Retrospectiva: 1975/2025 .

*Palabra de Antígona .

/ Sara Lovera /

Por auténtica curiosidad examiné un informe preparado por el  Programa de México para el Año Internacional de la Mujer 1975, el primero global sobre la condición de las mexicanas basado en indicadores, ya que hasta enero de 1983 nació el Inegi. Éramos 30 millones de mexicanas, hoy somos más del doble y seguimos hablando de las mismas cosas:  discriminación, violencia, brecha salarial y pobreza femenina.

Ese  informe  fue elaborado para la Primera Conferencia Mundial de la Mujer, por especialistas con una mirada multidisciplinaria e interseccional, como se dice ahora. Se llama Situación de la Mujer en México.

Los indicadores y comentarios son contundentes. Aunque  las cosas han cambiado,  asuntos fundamentales como la pobreza, la opresión y la violencia hoy son mucho más agudos y extendidos. Ahí leí que en las zonas urbanas las mujeres estaban muy bien.

Comparando, por  supuesto, hay mejoras, como la esperanza de vida que pasó de 66 a 77 años, o la participación política, pero entonces 5 mil 328 niñas tenían tres  hijos antes de los 14 años, hoy  9 mil niñas fueron madres antes de cumplir 15 años. El embarazo adolescente sigue, se dice que por abuso sexual, tan grave que no pienso en  la parafernalia de la identidad de género.

Encontré datos interesantísimos. Me pregunto si realmente cambiamos tras cuatro conferencias mundiales, muchas políticas, cambios socioeconómicos del país, pero nada es suficiente.

Los dirigentes mundiales, todos, todavía no logran conseguir dar  valor de las mujeres. Muchos, como entonces, están azorados o son banales. Sorprendidos ante la protesta. Entonces, apenas asomaban los conceptos y la política de género.

En 1975 se dieron los primeros brotes masivos de feministas en Estados Unidos, Inglaterra e Italia. Tuvieron que reconocer  que era necesario incorporar a las mujeres al desarrollo. Sólo tangencialmente hablaron  de la  pobreza específica femenina, estaban muy  lejos de reconocer los derechos humanos.

El año 1975 será un año icónico, las mujeres se hicieron visibles mundialmente y  se analizó su problemática específica.

Llama la atención  la lentitud de los cambios verdaderos, diagnosticados una y otra vez, lo que obliga a preguntar por qué persisten violencia y discriminación, mientras aplaudimos el ascenso  político de las mujeres.

En estas fechas de cientos de discursos, actividades, reflexiones alrededor del 8 de marzo, hacen tedioso o  increíble que estemos hablando de lo mismo. Hay quienes aseguran que el avance está detenido por la ideología patriarcal, pero pensamos que es otro el problema  ya que se trata de las necesidades de la  economía mundial, el control del poder, de un modo para los hombres y de otro para las mujeres.

Esto es lo que no se entiende, las mujeres siguen siendo el instrumento para mantener el estado de cosas. Son ellas quienes conservan valores como el de la familia o el amor, condiciones indispensables para el consumo.

Así que la esperanza que nació hace 50 años, parece diluida  y nos ocupamos más de aplaudir  que las mujeres llegaron, están produciendo, sin renunciar a su papel central: ser para otros y otras,  buscar el amor y el reconocimiento. Todo hace sentido, incluso  incorporarlas al  Desarrollo y la Paz.

No se consiguió ni una ni otra cosa, en cambio las mujeres  siguen siendo fundamentales para la acumulación de la riqueza.

Estos días en Nueva York los gobiernos harán balances, hablarán del progreso de las mujeres, mientras las niñas de la montaña de Guerrero esperan y las tristes cotidianas igual. Del  contenido que llevará México, sólo sabemos que  está  celosamente guardado. Veremos.