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/ Lupita Rodríguez Martínez /
Hace 50 años más de nueve mil mujeres delegadas oficiales, representantes de organizaciones no gubernamentales y activistas de grupos feministas de 133 países, se reunieron por primera vez para unir sus voces y desde México lanzar un mensaje: ¡la igualdad no puede esperar más!
Durante dos semanas, del 19 de junio al 2 de julio de 1975, la Ciudad de México se convirtió en la histórica sede de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer en el marco del Año Internacional de la Mujer, convocada bajo el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La Conferencia fue el punto de partida para abrir el diálogo global entre las mujeres y sentar las bases del movimiento feminista internacional, que hoy encabeza la lucha por el respeto, la justicia y la dignidad de todas.
Comprometidas con las justas causas de las mujeres, recordamos este acontecimiento inédito y con sororidad nos unimos en el Quincuagésimo Aniversario para fortalecer la defensa de nuestros derechos, porque sin organización no hay futuro y sin igualdad no hay verdadera justicia.
La trascendencia de la Conferencia, aparte de marcar el camino hacia una agenda mundial con perspectiva de género, es que dio visibilidad a las desigualdades y a las violencias que las mujeres enfrentaban en la mayoría de sus países y fortaleció la lucha por la justicia social y la equidad de género.
La Conferencia además de detonar el empoderamiento de la mujer como agente clave para desarrollo social, político y económico en sus comunidades, dio origen a la proclamación del Decenio de la Naciones Unidas para la Mujer (1975-1985), permitió convocar a las siguientes conferencias en Copenhague (1980), Nairobi (1985), Beijing (1995) y, sobre todo, impulsó el cumplimiento de un Plan de Acción Mundial adoptado por las delegadas oficiales.
En dicho Plan de Acción establecieron metas concretas para avanzar en la igualdad de género en las áreas de educación, salud y empleo, así como acciones cada vez más incluyentes en materia de derechos humanos, lo que a la fecha ha hecho posible importantes transformaciones para erradicar al patriarcado y su sistema de opresión ´machista´ perpetuador de la desigualdad.
El legado de la Conferencia continúa vigente a medio Siglo de distancia. Siempre es necesario recordar, aprender y avanzar para que la fecha no sólo sea memoria histórica, sino también un llamado al compromiso constante con la igualdad sustantiva, con la participación plena de las mujeres en todos los ámbitos y con el objetivo de eliminar las barreras que persisten todavía.
En 1975 estaban abiertas y sangrantes aún las heridas provocadas por las crueles masacres del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971 contra los movimientos estudiantiles, por lo que el gobierno de Luis Echeverría Álvarez buscaba limpiar su imagen autoritaria y represiva del escenario mundial.
Aunque en las gestas de la Independencia, la Reforma y la Revolución, las mexicanas fueron pioneras en las luchas por las reivindicaciones de las mujeres, no se había logrado consolidar un movimiento nacional feminista en nuestro país, por lo que la Conferencia representó una oportunidad para posicionar las demandas y exponerlas a nivel internacional.
Sin embargo, no fue fortuito que Echeverría designara como Presidente de la Conferencia a Pedro Ojeda Paullada, entonces Procurador General de la República y determinara como sede del evento el Auditorio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, ubicado justo en las inmediaciones de la ´trágica´ Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
A pesar de ello, reconocemos que también participaron grupos de profesionistas, obreras, campesinas, indígenas y amas de casas en los debates, así como lesbianas y trabajadoras sexuales para hacer ajustes al Plan de Acción redactado por la ONU y con el propósito de comprometer a los gobiernos para atender las causas que mantenían a las mujeres en desventaja.
Gracias a la pluralidad de las asistentes y acalorados debates para cambiar el sistema de explotación, represión y pobreza, a 50 años ya falta menos para construir la utopía de ¡un mundo mejor es posible! con verdadera igualdad.
Desde nuestra trinchera de la Sectorial de Mujeres del Partido del Trabajo y las Ligas Femeniles del Frente Popular ´Tierra y Libertad´ honramos a quienes abrieron brecha y asumimos el compromiso de redoblar esfuerzos en la lucha por vivir en una sociedad más justa, incluyente y equitativa para todas y todos.