permitan sobrellevar la infección.
Este fenómeno se recrudece en entidades federativas con el mayor número de mujeres con VIH y que se ven atravesadas por otras interseccionalidades como la violencia y la precarización; Chiapas, Guerrero, Veracruz y Oaxaca lideran la lista, según advierte gobernación, en algunas comunidades se mantienen vigentes prácticas de violencia institucional como la revictimización, la desinformación y coerción de esterilización forzada.
Violencia de género: Una mirada internacional al VIH
En 2024, ONUSIDA reconoció que la violencia de género persiste a nivel internacional sin éxito particular en el combate a este fenómeno generalizado que, paralelamente, también mantiene una estrecha relación con el aumento de contagios de mujeres. Según sostiene la organización, el sida es una amenaza de salud pública que se recrudece cuando la mujer – niña vive en contextos de violencia doméstica y precarización, circunstancias que socavan su acceso a las pruebas y al tratamiento oportuno.
En añadidura, la violencia sexual que se comete en menores de 18 años se mantiene vigente a nivel global y reproduce el contagio de VIH sida en niñas – adolescentes; 1 de cada 8 menores vivió una agresión sexual antes de cumplir la mayoría de edad.
«Las normas de género perjudiciales, la escasa priorización de servicios de salud sexual y reproductiva seguros, cualitativos y asequibles, así como la fragilidad de los sistemas sanitarios, aumentan el riesgo de que las mujeres contraigan el VIH e impiden el acceso a los servicios relacionados con el virus», refiere ONU SIDA en el marco de los 16 días de activismo del 25N.
Las agresiones sexuales y el repunte del VIH llegaron junto a la pandemia. En 2020, la ONU declaró un llamado urgente luego de registrar un incremento en la violencia sexual cometida en contra de mujeres, adolescentes y niñas, a manos de familiares o en sus respectivos casos, parejas.
Las condiciones pandémicas que exigieron el confinamiento, fueron espacio idóneo para los agresores quienes ejercieron agresiones físicas y sexuales de mujeres quienes, en algunos casos, les resultaba imposible salir de casa, habían perdido sus empleos lo que les dificultó su autonomía económica, los hospitales operaban a máxima capacidad y la pandemia, sirvió para un recrudecimiento de infecciones de transmisión sexual y crudas secuelas psicológicas en miles de mujeres, niñas y adolescentes de todo el mundo.
En regiones como la áfrica subsahariana, el pico de VIH alcanzó episodios históricos; la violencia doméstica se recrudeció y un 50% de las mujeres que vivían bajo estas condiciones, terminarían contagiadas con esta infección. Esto, según ONUSIDA, a causa de que las mujeres -algunas de ellas menores, unidas en matrimonios forzados-, son objeto de violación reiterada por su pareja, sin ningún preservativo, ni método de protección.
En añadidura, a nivel global el rol de género permea en la vida de las mujeres; resulta inconcebible que sean portadoras de una infección y en muchos casos, optan por transitar este proceso en soledad y sin asistir a una clínica. Según Naciones Unidas, las mujeres y adolescentes tienden a nunca revelar su estado serológico positivo a su familia, ni al personal médico por temor, siendo esto, el primer obstáculo para que las mujeres y menores se adhieran exitosamente al tratamiento de VIH, a diferencia de sus congéneres, que si bien libran dificultades paralelas en la búsqueda de atención, su autonomía económica y social, les permite acercarse a clínicas especializadas con mayor laxitud que sus congéneres.