Acoso de custodia, amenaza para someter a las mujeres.

*Las deja en estado de vulnerabilidad.

*Consiste en ocultar, retener, o sustraer a las hijas e hijos fuera de su lugar habitual de residencia.

“Amenazó con abandonarla y ahora me la pelea”, Stephanie González se refiere a su hija cuando narra la situación de acoso de custodia que vive. El “generador de violencia”, como han sugerido que llame a su agresor en terapia, fue su esposo y es padre de su hija de 9 años.

Stephanie supo que vivía violencia vicaria cuando en 2022 se sometió a peritajes psicológicos y un perito determinó que además de ser víctima de violencia feminicida, sufría de violencia vicaria. Después de saberlo, se puso a investigar y las amenazas de quitarle a la niña le hicieron sentido.

La Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en su Artículo 6, describe la violencia vicaria como “violencia a través de interpósita persona”. Lucía Núñez, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, explicó: “es la que se ejerce a través de otra persona que funge como mediadora”, en este caso, se ejerce a través de los hijos, hijas e hijes.

La ley describe ciertas manifestaciones de ésta, entre ellas “amenazar con ocultar, retener o sustraer a las hijas e hijos fuera de su domicilio o lugar habitual de residencia” eso podría considerarse como acoso de custodia.

La primera vez que Stephanie recibió la amenaza de quitarle a la niña fue una noche de 2017, en una fuerte discusión y después que ella le externara que quería el divorcio. Él quería llevarse a su hija sin tener un vínculo de confianza y seguridad, ya que la pequeña lo había visto ser violento y le tenía miedo.

No obstante, el generador de violencia le decía a Stephanie: “Que mi hija me acepte, es tu trabajo, y si ella no me acepta, te puedo acusar de alienación parental y te la quito en tres segundos”.

Para Stephanie, “la violencia vicaria no empieza el día que te intentan quitar a tus hijos”, pero la amenaza funge como un detonante para someter a las mujeres a un estado de alta vulnerabilidad y crisis.

Lucía Núñez explicó que las diferentes violencias de género van vinculadas y que desde la teoría feminista se habla del continuum de las violencias. Es por eso que una violencia física puede ir precedida por violencia psicológica e incluir otros tipos, como la económica.

Stephanie fue víctima de todas esas; tomó cartas en el asunto, buscó más información y a otras madres. Encontró colectivas como el Frente Nacional contra la Violencia Vicaria y la alertaron de las formas en la que se suele sustraer a las infancias, porque, aunque no existen cifras oficiales sobre las mujeres que viven violencia vicaria, pero cada vez más reconocen que han sido víctimas y han conformado redes de apoyo entre ellas.

“Yo empiezo a ver todas estas dinámicas en estos grupos y todas estamos pasando por lo mismo; pienso que es una epidemia”, dijo Stephanie, que ha sido denunciada infinidad de veces por su agresor y que ahora comprende que los victimarios, en función de no perder poder sobre sus exparejas, han convertido la disputa en una cuestión política y “ya no te estás defendiendo de un sólo agresor, sino de un sistema”.

El acoso de custodia provocó que Stephanie, consciente que podrían sustraer a su hija, permaneciera afuera de la escuela todo el tiempo mientras su hija iba a clases. El agresor vicario ya había intentado entrar por ella a la escuela y había amenazado con sacar a la niña del país para que nunca volviera a verla. Sin una instrucción del juez, la institución educativa le informaba que no podrían evitar que el padre se llevara a la niña en cualquier momento.

“Él usa mi peor miedo para hacerme daño”, compartió Stephanie mientras hablaba del vínculo que ha formado a través de los años, las decisiones que ha tomado y sus acciones como madre. Mientras, por el lado contrario, el padre no quiso involucrarse desde la paternidad y ahora busca intervenir a toda costa a forma de conflicto. Es así como se configura la violencia vicaria y como se manifiesta a través de las amenazas y el miedo.

La justicia para Stephanie y su hija no ha llegado. Su carpeta ha pasado dos años sin judicializarse y eso es motivo de dilación en su proceso. Aunque la niña no tiene relación y no ha visto a su padre en mucho tiempo, la amenaza y el acoso a su madre permanecen como una constante. Stephanie está en espera de la vinculación a proceso de su agresor para pedir la patria potestad “porque esa sería una forma de que me deje de violentar a través de ella y entonces poder vivir algo libre”, concluyó.

 

CIEG UNAM