/Eduardo Sadot/
En el derecho civil la figura jurídica del “mandato” – en los artículos 2546 al 2604 del código Civil Federal – se determina que el mandante que es el que ordena, transfiere alguno de sus derechos al mandatario que es quien obedece, pero no puede transferir derechos o facultades que no tiene, ni al primer mandatario de la nación, tampoco es un cheque en blanco que se use a capricho. En elecciones se nombran representantes sin distinguir cualidades culturales, profesionales, bueno hasta ni intelectuales o de salud mental, como se exige a quien deba hacerse cargo de los niños de una escuela. Por eso ser juzgador requiere además de sensibilidad y conocimientos altamente especializados, los ignorantes solo exigen sensibilidad creyendo que con eso basta, hasta en la Suprema Corte hubo dos evidentes casos de deshonestidad y a uno lo sustituyeron por una ignorante galopante.
Los particulares en el ejercicio de sus derechos y libertad si bien, pueden hacer todo aquello que no les esté prohibido por la ley, el precepto dice que a los particulares “lo que no les está prohibido les está permitido” y por el contrario para los funcionarios – hoy llamados servidores públicos en el derecho mexicano – de acuerdo al principio de legalidad, enunciado en el artículo 16 de la Constitución, cualquier acción surgida del gobierno, debe estar fundado y motivado en una norma jurídica.
La suma de las voluntades individuales de los particulares que se conoce como la voluntad popular o del pueblo, esa manifestación de los ciudadanos se conoce también como “soberanía nacional”, ésta se manifiesta en las urnas al votar, al participar en una elección, en el ejercicio del voto universal, nadie tiene prohibido votar, siempre que cumplan con los requisitos establecidos en la ley – mayoría de edad, ser ciudadano mexicano, por mencionar solo un requisito – pero la esencia del ejercicio electoral es elegir a alguien, para que haga algo a su nombre y representación, ya sea para presidente o cualquier funcionario electo, surgen de un ejercicio democrático practicado por los ciudadanos llamada – democracia directa – para cualquier cargo de elección popular, todo, para que la persona por la que se vota – el mandatario – realice tareas a nombre y representación conforme a Derecho de quienes le eligieron – los mandantes – para ocupar los cargos de legisladores, autoridades municipales, alcaldías en la ciudad de México, o locales en las entidades federativas, presidente de la república según sea el caso.
El conocimiento como los dientes cuando no los tienen se nota – vean una sesión de la Suprema Corte a dos “ministras” no se necesitan decir nombres, otro caso es quienes por ahí, se atreven a decir que el pueblo de México ordenó en las elecciones pasadas, reformar al poder judicial, no solo evidencian ignorancia, perversidad y autoritarismo, sino asumen una actitud arrogante y mentirosa, pues para ello se necesita la manifestación expresa y precisa de los ciudadanos, mediante mecanismos y figuras jurídicas, de participación ciudadana incluidas en la Constitución y que se están saltando y que sirven para precisarlo, como plebiscito, referéndum, iniciativa popular, a las que se agregan, la consulta ciudadana, colaboración ciudadana y rendición de cuentas, nada de eso se ha hecho.
Elegir jueces, requiere de cualidades específicas que no tienen todos los electores y que establece la constitución, porque si así fuera todos podrían ser jueces, eso es lo que quieren cambiar, tampoco se pueden distinguir a los delincuentes – que también votan – de entre los mandantes o electores, así, podrían elegirse delincuentes para juzgadores, lo que llevaría a pensar, que nombran a quien los juzgue, lo que resulta aberrante.
La ignorancia provoca creer que la democracia sirve para todo, porque le tienen fobia a estudiar a la excelencia y a la universidad, pues de una vez cerremos las universidades y que quien quiera ser cirujano aunque no sepa nada, que se postule y que el pueblo bueno y sabio los elija médicos cirujanos, otros cardiólogos, arquitectos, ingenieros y no gastamos tanto en escuelas, así de absurdamente torpe es la propuesta de la ignorancia, cuando nunca estudiaron y se les ocurre proponer votar por jueces sin saber.
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