El mundo al borde del abismo (o tal vez no) .

¿Cómo se resume un año entero? Concretamente, ¿cómo condensar en un informe anual todas las cosas más horribles que los gobiernos han hecho a la gente durante doce meses?

¿Y cómo hacerlo sin deprimirse mucho por el estado del mundo?

Hoy se publica el 35º Informe Mundial anual de Human Rights Watch. En sus 546 páginas se examina la situación de los derechos humanos en más de 100 países.

Como era de esperar, la lectura es desalentadora. En gran parte del mundo, la represión gubernamental se ha extendido y profundizado, tomando medidas enérgicas contra opositores políticos, activistas y periodistas. Grupos armados y fuerzas gubernamentales han asesinado ilegalmente a civiles, han expulsado de sus hogares a millones de personas y han bloqueado el acceso a la ayuda humanitaria.

Las vías pacíficas para el cambio han sido bloqueadas, corrompidas o han resultado ineficaces. En muchas de las más de 70 elecciones nacionales celebradas en 2024, líderes autoritarios ganaron terreno con una retórica y unas políticas discriminatorias despiadadas.

En su ensayo introductorio al Informe Mundial de este año, la directora ejecutiva de HRW, Tirana Hassan, destaca la victoria de Trump en Estados Unidos, que amenaza con volver a los abusos contra los derechos humanos ocurridos durante su primer mandato, o algo peor. También señala cómo, en las elecciones europeas del año pasado, los partidos de extrema derecha obtuvieron importantes ganancias impulsando sentimientos antiinmigrantes que socavan las normas democráticas.

Además, líderes autoritarios reforzaron su control del poder en países como Rusia, El Salvador y las naciones sahelianas de Malí, Burkina Faso y Níger. Bajo la presidencia de Xi Jinping, China prosiguió su implacable campaña de represión para imponer la lealtad al Estado de un solo partido.

Sin embargo, en 2024 hubo algunas historias esperanzadoras.

El brutal dictador sirio, Bashar al Assad, fue finalmente expulsado del poder.

En Bangladesh, las protestas estudiantiles se convirtieron en un movimiento nacional que acabó derrocando a la primera ministra Sheikh Hasina, una líder represiva desde hacía mucho tiempo.

También vimos una significativa resistencia democrática en la India, donde el discurso de odio del Primer Ministro Narendra Modi en la campaña electoral no le valió la mayoría electoral que ansiaba.

En Corea del Sur, los intentos del Presidente Yoon Suk Yeol de declarar la ley marcial fracasaron, ya que manifestantes y legisladores reaccionaron rápidamente para defender la democracia.

La lección es: incluso ante desafíos sistémicos, la democracia puede poner freno al poder en el ámbito nacional.

En su política exterior en 2024, algunos gobiernos que afirman defender los derechos humanos -y que a veces incluso cumplen sus compromisos- no lo hicieron el año pasado cuando se trató de abusos cometidos por sus aliados.

El ejemplo más evidente fue el doble rasero mostrado por muchos países occidentales. Alemania, Estados Unidos y otros países siguen suministrando armas a Israel a pesar de las violaciones generalizadas del derecho internacional en Gaza, mientras que condenan a Rusia por violaciones similares en Ucrania.

Al menos las atrocidades en Israel/Palestina y en la invasión rusa de Ucrania recibieron atención mediática y diplomática en 2024. No así otros conflictos plagados de atrocidades en otros lugares, como en Etiopía, Myanmar y Sudán.

Al centrarse en los abusos y atrocidades cometidos en todo el mundo, nuestro Informe Mundial anual -incluso con algunas victorias y puntos brillantes también enumerados- no es una lectura cómoda. Puede parecer nada más que una prueba exhaustiva que se suma a la desesperación que muchos sienten por el estado del mundo actual.

Pero ese no es el objetivo del Informe Mundial de Human Rights Watch. Su mensaje es doble: sí, esta es la cruda realidad, pero no tiene por qué serlo. Las cosas pueden mejorar -y mejoran- cuando la gente lucha por defender los derechos humanos.

Ante el aumento del autoritarismo, la represión y los conflictos armados, la necesidad de respetar y defender los derechos humanos universales es más urgente que nunca. La sociedad civil debe mantenerse firme a la hora de exigir responsabilidades a los gobiernos.

Los individuos no deben ceder a la melancolía y aceptar los abusos y atrocidades como algo “inevitable”. Ninguna actividad humana -ningún crimen gubernamental, ninguna represión, ninguna guerra- es inevitable, y la resignación personal ante una opresión imaginada como “inevitable” sólo ayuda a los opresores.

Los acontecimientos de 2024 han demostrado que incluso en los tiempos más oscuros hay quienes se atreven a resistir la opresión y demuestran el valor de buscar el progreso. Inspírate en ello. Sea cual sea la dirección que creas que toma el mundo, la lucha contra la injusticia comienza de nuevo cada día. Contigo y conmigo.

*Director Editorial y de Medios de Comunicación para Europa.
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