*DE FRENTE Y DE PERFIL .
/ RAMÓN ZURITA SAHAGÚN /
En los últimos años, la deserción de los priistas del partido es manifiesta. No aprenden a ser oposición minoritaria, renglón en que quedó desde 2018 y los que viven del pasado quieren jugar con las reglas de entonces.
No entienden que los tiempos cambiaron y quieren refugiarse en pequeños cotos, recuerdos de la grandeza tenida en el pasado.
Por eso prefieren cambiarse de partido, en busca de los espacios que ya no tendrían dentro de la otrora arrolladora maquinaria política que el fue el PRI.
Son pocos los que entienden que las reglas cambiaron y que deben ajustarse al nuevo estatus, donde, incluso han estado a punto de perder el registro en algunas entidades en las que en el pasado fueron poderosos como Tabasco, Sonora, Baja California, Veracruz y otras más que tienen apenas un poco más de puntos del porcentaje de tres que se requiere para conservar el registro local o nacional.
Algunos como Eruviel Ávila o Jorge Carlos Ramírez tiraron la toalla y optaron por unirse al partido que está demoliendo al PRI, mientras Claudia Ruiz prefirió emigrar hacia MC, el partido cuyo único propósito parece ser bombardear al partido tricolor por todos los medios posibles.
La desfachatez de esos priistas traicioneros no tiene límite. Los entonces gobernadores de Oaxaca, Alejandro Murat y del Estado de México, Alfredo del Mazo, eludieron a su militancia y prestaron servicios al antagonista MORENA, a cambio de continuar con sus carreras políticas. Murat recibió su premio de ser senador por el partido que lo cooptó y del Mazo se encuentra en el banco de suplentes esperando su regalo por los servicios prestados.
Alejandra del Moral quien se presentaba como la acérrima enemiga de MORENA, ahora es feliz con el obsequio, pequeño, pero obsequió al fin dentro de la cancillería.
La mayoría de estos expriistas se doblegaron ante el poder y aflojaron de la forma más rápida, cuando supieron que sus expedientes serían revisados por los ahora poderosos morenos.
Antes que ellos los gobernadores de Sonora, Claudia Pavlovich; Sinaloa, Quirino Ordaz; Campeche, Carlos Miguel Aysa; Hidalgo, Omar Fayad, entre otros, prefirieron quedarse de brazos cruzados cuando vino su sucesión y arreglar con MORENA su vigencia política.
Todos ellos forman parte de un pesado paquete de ex militantes priistas que prefirieron su seguridad antes defender al partido que los llevó al poder y fomentó sus carreras políticas.
Ellos se olvidaron de las canonjías recibidas una y otra vez cuando su partido fue poderoso y les otorgó posiciones en el Congreso de la Unión, además de cargos en la administración pública federal.
Ahora toca el turno a Manlio Fabio Beltrones quien de ser aliado de Alejandro Moreno se convirtió en un crítico contumaz, de cuyo enfrentamiento no saldrá nada nuevo.
Alito ya anunció que irá por la renovación del priismo de Sonora que actualmente se encuentra facturado a Beltrones, siendo su sobrino el dirigente estatal, otro familiar diputado local y su hija diputada federal, además de él senador.
La disputa será feroz, ya que Manlio no pretende renunciar al PRI, aunque él y su hija solicitarán licencia.
Hay otros estados en los que el PRI minimizado parece endosar a un grupo o familia, donde el dirigente nacional debería poner atención, antes de que el problema escale a mayor grado.
La recomposición del PRI deberá darse a marchas aceleradas, como prometió el dirigente nacional (Alejandro Moreno), antes de que este partido, ya disminuido, tienda a desaparecer.
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Senadores de todos los partidos se quejan de la burocracia que prevalece en la llamada Cámara Alta, por algunas medidas determinadas por los nuevos funcionarios. Una de ellas es la de que los legisladores deberán atender a sus invitados e ir, personalmente, a recibirlos en la puerta de acceso, trámite que antes se le encargaba a sus secretarios o auxiliares. Un grupo de senadores se quejaban de la medida, ya que dicen tienen que abandonar la sesión, para cumplir con este trámite burocrático. Exceso el de los secretarios de seguridad, Omar García y de la Defensa, Ricardo Trevilla, al mostrar que todo parece en calma en Sinaloa, donde se pasearon libremente por las calles de Culiacán, sin siquiera ir armados, claro que detrás de ellos y delante iban los vehículos artillados y blindados que los protegían, así como escoltados por un batallón de la Guardia Nacional.
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Ramón Zurita Sahagún
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