/ Eduardo Sadot /
El problema de taxismo en el Estado de Quintana Roo es ancestral, al poder de los taxistas lo ha sostenido la corrupción, compraban privilegios transportando a los electores para votar, privilegios que hoy son insostenibles. Con la llegada de plataformas como UBER Y DIDI se sienten amenazados porque no pueden competir con ellos, porque ni están ni quieren preparase para dar un mejor servicio y atención al público, el mal trato – consecuencia de su monopolio que somete al usuario porque no tiene otra opción – abusos, robos, secuestros y agresiones, violencia que llegó al colmo en el sindicato de taxistas, al descubrir la red de delincuencia organizada en la sede del sindicato de taxistas, cuartos de tortura y grupos que operaba secuestros robos y delitos contra choferes de Uber y Didi.
Para conocer la magnitud de corrupción de taxistas de Cancún, la lista es interminable, choferes violentos y agresivos que conducen a exceso de velocidad que provoca accidentes que incluye ver en carreteras jaguares y fauna tropical atropellada, sin que ecologista alguno diga nada. En la zona hotelera aventando sus vehículos a los coches que circulan por la zona, claxonazos insultos y amenazas, asesinatos contra choferes de plataformas.
Taxistas sindicalizados encubiertos y sumidos en la impunidad, costos irregulares y abusivos en distancias en la zona hotelera cuyos costos no bajan de cuatrocientos pesos y hasta seiscientos de la terminal del tren maya a Cancún o en la zona hotelera cuando el costo en un recorrido de diez kilómetros en cualquier parte del país no llega a 150 pesos. Hay hasta servicios médicos que asisten desde diversas partes del mundo y no pueden ser transportados sin pago de derecho de piso.
El transporte de Cancún al aeropuerto de Tulum los precios varían de dos mil quinientos pesos, hasta cinco mil pesos según se deje el turista – y en eso es igual con los nacionales y los extranjeros – el abuso es parejo.
Taxistas del aeropuerto – que son taxistas federales – cuyos costos son abusivos, además de que se han opuesto a la operación de transporte local para trabajadores y personas de escasos recursos, violentando las propuestas de la 4T de “primero los pobres”. Los taxistas no conocen la historia de Acapulco, fueron ellos los que mataron a la gallina de los huevos de oro, alejaron al turismo y entregaron Acapulco a la delincuencia.
En fechas recientes le colmaron la paciencia a la gobernadora de Quintana Roo, al grado de que una mujer tranquila, siempre serena y con un carácter sólido para gobernar pero que jamás se altera, una verdadera estadista, tuvo que hacer declaraciones fuertes llamando al orden al gremio de taxistas. Los taxistas son amigos y aliados de gobiernos, pero no se tolera ir contra el destino turístico del que viven todos.
Los abusos y exceso de poder solapado por gobiernos anteriores, que hasta las oficinas de licencias de conducir estaban en el propio edificio del sindicato de taxistas en el municipio de Benito Juárez, el destino turístico más importante de México.
La gobernadora ha tenido que declarar con fuerza y seriedad que no será tolerante con quienes cometan delitos y faltas, refiriéndose al gremio de sindicato de taxistas.
La gobernadora ha tenido que usar mano izquierda y cuando se necesita mano derecha para atemperar la desafortunada intención de incrementar el costo del impuesto por desembarque de los turistas que arriban al Estado en los cruceros, lo que significaría un desaliento al turismo.
Mara es un mujer dulce y delicada en su trato, pero también sabe usar la mano fuerte cuando es necesario poner orden, que no intenten buscar el lado enérgico y duro de la gobernadora, porque es una mujer que cuando dice ¡ya! sabe ejercer el poder con la fuerza, inteligencia y astucia de un jefe de Estado. Los taxistas debieran saber la estrecha relación de amistad y respeto que mantienen la presidenta y la gobernadora y que la presidenta tiene el respaldo de la fuerza y experiencia de García Harfuch y si los taxistas confabulados con la delincuencia, provocan daño a la ecología y al turismo, harán que Sheinbaum y García Harfuch volteén la mirada a Quintana Roo y la fiesta de abusos e impunidad se acabará antes de que los taxistas acaben con el destino turístico, como acabaron con Acapulco.
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