**Desde la Luna de Valencia
/ Teresa Mollá Castells /
Todavía no hemos acabado de asumir los resultados del pasado 28M y ya estamos en una nueva precampaña electoral para las elecciones generales del 23 de julio. Esto es uno no parar de democracia representativa que no participativa… Nos jugamos mucho las mujeres a las próximas elecciones generales. Y cuando digo mucho, quiero decir mucho.
Nos jugamos, si gana la derecha y la ultraderecha, derechos ya conseguidos y, al menos teóricamente consolidados como el derecho al decidir sobre nuestros cuerpos. Estoy hablando del aborto. Y aprovecho para recordar que el Tribunal Constitucional, tuvo paralizado el recurso casi doce años que puso el PP y que ahora quiere gobernar. Y, por fin, ha dictado sentencia diciendo que es un derecho con constitucionalidad llena.
Pero el PP no es la primera vez que lleva al Tribunal Constitucional leyes aprobadas por gobiernos más progresistas que ellos. También llevó la Ley Orgánica de medidas de protección contra la violencia de género o la Ley Orgánica para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Cómo vemos todas ellas son leyes importantes encaminadas a construir una sociedad más igualitaria entre mujeres y hombres, pero sobre todo más justa socialmente hablando.
Todos los recursos que este partido, que aspira a gobernar el Estado Español, ha interpuesto ante el Tribunal Constitucional y que buscaban mejorar la vida de las mujeres y de las niñas, han sido avaladas en su constitucional por este alto tribunal. O, dicho de otra manera, buscaban retrasar la seguridad jurídica en aquellos temas que nos afectan a mujeres y niñas.
Amenazan en derogar todo el que de bueno se haya aprobado a las Cortes Generales. Y recordamos que tienen secuestrada la renovación del Consejo General del Poder Judicial, con todo el que esto comporta.
Lo que han dejado bien claro es que su modelo de democracia no es el mismo que el que entendemos los demócratas que nos sentimos progresistas. Tanto los del PP como los de la ultraderecha añoran aquello de la “democracia orgánica” que emanaba de un equipo de tecnócratas gobernados por un líder caudillista con una voz única y que quién discrepaba de esta voz única era eliminado de cualquier manera, incluso física.
Ahora, el 23 de julio tenemos la oportunidad de pararles los pies recordando a todas las mujeres que han luchado a lo largo de la historia porque avanzáramos hacia una sociedad más igualitaria. Y también a todos los hombres que las acompañaron en estas luchas, que también en los hubo.
Las cuarenta mujeres asesinadas desde principio de año merecen que sus voces sean recordadas y que las nuestras hablen por ellas exigiendo justicia y mejoras de vida. Nos merecemos, mejor dicho, tenemos derecho a vivir una vida digna y libre de violencias de cualquier clase. Y desde la derecha lo primero que hacen es negar que estas violencias machistas existen y, por lo tanto, intentar desmontar todo lo que con tanto de tanto esfuerzo se ha ido construyendo a lo largo de los años para proteger a las mujeres y criaturas de los maltratadores.
No podemos olvidar que, con el ejemplo del condenado por violencia psicológica hacia la mujer y los hijos como parlamentario del grupo de la ultraderecha, se han abierto las puertas a una nueva forma de violencia machista: la que ellos puedan legislar directamente en contra de los derechos de las mujeres víctimas de las violencias machistas para protegerse. Como una fratria. Y no negaré que esto es todo un peligro para nuestras vidas.
Precisamente por eso hay que movilizar el voto progresista, para evitar que esta clase de cosas puedan pasar. No podemos quedarnos al sofá pensando que a nosotras no nos puede pasar porque no es cierto. Todas las mujeres, todas sin excepción estamos expuestas a que esta gentuza nos quite derechos ya logrados.
Y, precisamente por eso, les tenemos que parar los pies. Por una autoprotección bien entendida. Por una vida libre de violencias machistas no tenemos que permitir que gobiernan.
Ontinyent 2 de junio del 2023
Teresa Mollá Castells.
tmolla@telefonica.net