A votar.

/Gabriel Zaid/

Históricamente, votar ha sido un privilegio. En la Antigua Atenas, lo tenía una quinta parte de la población. No lo tenían las mujeres, los hijos menores de edad, los esclavos ni los metecos (extranjeros residentes).

El voto de la mujer se ganó tardía y trabajosamente, a partir del siglo XIX. Harriet Hardy influyó en John Stuart Mill, que promovió el voto femenino en un opúsculo muy leído: The subjection of women (1869).

Nueva Zelanda fue el primer país en dar el voto a la mujer (1893). Siguieron Australia (1902), Finlandia (1906) y los Estados Unidos (1919). México hizo lo mismo en 1953; aunque, en 1916, el gobernador de Yucatán (Salvador Alvarado) organizó el Primer Congreso Feminista, que propuso el voto a las mujeres de 21 años o más, que supieran leer y escribir.

El próximo 2 de junio podrán votar casi 100 millones de ciudadanos por los candidatos a más de 20 mil cargos públicos. Los de mayor consecuencia son los ejecutivos: presidencia de la república, jefatura de la Ciudad de México, gubernaturas de nueve estados y numerosas alcaldías o presidencias municipales. También tendrá consecuencias la proporción que gane cada partido en el poder legislativo.
La importancia de estas elecciones se refleja en cifras lamentables: muchos candidatos han sido asesinados (28 hasta el 6 de marzo, según El Financiero). Cifra que Karolina Gilas eleva a 64 (Voz y Voto, mayo), quien además hace un recuento de los candidatos (sobre todo mujeres) que han renunciado a sus aspiraciones, en 5 estados, con un total de más de 1,350. No incluye el Estado de México donde, según su Instituto Electoral, han renunciado 191 lo cual permite suponer que el total nacional de renuncias supera las 2,000.

No todos los candidatos informan de las amenazas que reciben. Según el Laboratorio Electoral (http://laboratorio electoral.mx/violencia) al 23 de mayo había 108 casos de amenazas, 65 atentados y 17 secuestros de candidatos.

Frente a eso, hay que celebrar el espíritu cívico del millón y medio de ciudadanos que estará a cargo de las casillas el 2 de junio.

En estas elecciones se juegan los avances democráticos logrados en lo que va del siglo: la alternancia en el poder, la transparencia del poder, la división de poderes, la exigencia de que el poder rinda cuentas y el poder impune desaparezca.

Morena, el Movimiento de Regeneración Nacional, fue fundado por Andrés Manuel López Obrador como repudio a los partidos tradicionales, que le negaron la candidatura a la presidencia; incluso el PRI, que fue el partido de toda su vida. Pero Morena no le sirve al país si funciona como instrumento de un solo hombre.

Lo decisivo será el porcentaje de votantes que acudan a votar. La abstención de los opositores (por fatalismo o flojera) será la más dañina.

Isaac Asimov escribió una sátira de las encuestas electorales: “Franchise” [Sufragio]. Muchos creen que la calidad de una encuesta depende de la cantidad de entrevistados. Pero no es así. Depende, sobre todo, de que la muestra (el conjunto de entrevistados) sea representativa del conjunto total. Asimov lo sabe, y fantasea con la posibilidad de reducir la muestra a una sola persona, representativa de toda la población. En ese caso, bastaría con preguntarle: ¿A quién prefiere usted? Su respuesta resumiría la preferencia general.

Las encuestas más serias se equivocan una y otra vez, y no hay que escandalizarse. La muestra puede ser deficiente. Algunos entrevistados prefieren no manifestar lo que realmente van a hacer. La intención de los votantes puede cambiar del día en que son entrevistados al día en que votan. Ninguna encuesta es mejor que tu voto. Votar es un privilegio.

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