Dos concentraciones

Sin tacto

Por Sergio González Levet

En una fueron 70 mil y en la otra, 700 ciudadanos mexicanos, impulsados por razones y sentimientos encontrados.
La del Zócalo, la de los miles, congregó a la corte en pleno de Morena y de sus gobiernos de los tres niveles, así como a simpatizantes rabiosos en favor de Andrés Manuel López Obrador y en contra de “la reacción”, de “los corruptos”, de “los conservadores”.
Dicen que muchos de ésos fueron acarreados y llevados obligadamente a rendir pleitesía al huey tlatoani (ojo, señor corrector: puse “huey”, con “h”, que en náhuatl significa viejo, anciano) de la izquierda y de la cuarta transformación.
Dicen, por ejemplo, que los funcionarios del gobierno veracruzano de Cuitláhuac tuvieron que poner 200 o 450 pesos para el autobús, según su nivel, lo que para sus sueldos exiguos debe haber sido una verdadera mochada, si además añadimos que al salario reducido no le pueden añadir nada, como antes, cuando campeaba la corrupción.
Bueno, como haya sido, ésos 70 mil que llegaron al Zócalo, al mismo “centro político y social y cultural del país”, mostraron su fervor con aplausos y consignas a favor del Presidente, según iba diciendo que ya no había corrupción; que millones de mexicanos que antes estaban en extrema pobreza ahora recibían que los 2,500 pesos bimestrales si eran ancianos, que los 3,600 pesos si habían sido ninis (y ahora son ninis becados), que los 2 mil pesos si eran estudiantes de educación superior, y así hasta consumir una buena tajada del presupuesto, tal vez la mayor; que se van a construir el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas en Paraíso, Tabasco (but of course).
Y así aguantaron los rayos del sol y las palabras llenas de triunfos de Andrés Manuel López Obrador, que como iba leyendo su discurso, hablaba un poco más rápido, un poco con menos espacios de silencio, así que la pena sufrida (por el sol) fue menos que si hubiera improvisado (¡Manuel, Presidente, tu pueblo está presente!).
Y con tantas cosas logradas, con tantas buenas noticias para el pueblo bueno y honesto, el aplausómetro se lo llevó de calle don José Mujica, el admirado expresidente uruguayo, por quien el fervor se levantó apenas fue mencionado por Andrés Manuel.
Y la otra reunión, la de los cientos, fue convocada por el PAN y el PRD, y salió del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución en la Ciudad de México, a la misma hora en que el Presidente hacía las cuentas alegres de su primer año de mandato.
Esa marcha no fue tan celebrada en los medios electrónicos, pero logró una buena presencia en las redes, tan adictas a lo que sea crítica, porque muchos siguieron y oyeron los gritos de “Fuera AMLO” y “Fuera López”.
Lo cierto entre tantas exageraciones que se dijeron, es que entre los miles hubo muchos que no estaban totalmente de acuerdo, pero fueron por garantizar la chamba, y entre los cientos todos estaban convencidos, porque fueron por su propio pie y con sus propios recursos.
Dicen que unos cada vez serán menos y que los otros se volverán legión.

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