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/ Eduardo Sadot /
Cuántas veces nos han dicho si eres de izquierda o de derecha y cuántas veces nos queda solamente la idea de dejar que nos clasifiquen si somos de derecha o de izquierda. No sabemos ni siquiera cuál es el origen de la derecha o de la izquierda. Es que desde la Revolución Francesa se hablaba de los girondinos y los jacobinos y se hablaba de los diputados o los asambleístas que estaban en lo que se decía el centro, que era la llanura, y luego las izquierdas y las derechas, se ha etiquetado de muchas formas en diferentes momentos los “Sans culottes” o sin calzones la izquierda de la revolución francesa. Se entendía por derecha a aquellos que eran conservadores, a aquellos que luchaban por mantener el statu quo, a aquellos que preferían que las cosas permanecieran como estaban y que no le apostaban al cambio. Y eran de izquierda, aquellos que estaban abiertos a las nuevas ideas, aquellos que estaban dispuestos a cambiar el statu quo, aquellos que estaban dispuestos a sacrificarlo todo porque la sociedad evolucionara y cambiara, porque entendían que cualquier cambio significaba evolución. Pero la realidad es que ni las izquierdas ni las derechas son lo que fueron o lo que quisieran ser. Las izquierdas no necesariamente están sobre un statu quo y una permanente superación o una adaptación permanente, una permanente revolución y un permanente cambio hacia mejorar.
Hay muchas izquierdas que mantienen la idea de un cambio para regresar, lo que se llaman reformistas. Un cambio para cambiar las cosas, pero para que sean ellos los que ocupen los lugares que han dejado vacíos quienes antes ocuparon el poder. Así fue como se conoció la Revolución de Espartaco, un esclavo que estaba en contra de la esclavitud y del esclavismo y proponía que se acabaran los patricios, pero que mataran a los patricios o los volvieran esclavos y ellos ocuparan el lugar de los patricios. Y entonces los patricios ocuparan el lugar de los esclavos. Ello significaba, nada más, el quítate para que me ponga yo. El cambiar para estar yo, pero no el cambiar la infraestructura y el fondo de las cosas que debieran de cambiar. Esa era principalmente la diferencia de la que se habló en aquel momento. Hoy no podemos decir de izquierda o de derecha, porque vemos que los de derecha, de pronto, hay quienes piensan más en los pobres que los de izquierda que dicen que piensan en los pobres, pero en realidad piensan en ellos mismos. Derechas o izquierdas son una clasificación obsoleta, retrógrada, antigua, pasada de moda, fuera de la realidad que viven el mundo la mente.
Qué es ser izquierda o derecha. Es dejarse poner una etiqueta para que te digan si eres de un extremo o de otro. La realidad es que no es la izquierda ni es la derecha, sino es el pensamiento de libertad, el pensamiento de respeto, el pensamiento de evolución, el pensamiento de crecimiento, el pensamiento de avanzar en una sociedad, el pensamiento de hacer que todos tengan los beneficios y el bienestar que demanda cualquier sociedad o cualquier individuo. Creer en que se puede construir un mundo mejor, evolutivo, con capacidad de desarrollo personal, con libertad y sobre todo con la capacidad de disfrutar libremente sus decisiones y sus vidas, ese es el pensamiento que no es ni de izquierda ni de derecha, sino, diría yo, es un nuevo pensamiento. Es una nueva manera de ver a la sociedad y es una manera nueva y mejor de ver las cosas. Y esa manera nueva y mejor de ver las cosas no habla de derecha ni izquierdas. Toma ideas de izquierda, toma ideas de derecha, pero nunca de dictaduras. Tampoco toma ideas de dictadores, ni de tiranías, ni de retrógradas, ni de esclavitud, ni de abuso, ni de explotación. Ese es el pensamiento moderno que trasciende a la deplorable y ancestral clasificación y etiquetas decimonónicas.
Entonces, cuando te pregunten la próxima vez si eres de izquierda o de derecha, lo mejor es pensar: No soy ni de izquierda ni de derecha. Esa clasificación es obsoleta para un mundo actual. Porque ya lo vimos modelos como el japonés con la teoría “Z” de los japoneses. Los empresarios se vuelven solamente administradores de una riqueza en una empresa que termina beneficiando a todos los trabajadores. Y los empresarios saben que, si no comparten sus beneficios con los trabajadores, los trabajadores no van a querer seguir trabajando en su empresa y su empresa se va a la ruina. La mentalidad del japonés no es la mentalidad del capitalismo de Marx en el que se decía: De ahora en adelante vamos a hacer que los dueños de la producción sean más socialistas y que los trabajadores dispongan de las cosas. Es un poco cambiar el mito también de aquella frase de la tierra es del que la trabaja. Sí, es del que la trabaja, pero para que siga trabajando o para apoderarse de ella y luego poner a otros esclavizados o contratarlos de peones para que sigan produciendo. Es decir, el cambio de mentalidad comienza desde ese momento. En México, en el mundo, las izquierdas y las derechas resultan como clasificación obsoleta y demagógica.
Ya es el momento después de tantos años, desde 1789 hasta nuestros días, casi 300 años, que debemos de evolucionar con el concepto de izquierdas y derechas.
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