Acusan a defensor de derechos humanos por violencia familiar; redes lo cobijan

*Acusa el silencio de la organizaciones y redes defensoras de derechos humanos.

Por Redacción/@Somoselmedio/

México, 24 mayo 2021.-El pasado 19 de mayo del 2021, Geovanna Estefanía defensora de derechos humanos, interpuso una demanda en contra de Gustavo Lozano Guerrero también defensor de derechos humanos por los delitos de acoso sexual y violencia familiar.

En una conferencia de prensa, Geovanna Estefanía habló del silencio y complicidad de las organizaciones y redes de defensa de derechos humanos quienes continúan teniendo relaciones laborales con Lozano Guerrero a pesar de saber de la violencia que ejercía sobre ella.

“Gustavo Lozano Guerrero se jacta de ser defensor de derechos humanos, el silencio de las organizaciones en este tipo de casos es complicidad y contribuye a que este tipo de personajes siga ejerciendo violencia en contra de las mujeres. El silencio nos impide acceder a la justicia.”

De acuerdo con lo relatado por Geovanna Estefanía, ella fue víctima de violencia por 4 años entre 2015 y 2019. Esto comenzó con el delito de acoso sexual cuando era estudiante de Lozano Guerrero en la universidad Iberoamericana, este delito forma parte de la denuncia formal que Geovanna presentó ante la Fiscalía del Estado en León.

Geovanna mantuvo una relación sentimental con Lozano, sin embargo, denuncia que desde el principio sufrió de violencia económica, sexual, emocional y psicológica por lo que la denuncia formal es también por el delito de violencia familiar.

En la conferencia de prensa, la defensora de derechos humanos hizo hincapié en que las organizaciones en las que ambos trabajaban y cooperaban, conocían sobre la violencia que Lozano ejercía contra ella, y aún así lo han seguido cobijando, denunció, mientras que ella prácticamente abandono su trabajo y profesión para escapar la violencia que sufría.

“A las organizaciones les toca voltear a verse, y ver a qué gente validan, a qué gente siguen invitando, a pesar de que sabían que era/es un agresor, él sigue ocupando esos espacios.”

“Yo fui la que tuve que ceder a dejar las cosas que más amaba y que me gustaban, a mi vocación, pero ya no quiero seguir modificando mi vida. La vergüenza le corresponde a él, el estigma le corresponde a él. A él le toca responder por lo que me hizo y por la persona que es él.”

Entre las organizaciones que Geovanna menciona tenían conocimiento de este tema se incluye El Refugio del Barrio, la Red Mexicana de Afectados por la Minería, Animare, y Acción Colectiva Socioambiental.

La defensora de derechos humanos resaltó que en algunos eventos de la Red Mexicana de Afectados por la Minería hubo casos de violencia física como empujones y aventones y psicológica. La personas se daban cuenta de ese maltrato ejercido por Lozano y en algunas ocasiones hasta intervinieron para evitar que escalara.

“En esos momentos la gente me ayudo a contener el episodio pero nada más, pero mi agresor sigue formando parte de esta red. Esto dio legitimidad a que el pudiera seguir ejerciendo violencia en contra de mí.”

Geovanna fue documentando las agresiones por parte de Lozano, este año en el contexto del 8 de marzo, la Red Mexicana de Afectados por la Minería emitió un comunicado exigiendo al presidente de México y a la sociedad “Romper el Pacto Patriarcal”. Para Geovanna esto fue la motivación de alzar la voz.

“Ellos ya sabían de la denuncia y nunca hicieron nada. El tiene toda una comunidad que lo arropa, entre organizaciones y medios”

Para Geovanna una razón de no hacer esta denuncia pública era por no dañar a las instituciones, movimientos y comunidades que tenían y tienen relación con Lozano. Sin embargo, la defensora hizo un llamado a las organizaciones en las todavía forman parte su agresor a que se posicionen.

“El silencio es ser cómplices”, dice Geovanna.

El caso de Geovanna debe abrir una conversación en el sector de las organizaciones y movimientos de derechos humanos sobre la responsabilidad de asegurar que sus espacios sean seguros para todas las personas.

El trabajo en defensa de derechos humanos no justifica que dentro de las instituciones se cobije la agresión y violencia en contra de la mujer.