Lo que AMLO no quiere que sepamos.

Martha Gutiérrez

La semana pasada inicié el análisis del all in de Andrés Manuel López Obrador y el COVID-19. La consecuencia del desdén o incapacidad para leer la información que le anticipaba el mundo y actuar en consecuencia.

Apostar por someterse a Donald Trump y la política de prioridad económica, dejando de lado la salud y los principios superiores del ser humano (la vida y la dignidad).

Las consecuencias de sus acciones en un inicio son tan graves y tan profundas, porque en este momento el mundo se divide en dos:

a) Los países que tomaron decisiones de contención radicales, priorizando la salud por encima de absolutamente todo lo demás, y:

b) Quienes decidieron minimizar el riesgo, apostar por la política personal del gobernante y, por ende, desestimar todos los riesgos que conlleva el virus.

Lo relevante de esta conducta es que los integrantes del segundo grupo están inmersos en los peores problemas de su historia, y día con día se les complica aún más la situación; y los del primero, sin minimizar la problemática, han enfrentado el presente de manera más eficaz y se prevé un escenario hacia el futuro radicalmente distinto al de los primeros.

Entre los eficaces se encuentranSingapur, Corea del Sur, Alemania y Japón, entre otros, y en los ineficaces, Estados Unidos, Italia, España, Brasil y, por supuesto, México.

Ya existen también análisis y estudios, por ejemplo en The Guardian, Forbes, Mother Jones y de serios analistas, sobre las respuestas de los gobiernos del segundo grupo, en los que ubican entre los países latinoamericanos a México como el peor para enfrentar la pandemia.

Los efectos de la actitud del gobernante mexicano serán al final del día lamentablemente nefastos en ambos sentidos (salud y economía), por una sencilla razón: pensó que su olfato e inercia le darían una vez más un triunfo político, un triunfo personal y un grano de arena más para la construcción de su altar, y no atendió lo que debe, y que es lo que más importa a un país, el interés general.

Tristemente para la población, no se trata de Andrés Manuel López Obrador, sino de millones de mexicanos que apenas han sentido y avizorado el alcance de este suceso, que por atípico, rompe absolutamente todos los paradigmas de gobierno y de conductas individuales.

Hoy ya es tarde para cualquier reacción, por más que se intente hablar de logros.

Los mercados ya hablaron, los inversionistas ya tomaron decisiones, la percepción en términos de confianza ya la perdimos, y los movimientos, políticas o adaptaciones el día que las presente o proponga ya no cambiarán la pérdida de vidas humanas, patrimonio y economía del país.

Aunque tal vez pueda llegar a cavar el hoyo un poco menos profundo.

El all in de AMLO fue lo que algún día nuestras abuelas, interpretando a Esopo, nos contaron alrededor de la fábula del escorpión y la rana: al final del día, la naturaleza no se puede esconder y te picará.