¿Qué mentira es el México de ahora?

TIERRA DE BABEL

Jorge Arturo Rodríguez

Comparecer no es confesar, y menos si estamos dentro de los terrenos del Derecho o en el ámbito judicial. Creo que es sabido lo anterior. Según lo sesudos (ahora las páginas web; el diccionario impreso ya valió), la etimología de “comparecer” nos lleva al vocablo latino comparescĕre, a su vez derivado de comparēre. Este verbo suele utilizarse para nombrar a la acción que realiza un individuo cuando se presenta ante otro sujeto o específicamente ante una autoridad. Por ejemplo: “El narcotraficante fue trasladado a Estados Unidos para que pueda comparecer ante un tribunal”, “El acusado se negó a comparecer ante el juez”, “Los legisladores llamaron a comparecer al ministro de Economía”. Algo nos recuerda, sin duda, sobre todo ahora que están las comparecencias de la Glosa del Primer Informe de Gobierno de Veracruz 2019. Por no hablar de los narcos… Dios nos libre.

Dicen que “confesión” es un término que proviene del latín confessĭo. Se trata de la declaración que realiza una persona, ya sea de manera espontánea o al ser preguntado por otro sujeto. La confesión suele incluir datos hasta entonces desconocidos por el oyente. Por ejemplo: “La confesión del cantante sobre su sexualidad sorprendió a millones de fanáticas”, “Cuando escuchó la confesión de su esposa, Ramiro creyó que iba a desmayarse”, “No quiero mentir más, ya es hora de la confesión: voy a llamar por teléfono a Agustina para contarle qué ocurrió en esa casa”. Dios nos agarre confesados, porque entonces la culpa es de todos.

Hace poco, Monica Bellucci, en entrevista, expresó (“confesó”): “Tengo casi 53 años y sigo trabajando, así que no creo que se trate solo de belleza. La belleza puede ayudar, pero la verdadera belleza es un estado mental. Si no eres hermosa por dentro, es difícil estarlo por fuera. Creo que ahora la vida es mucho más larga, para hombres y para mujeres, y tenemos por delante mucho más tiempo. La belleza no es una cuestión de edad, hay mujeres bellas en todas las edades. Y cuando pasa la juventud, hay otro tipo de belleza que es mucho más interesante para mí”. (elpais.com,24/04/19). No, pos sí.

Imagínense que en lugar de “comparecer”, confesaran nuestras autoridades. ¿Habría más mentira? No lo sé de cierto, pero supongo que el asunto estaría más de la chin… porque hay de mentiras a mentiras; está esa que refiere Alejandro Jodorowsky: “mentira sagrada”: “Las mentiras, son nuestras mentiras; tus mentiras no son mis mentiras. Mis mentiras son mi mundo; o sea, son tan verdaderas como mis verdades. Hay que ver que cuando la persona miente, es ella la que miente y la mentira forma parte de su mundo. Entonces, la mentira es respetable; de vez en cuando hay que mentir y hay que mentirse para darse ánimos. Eso se llama, ‘la mentira sagrada’”. Ajá. Ta güeno.

¿Qué mentira es el México de ahora? Ahí se las dejo.

De cinismo y anexas

Benjamin Franklin escribió que sólo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores. Y Graham Greene dijo que la mayoría de las personas prefieren confesar los pecados de los demás. ¿Con cuál se quedan? ¿O sólo vayamos a comparecer? Porque todo es mi culpa, por mi gran culpa…

Ahí se ven.