Sin tacto
Por Sergio González Levet
Ese gran político que fue Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos, en su papel de periodista, esperaba hasta el final del cierre de edición para redactar “la de ocho”, es decir, la cabeza principal de la primera página de su Diario de Acayucan, y él le llamaba “la vendedora”.
—Espérame, que ya termino y nos vamos a cenar —decía con su vozarrón de orador y su acento característico del sur profundo de Veracruz—, solamente me falta “la vendedora”.
Con su sapiencia de editor, Yayo sabía que había una noticia que era la que iba a conseguir el mayor número de lectores, y le ponía todo el empeño en su redacción para hacerla lo más atractiva posible, lo que lograba a menudo, porque su periódico se vendía como pan caliente.
Pues así como era enjundioso el Tribuno de Tres Zapotes en destacar su información más atractiva, el presidente Andrés Manuel López Obrador no se queda atrás con sus mañaneras, y busca siempre dar muy temprano la nota de ocho, con el fin de marcar la agenda noticiosa diaria.
Ahí tienen ustedes una de las razones por las que AMLO de repente lanza esos dislates que terminan siendo la burla o la reprobación de muchos analistas y comunicadores afectados por las nuevas condiciones de la 4T, que finalmente son todos.
La rifa del avión presidencial ha sido hasta ahora la ocurrencia presidencial más sometida mediáticamente a la crítica y al humor de los memes, pero no es la única, ni mucho menos. Tan sólo en los últimos días hemos tenido la reducción mal anunciada de los topes en las jubilaciones del Seguro Social, que bajan de 25 a 10 salarios mínimos, y la desaparición de los puentes en el calendario oficial el año que entra, con lo que da para atrás a la medida que ponía el día inhábil el lunes o viernes más cercanos al día de la celebración de alguna fecha histórica.
Algunos piensan que tantas noticias tan rimbombantes como controvertidas son fruto de una gran ingenuidad de Andrés Manuel López Obrador. Otros opinan que en realidad son fruto de una enorme malicia. Podrían ser entonces un defecto o una estrategia.
Si son un defecto, no hay para dónde hacerse, porque no existe nada peor para un pueblo que tener un presidente incapaz intelectual y/o políticamente.
Y si son una estrategia, pues tampoco es algo de celebrar, porque con ella se trataría de engañar al pueblo, de traicionarlo, para usar los propios términos de la Cuarta Transformación.
Lo cierto es que el Presidente habla todos los días, y eso significa que habla mucho, tal vez demasiado, y que muchas veces tiene que echar mano de verdaderas bolas de humo para mantener el interés de la audiencia.
Pero el problema es que con tanta exposición diaria, cada vez tiene que forzar más la realidad, y exagerar la nota… para poder sacar “la vendedora”.
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