Por Yamiri Rodríguez Madrid
La violencia contra las niñas, jóvenes y mujeres en Veracruz es creciente; peor aún, pareciera imparable. Lo mismo se da en las calles mediante el acoso verbal, que con las violaciones en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río. No hay semana en que no se perpetre un feminicidio.
Hace unos días, estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV) salieron a las calles para denunciar una vieja práctica al interior de nuestra máxima casa de estudios en la entidad: el acoso por parte de los académicos.
Aunque en el reglamento, en el papelito, está prohibido sostener cualquier tipo de relación con las estudiantes, a sabiendas de ser despedidos, durante décadas hay existido personajes que las hostigan a cambio de pasarlas en la materia o de subirles la calificación. Muchas callaron por temor a ser reprobados o peor, que no les creyeran.
Pero estas jóvenes valientes salieron a las calles a denunciar el acoso e irrumpieran en la sesión del Consejo Universitario regional que se efectuó el pasado 19 de noviembre en la zona conurbada y donde estaba presente la rectora Sara Ladrón de Guevara.
Aunque sacó un comunicado abrazando a una de las jóvenes que protestó de manera pacífica y se hizo hincapié en que se abrió el espacio para escucharlas, al momento no hay un solo docente que por lo menos esté bajo investigación.
Colectivos como Equifonia, han acompañado a las jóvenes que ya presentaron sus denuncias ante las instancias legales correspondientes y acusan que la autoridad universitaria carece de los mecanismos para sancionar a los maestros depredadores.
Así pareciera un doble discurso de la rectora el por un lado hablar de empoderamiento, abrazar a las jóvenes y, por el otro, hacerse de la vista gorda ante esta ola de casos por miedo al sindicato o por evitarse meterse en una camisa de once varas, como ya lo ha hecho en otros temas y en otras ocasiones.
@YamiriRodríguez