*Palabra de Malinche.
/ Escrito por Cirenia Celestino Ortega./
La violencia contra mujeres periodistas es una problemática compleja que requiere una atención profunda.
El registro de la violencia permite medirla y entender las dimensiones de los delitos y violaciones a los derechos humanos que se comenten contra ellas, así como las tendencias geográficas, temporales y las características con las que se cometen. Así, sabemos que hay zonas más riesgosas, que hay temáticas de coberturas que las colocan en mayor riesgo y que se cometen con una marca de género.
El registro especializado feminista ha permitido evidenciar que la violencia contra las periodistas tiene causas, expresiones y consecuencias específicas.
En la reciente publicación de CIMAC, Voces en resistencia, narramos los impactos de la violencia en la vida personal, familiar, comunitaria y laboral que incluye afectaciones físicas, emocionales y psicológicas que inhiben la labor periodística.
Desde lapsos de depresión, afectaciones en enfermedades crónicas, aislamiento, vivir con miedo, estrés y con una profunda rabia e indignación por la respuesta de las autoridades frente a sus casos: la omisión, la impunidad y muchas veces, la repetición de la violencia cada vez más agudizada y sin garantías para continuar su labor periodística ni proteger su vida.
A partir de este análisis, el acompañamiento es clave para sostener a las periodistas. El acompañamiento con perspectiva feminista las coloca en el centro para que puedan tomar decisiones informadas sobre su seguridad, para atender su salud integral física, psicológica, emocional y construir estrategias para que puedan continuar con su labor.
Desde su lectura, el acompañamiento es clave para presentarse frente a las autoridades del Mecanismo de Protección y exigir medidas de seguridad.
El acompañamiento feminista de CIMAC les ha permitido construir redes para compartir sus experiencias, sus indignaciones y acuerparse no solo frente a los agresores, si no frente a la falta de medidas integrales del Mecanismo.
Con autoridades que son los principales agresores, el feminismo hace la diferencia porque coloca en el centro a las periodistas como sujetas de derechos humanos.
Mientras las autoridades le apuestan a que las víctimas no conozcan sus derechos para actuar sobre ellas, el feminismo hace la diferencia porque apuesta a la construcción colectiva de saberes y conocimiento sobre sus derechos para la toma de decisiones informadas.
Porque se intenta decir que se respeta la libertad de expresión, las feministas denunciamos la violencia que se agudiza y apostamos al fortalecimiento de la única instancia que tenemos para nuestra protección
Para ellas, este 3 de mayo, Día de la Libertad de Expresión, seguiremos exigiendo no solo respeto, reconocimiento y garantías para la labor periodística, sino una vida libre de violencia para las periodistas.
CimacNoticias.com