*Retrovisor.
/Ivonne Melgar/
“Laboramos bajo protesta”, se lee en las mantas que médicos y enfermeros han colgado en hospitales denunciando escasez, desabasto y deterioro en la atención de los pacientes.
Es tanta la presión cotidiana entre sus afiliados que al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud no le ha quedado de otra que ser parte del reclamo a las autoridades para que resuelvan los pendientes.
Es un hecho significativo para un gremio del sindicalismo charro, revivido hoy en sus expresiones de cierre de filas con el gobierno, lo que implica echarle porras y cancelar cualquier crítica. Y si el SNTSS optó por ventilar sus demandas es porque en el sector bulle la inconformidad y sus dirigentes no pueden arriesgarse a dejarle el camino a las manifestaciones independientes.
Según las mantas del SNTSS, faltan insumos para la atención de pacientes; la infraestructura requiere mejoras; están pendientes los vales de productividad, el pago de vestuario y el escalafón. “Trabajadores de Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán, comprometidos con nuestros usuarios, exigimos sean atendidas nuestras demandas al doctor Alejandro Svarch Pérez, titular del IMSS-Bienestar”.
Ese mensaje se reproduce en las mantas que detallan porqué están laborando bajo protesta ahí y en los hospitales del Bajío, Chiapas, Oaxaca, Ciudad Victoria, Bicentenario 2010 en el Estado de México y en el de Xalapa. En este último, el hospital Dr. Luis F. Nachón, el pasado 11, Octavio Arturo Carreón Mora, jefe del Servicio de Anestesiología, envió un escrito informando a sus superiores:
“Debido a la situación que venimos atravesando ante la falta de insumos, medicamentos indispensables y prioritarios para brindar una atención oportuna y de calidad a los usuarios de esta unidad hospitalaria, al no contar con medicamentos anestésicos (como fentanilo, entre otros) nos vemos en la necesidad de suspender cirugías programadas de todos los servicios quirúrgicos hasta que se cuente con los insumos necesarios, destinando el medicamento existente para el área de toco-cirugía y urgencias; lo anterior con la finalidad de garantizar a la población la atención de calidad que merecen”.
El fragmento de esa carta fue citado por el grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, en exhortos dirigidos a las autoridades hacendarias y de salud para que se transfieran los recursos pendientes.
El problema se viene arrastrando desde 2019, pero ahora el tema se agravó en el sector de alta especialidad, como resultado de una de las últimas ocurrencias del sexenio anterior.
Nos referimos a la incorporación de ese segmento hospitalario al IMSS-Bienestar en octubre de 2023 y donde hoy “la bronca es administrativa” porque contando con los recursos, éstos no llegan a los hospitales.
Esa fue la explicación del diputado Luis Gerardo Sánchez, al detallar que la solicitud legislativa busca que devuelvan a los hospitales de alta especialidad los 113 mmdp que se les recortaron. Es un panorama que evidencia lo erráticas que han sido las medidas con las que se sigue tratando de compensar los estragos que dejó el improvisado y ya extinto Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi).
Con esas siglas se pretendió sustituir al Seguro Popular, creado con el presidente Vicente Fox y que se amplió y continuó en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña.
Por supuesto que esa opción tenía limitaciones. Pero los afiliados accedían a cirugías y tratamiento de varios cánceres. Sin embargo, en vez de mejorar el mecanismo del Seguro Popular que atendía a gente sin IMSS ni ISSSTE, el gobierno de López Obrador lo demolió junto con el modelo de adquisición de insumos de salud.
La destrucción de ambos esquemas sería cosa del pasado si al menos hubiéramos regresado a las condiciones de abasto y atención especializada para la población sin seguridad social que teníamos hace siete años. Y es que aun cuando en la conferencia presidencial se admiten los pendientes en la materia, la crisis alcanzó el grado del ¡ya basta! Entre el personal de salud que este lunes protagonizó inéditas protestas.
Si bien el SNTSS convocó las manifestaciones, la protesta crece orgánica en redes sociales y WhatsApp, donde se habla del proceso de pauperización que el sector experimenta. Comentan médicos y enfermeras que están en riesgo prestaciones, estímulos y beneficios que ese histórico sindicato, junto con la FSTSE y otros fueron consiguiendo por más de siete décadas.
Fabián Infante Valdez, enfermero y médico del Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca, se ha hecho escuchar a pesar del cerco político que el movimiento afronta. Con valentía ha señalado la pretensión gubernamental de convertir a los médicos en voluntarios del clientelismo, sometidos a los servidores de la nación, en el programa de atención a domicilio.
Infante Valdez es uno de los voceros de la pujante Asamblea Nacional de Trabajadores de la Salud (ANTS), donde coexisten activistas que aún confían en las respuestas gubernamentales y otros que proponen comenzar a llamar a paro nacional.
Por lo pronto, el 17 de febrero salieron a las calles en el Edomex. SLP, Sonora y Ensenada en contra de la cancelación de derechos y beneficios y las deterioradas condiciones de trabajo.
Quienes conocen el sector salud saben que se trató de “un punto de inflexión”. ¿Son los estertores de un modelo de política social que se apaga? ¿O es acaso la simbólica resistencia de quienes, formados para salvar vidas, cada vez pueden hacerlo menos?