Sin tacto.
Por Sergio González Levet.
Ajá, ajá, ahora resulta que en Veracruz hemos sido mejores que los sudcoreanos y los japoneses para contener el contagio del coronavirus.
La cifra reportada ayer por la Secretaría de Salud del Estado de Veracruz nos dice que en una semana no hubo ningún contagio nuevo en todo nuestro territorio. Solamente hay siete veracruzanos contaminados por el Covid-19.
Ajá, ajá… sí cómo no.
Y para lograr esa hazaña histórica, el Gobierno del Estado impuso una estrategia draconiana, innovadora, única, que consistió en que el Gobernador diera una clasecita de matemáticas de media hora por Internet.
Hasta eso, no es tan buen maestro como presumen sus allegados. Al igual que cuando habla en público, su dicción y su léxico dejan mucho que desear. Ya no se diga su lenguaje corporal.
No ha habido más que eso de parte de nuestro Gobierno estatal, y así como dan envidia los salvadoreños a los mexicanos por la voluntad decidida de su Presidente, Nayib Bukele, los veracruzanos nos hemos quedado esperando por un mandatario estatal que tenga los arrestos y la inteligencia que ha mostrado, por ejemplo, el Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez.
Pero aquí, como es costumbre, Cuitláhuac sólo enseña su abulia y su obstinada sujeción a la voluntad presidencial, la de su patriarca y su tlatoani, Andrés Manuel López Obrador.
Él y/o sus confidentes seguramente piensan que apegarse con puntos y comas al guion marcado por AMLO desde sus mañaneras, es la única forma de sobrevivir políticamente. Olvida u olvidan que se deben a los electores veracruzanos que votaron por Morena y lo llevaron al triunfo el primer domingo de junio de 2018.
Gobernar no es quedar bien con el jefe; gobernar, diría un estadista, es poner el alma en vilo a favor del pueblo, trabajar intensamente para lograr las mejores condiciones de vida para los ciudadanos y sus familias; gobernar es ser inteligente y actuar en consecuencia, con el consejo de los que saben.
Por el contrario, gobernar no es meter a la familia y a los amigos en los puestos de importancia, aunque no reúnan las condiciones de preparación y de honestidad; gobernar no es regresar los presupuestos autorizados y dejar de hacer obras indispensables.
Y mucho menos es esconder las cifras reales para exhibir cuentas alegres fuera de toda realidad.
Con el dengue tuvimos la primera muestra de las incapacidades del doctor Roberto Ramos el Butcher Alor, que dejan sin defensa a los veracruzanos ante la amenaza del coronavirus. Si penetra el Covid-19 como dejaron que se plantara el dengue, un ominoso futuro nos espera a la vuelta de la esquina.
Mentir es malo y va contra la enseñanza del Presidente, pero engañar al pueblo con números maquillados sólo para quedar bien con el Altiplano, es mortal, suicida, en el asunto de la pandemia que azota al mundo y amenaza la vida de muchos veracruzanos, que podrían ser miles si no se hacen bien las cosas.
Cuidado, mucho cuidado.
sglevet@gmail.com