Alguien como tú.
Gladys de L. Pérez Maldonado.
Recuerdo con nostalgia mis años de educación primaria, el día previo a iniciar un nuevo ciclo escolar, todo era algarabía alrededor de los nuevos cuadernos, libros, lápices y colores, que esperaban ansiosos dentro de una mochila nueva dispuesta a acompañarme diariamente durante los días de escuela. Los zapatos escolares relucían de nuevos junto al uniforme que comprado para la ocasión colgaba de un gancho de manera impecable.
Esa noche como nunca, iba a la cama más temprano que de costumbre, pensando que mientras más pronto conciliara el sueño, más pronto amanecía y estaría en breve con mis compañeras de estudios que había dejado de frecuentar durante las vacaciones de verano y que es más, quizás llegaría alguna nueva compañera lo que me provocaba mucha ilusión.
Debo decir, que en aquel momento por mi corta edad no advertía que era una niña afortunada, pues mientras yo estaba lista para el reinicio de clases, de manera paralela había muchos niños y niñas que no lo estaban, pues sus padres no habían tenido la posibilidad de matricularlos a una escuela por falta de recursos económicos y se quedarían en casa sin más opción, de haberlo sabido seguramente no lo hubiera disfrutado, en fin…
Que tiempos aquellos…Así pasaron mis años escolares y siempre sin excepción sentía la misma sensación de alegría e ilusión cuando iniciaba un nuevo ciclo de estudios.
Hace unos días, reflexionaba en torno a como la pandemia del Covid-19 había cambiado la vida de todos los estudiantes, en una red social daban la bienvenida a un nuevo ciclo escolar en línea de estudios universitarios y por otro lado una madre orgullosa publicaba la foto de su hija sentada frente a una pantalla de computadora en su primer día de clases virtuales del primer semestre de su carrera profesional.
Hoy por hoy la realidad estudiantil es otra, al menos por ahora y mientras persista la posibilidad del contagio del virus que nos visita, las y los maestros de manera virtual darán sus enseñanzas y las y los alumnos deberán atender sus clases por algún medio virtual o televisivo y esto los más afortunados, pues los que habitan en lugares remotos escucharán sus lecciones por la radio o la autoridad de educación pública les hará llegar los libros de estudio para que no retrasen su aprendizaje.
Lo cierto es que este ciclo escolar 2020-2021 las niñas, los niños y los adolescentes, no sentirán la emoción del primer día de escuela como muchos de nosotros, ni conocerán a la compañera o el compañero de nuevo ingreso, ni harán nuevas amistades al iniciar en un nuevo centro de estudios o universidad o al menos no de manera física, todo será vía remota, como en las películas y caricaturas que algunos veíamos en nuestra niñez o juventud.
No obstante esta nueva realidad estudiantil que vista desde este punto resulta poco agradable, tiene su lado amable estimada/o lector.
La noche previa al inicio de este nuevo ciclo escolar, habrán más de 40 millones de alumnos de primaria y secundaria en el país que dormirán tranquilos y felices pues no tendrán que acudir a las aulas de manera presencial y dejarán de ser objeto de bullying escolar, esto se traduce en aproximadamente un 30% de los alumnos en nivel básico y medio superior a nivel nacional. ¿Lo había usted pensado?.
De acuerdo con la ONG International Bullying Sin Fronteras, en México 7 de cada 10 niñas, niños y adolescentes sufren algún tipo de acoso a diario en los centros escolares, por parte de las y los mismos compañeros y hasta de las y los maestros o personal de la institución educativa, que se manifiesta en comportamientos o conductas repetidas y abusivas con la intención de causar daño, dolor, sufrimiento, golpes, burlas, amenazas, exclusión de los equipos deportivos, insultos, etcétera, lo que provoca en la víctima un desequilibrio psicológico, un sentimiento de vulnerabilidad e indefensión e impotencia para defenderse.
Este tipo de violencia en el ámbito educativo y el acoso escolar son frecuentemente invisibilizados, ignorados o normalizados por las personas adultas y en muchas ocasiones el desenlace es fatal para las víctimas que con tal de no asistir a las escuelas y enfrentar a sus agresores se quitan la vida.
Luego, no todo ha sido malo en esta contingencia de salud provocada por el visitante que llegó sin avisar, pues no se hablará -mientras dure- de bullying escolar y las niñas, los niños y los adolescentes víctimas estudiarán a distancia sin angustia en un ambiente libre de violencia y desarrollarán sus capacidades intelectuales alejadas del estrés y del miedo.
Sin embargo esta es una solución temporal, por lo que las madres y los padres deberán aprovechar más del tiempo -que nos concede el confinamiento- con sus hijas e hijos para dotarlos de autoestima para enfrentar la vida y exaltar sus valiosas cualidades como seres humanos y a raíz de ello -cuando sea permitido- asistan a los centros educativos fortalecidos/as emocionalmente y como muchos y muchas de nosotras sientan la algarabía e ilusión de iniciar un nuevo ciclo escolar.