/ Eduardo Sadot /
Hay fechas memorables para la patria, esas no pertenecen a un partido, tampoco a una persona, menos a un cargo.
Dicen la teoría política – para quienes no poseen los conocimientos de la política no obstante que cuenten con conocimientos doctorales en otras ramas del conocimiento , ello no les hace expertos en todo o todólogos – que lo que hace la distinción de un Estado y una Nación o Estado Nación, son aquellos elementos o puntos de coincidencia, entre los miembros de una población, como parte integral de uno de los elementos que componen al Estado, a saber: territorio, población y gobierno. Nación es porque la población tenga identidad o tradiciones o historia en común que les hace conformar la unidad o una identidad nacional, ello puede ser datos históricos, tradiciones, a veces idioma o elementos que les hacen fortalecer la conciencia de (corpus) cuerpo que sirve a un pueblo para enfrentar con unidad las eventuales condiciones difíciles frente a cualquier adversidad venida del exterior, lo único que fortalece a una Nación es la unidad.
La unidad se construye con acuerdos, con tolerancia por el contrario la engreimiento, la arrogancia, la prepotencia ni con desplantes, dando rienda suelta a impulsos y resentimientos se conforma un gobierno o aporta a la historia de un país.
Sorprendentemente lamentable y muy reducida de miras la actitud de un gobernante cuando lo que rige su conducta es la discriminación y el odio, basado en los prejuicios heredados.
La presidente de la Suprema Corte es una Dama, igual que la presidente(a) titular del poder ejecutivo. Por ser la titular de otro poder, equivalente al del ejecutivo, merece el respeto que se deben entre pares, pero si además se trata de otra mujer, por congruencia debiera también poner el ejemplo de convivencia, nada abona a engrandecer el ejercicio del poder entre mujeres, un pleito contra otra mujer, basado en los prejuicios heredados de un hombre intolerante y misógino, a la solidaridad que como mujeres se deben.
En el evento republicano, institucional y patrióticamente nacional de la celebración de la creación de la Constitución, al ser cuestionada la doctora Sheinbaum sobre, por qué no fue invitada la presidente de la Suprema Corte, asumió que ella misma personalmente – lo que se interpreta que – personalísimamente decidió de manera unilateral no invitarla. Un desplante propio de quien se deja llevar por sus impulsos, odios o pasiones voluntariosas, algo de lo que precisamente debe permanecer ajeno un estadista, más cuando en vulgo o la voz popular, se acusa a las mujeres con diversos dichos populares, que si las mujeres se pelan entre sí, que si las mujeres se rigen más, empujadas por sus instintos más que por la reflexión, hasta el chiste popular que: “si el mundo estuviera gobernado solo por mujeres no se hablarían entre ellas”.
Seremos curiosos señora presidente(a) cuáles son las obvias razones por las que motu proprio la titular de uno de los tres poderes de la “unión” no invitó a la titular de otro de los poderes. Seremos curiosos señora presidente(a) por qué una mujer discrimina y desprecia de ése modo, a otra mujer. Seremos curiosos Señora Presidente(a) usted juró solemnemente cumplir y hacer cumplir la constitución, el artículo 14 Constitucional habla de la no retroactividad de la ley, y a pesar del escozor que le causó a su antecesor hoy usted también por contagio, solidaridad o mimetismo, reproduce los mismos errores de su antecesor que dividen a México. Lo que resulta inadmisible es que usted siendo mujer y una presidente(a) “distinta” asuma las actitudes machistas de un hombre que gobernó con odio y que ha sido señalado por sus gobernados y por el presidente de Estados Unidos a nivel mundial, como narcogobernante.
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