*Escrito por Wendy Rayón Garay .
14.01.2025. /CimacNoticias.com/ Ciudad de México.- Un 13 de enero de 1916, se llevó a cabo el Primer Congreso Feminista de México que buscaba consolidar a las mujeres como sujetos políticos después de su participación en la Revolución Mexicana. Este hecho histórico se convirtió en el primer esfuerzo del Estado mexicano del siglo XX por integrarlas a la esfera pública.
Las mujeres han recorrido un largo camino para superar la exclusión y lograr el reconocimiento de sus derechos políticos. Según el artículo ‘El primer Congreso Feminista de Yucatán en 1916. El camino a la legislación del sufragio y reconocimiento de ciudadanía a las mujeres. Construcción y tropiezos’, este proceso refleja los esfuerzos por romper barreras históricas y conquistar la ciudadanía plena.
A inicios del siglo XX en México, la corriente del marxismo llegó al país e influyó en los temas relacionados a la lucha de clases y la ruptura de paradigmas desafiando y las posturas teóricas del positivismo de Augusto Comte, basado en el “orden y progreso”, que marcó la época porfiriana. La dictadura comenzó a ser cuestionada y amenazada por su impacto en los sectores empresariales, intelectuales y políticos relacionados al régimen.
Ante la necesidad de la Revolución Mexicana, las mujeres comenzaron a salir del espacio privado y a la par iniciaron su camino para consolidarse como sujetos sociales y políticos. Ellas querían obtener su emancipación para ocupar posiciones de poder, de manera paulatina y sin ser cuestionadas, para reivindicar su condición a través del reconocimiento de derechos ciudadanos.
Para llegar a la conformación del sujeto social requiere de dos elementos clave: por un lado, que las mujeres desarrollen una identidad de autónoma que les permita tomar decisiones y actuar sin depender de la subordinación culturalmente impuesta; por otro, que existan leyes y marcos normativos que garanticen la igualdad de género, reconociendo las diferencias entre mujeres y hombres, pero asegurando derechos y oportunidades igualdad dentro de los límites legales, según señaló Gloria Luz Alejandre Ramírez en el artículo.
La llegada de la Revolución Mexicana dio inicio a la construcción de un nuevo andamiaje institucional que ofreció certidumbre a todos e integrará a los sectores excluidos, entre ellos a las mujeres. Durante el conflicto, desempeñaron roles esenciales como mantener el hogar, así como ser espías, mensajeras, enfermeras, combatientes e informadoras.
Por ejemplo, algunas mujeres lograron alcanzar ciertos grados dentro del escalafón militar, lo cual se convirtió en un avance al ser un sector controlado por hombres y un símbolo de poder e institucionalidad. No obstante, en 1916 la Secretaría de Guerra y Marina anuló los nombramientos militares expedidos hacia las mujeres y un año después las separó del ejército.
Asimismo, otras emplearon un papel en relación con la situación política de la época y para exigir su participación en la vida pública a través de revistas y clubes. En estos espacios, se reunieron para discutir, apoyar y difundir la propuesta antirreeleccionista mediante conferencia y edición de órganos informativos.
Primer Congreso Feminista de México: organización y discusión
La primera reunión feminista en México tuvo lugar del 13 al 16 de enero de 1916 en Yucatan. Convencido de que las mujeres merecían ser reconocidas, el entonces gobernador del estado, Salvador Alvarado, emitió la Convocatoria para el Primer Congreso Feminista de Yucatán en el Teatro Peón Contreras, sumándose a la serie de acciones que ya había implementado por órdenes de Venustiano Carranza, encargado del Poder Ejecutivo y Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.
Salvador Alvarado promovió una visión política que buscaba, por un lado, liberar a la mujer de la tutela social y a las tradiciones que las mantenían en un estado de sumisión, por otro, incluirlas en el espacio público, validando su presencia con mecanismos normativos que garantizan igualdad frente a los hombres.
Por ello, el Primer Congreso Feminista fue conformado exclusivamente por mujeres como Consuelo Zavala Castillo, docente y promotora del evento que fomento valores encaminados a la igualdad de género, y Elvia Carrillo Puerto, participe del movimiento armado y reconocida por ser de las primeras sufragistas mexicanas.
A la reunión acudieron 620 congresistas del estado de Yucatán, lo que detonó las conciencias de las mujeres. Ahí mismo se conversó sobre cuatro temáticas que les preocupaban: su liberación de los roles tradicionales; su educación en la reivindicación femenina; ocupaciones para prepararlas para el progreso; y sus derechos políticos.
Además, los resultados y conversaciones en torno a los temas previstos se traducirían en proyectos para buscar su legalización en la ley. Por lo que, asistieron mujeres asumidas como ciudadanas sin serlo legalmente y que se comportaban como sujetos políticos que quieren hacerse responsables de los asuntos del Estado. Algunas contaban con una carrera, eran insumisas, pertenecían a un frente político y extendían su pensamiento en otros espacios.
El derecho al voto, un tema sensible en el congreso
Uno de los temas más controversiales durante la reunión fue determinar si las mujeres podían ejercer el voto como los hombres, incluso desde antes de comenzar se protestó para que no fuera un tema incluido en la discusión, ya que 31 mujeres firmaron en contra de la decisión.
Esta postura estaba arraigada a los roles de género de la época donde los hombres eran considerados «calificados» para la vida pública y las mujeres debían dedicarse al cuidado del hogar y a la educación de sus hijas e hijos. Aún así, esta última propuesta fue aprobada llegando a la conclusión de que el estado intelectual entre mujeres y hombres era el mismo, por lo que no existían impedimentos para negarles el derecho al voto.
De igual forma, se concluyó que la escuela primaria debía encaminar a las mujeres en el aprendizaje de ocupaciones que habían sido dominadas por hombres; la custodia de los hijos sería de quien se le designará en el convenio del divorcio voluntario; que los hombres debían presentar un certificado médico donde se especificara que gozaba de buena salud para contraer matrimonio; y que el voto sería otorgado a las mujeres de 21 años que supieran leer y escribir.
Los resultados en el Congreso Constituyente y en el estado de Yucatán
El 14 de septiembre de 1916 se publicó el Decreto en el que Venustiano Carranza convocó al Congreso Constituyente para la discusión, aprobación y modificación del proyecto Constitucional que presentó él mismo. El 22 de octubre se establecieron a los diputados que lo conformarían y hasta el 1 de enero de 1917 fue inaugurado para discutir los 132 artículos más los transitorios de su propuesta.
El 26 de enero se abordaron los artículos 34º y 35º sobre el sufragio masculino, negando el derecho al voto a las mujeres. El argumento que se dio fue que, aunque algunas de ellas tuvieran la capacidad intelectual para ejercer los derechos políticos, no significaba que se debía conceder el derecho a todas, por lo que negaron la propuesta.
Continuaron explicando las diferencias sociales y los roles de género asignados entre ambos sexos. Además, concluyeron que las mujeres “no sentían la necesidad de participar en asuntos públicos”. En adherencia, se hizo caso omiso a los temas de igualdad de género que estaban implícitos en la demanda del derecho al voto, el cual se cumplió hasta 1953 a nivel nacional.
Sin embargo, la situación en Yucatán fue diferente. En la última sesión del Primer Congreso Feminista se discutió: reformas en la Constitución yucateca para que mujeres de veintiún años desempeñaran cargos concejiles; el derecho de todas las mujeres de la misma edad a votar y ser votadas en elecciones municipales; y solicitar al Estado hacer gestiones para llevar a cabo las modificaciones a la Constitución de la Republica para que el estado llevara a cabo estas dos propuestas.
Además, Elvia Carrillo Puerto siguió trabajando en cursos y capacitación a mujeres pobres en el centro de Mérida y publicando dos revistas: Feminismo y Rebeldía. Se propuso para llegar al cargo de Diputada Federal por el gobierno de Yucatán y posteriormente en representación de San Luis Potosí, la cual fue anulada.
Gracias a su hermano, Felipe Carrillo Puerto, quien presidió al gobernador Salvador Alvarado, se impulsó el sufragio femenino y se logró que Yucatán se colocara como un estado pionero en el otorgamiento del voto a las mujeres. A través de su apoyo a candidaturas femeninas, se dieron avances significativos, pero fueron limitados debido a la oposición conservadora.
Después del asesinato de Felipe Carrillo Puerto en 1924, el poder conservador en Yucatan y otros estados siguieron restringiendo la participación femenina en el ámbito politico. A lo largo de su lucha se reflejó una tensión entre el deseo de emancipación y las restricciones impuestas por la sociedad.